La Jornada 12 de octubre de 1996

Miguel Concha
Ramona en el CUC

A petición expresa de la Conai y la Cocopa, este fin de semana la comunidad de frailes dominicos de la Parroquia Universitaria recibirá en el Centro Universitario Cultural a la comandante Ramona, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), como un gesto cristiano más de colaboración activa en la creación de un clima de paz para el diálogo nacional, que permita superar la violencia social y armada que padece México. Con ello, colabora en la responsabilidad que el EZLN encomendó a la Cocopa y a toda la sociedad civil, de velar por su seguridad e integridad.

La presencia de la comandante Ramona en la capital del país es indudablemente un símbolo de la exigencia moral de reconocimiento histórico, por parte de toda la nación, del proceso ya iniciado contra la marginación secular a la que han sido sometidos los pueblos indios. Es también señal elocuente de su propia palabra de liberación, que en los últimos años ha reivindicado con tanto vigor en México, en el continente y en el mundo entero. Ramona es, además, un signo de la marginación extrema a la que los hemos condenado, por ser ella mujer, india, pobre y enferma. Pero es también expresión de la dignidad y libertad de nuestro México profundo, cuyo tejido social no ha sido definitivamente desgarrado y menos aún arrancado de las entrañas de nuestra patria.

Como se ha dicho en los últimos días y en diferentes tonos, tanto por voceros gubernamentales como por civiles, en las actuales circunstancias la visita de Ramona es un gesto de buena voluntad que favorece la reanudación del diálogo con el EZLN, para resolver con determinación las causas que motivaron el conflicto, y que permita ``cambiar las espadas en azadones y las lanzas en podaderas'' (Isaías 2:4)

En la tradición de nuestra Orden religiosa, la promoción de la justicia como condición de la paz es un imperativo ético nacido de la predicación del Evangelio de Jesucristo. De modo particular, en el espíritu de santo Domingo de Guzmán reconocemos como un bien mayor el diálogo para la resolución de los conflictos sociales y eclesiales, basado en la búsqueda común de la verdad y de la caridad.

En tierras americanas fray Bartolomé de las Casas supo promover en su momento histórico la defensa de los derechos humanos de los pueblos indios, los más opresos de todos, como él acostumbraba llamarles. Se puso inclusive a su disposición para dialogar con los indios levantados en armas en la isla La Española, apoyando así la pacificación de aquellas tierras en 1519, no sin criticar proféticamente entonces el sistema representado por la Encomienda, que ya estaba en el origen de tanto sufrimiento. El, enemigo de la violencia contra los indios, como factor de destrucción universal, alguna vez exclamó: ``¿qué otra cosa es la guerra sino un homicidio y un latrocinio común entre muchos? En la guerra, finalmente, pierden los hombres sus almas, sus cuerpos y sus riquezas''. (De unico vocationis modo VI, 1)

En virtud de esta tradición ética y religiosa, y luego de los acuerdos establecidos para tal efecto por el gobierno y el EZLN, la comunidad de frailes dominicos ha aceptado recibir en su Convento a una destacada representante del EZLN que participa en el Congreso Nacional Indígena que hoy concluye en la ciudad de México.

Hacemos votos porque la nación toda contribuya a la creación de condiciones de paz para el diálogo nacional, participando activamente como sociedad en la promoción de la justicia, la libertad, la democracia y la paz. Reiteramos a las autoridades su deber de velar también por la salud y seguridad de Ramona, y de no olvidar su compromiso por la justicia para bien de todos, especialmente de los excluidos por un sistema de muerte.

Confiamos en que la presencia de la comandante Ramona contribuya a generar el clima de distensión que todos los mexicanos deseamos, a promover el respeto y la libertad de nuestros hermanos indígenas --sin los que ya es imposible seguir construyendo nuestro país-- y a solucionar los problemas de fondo que están en el origen de la violencia que todos lamentamos.

Nadie desea contra la violencia de las instituciones la violencia incontenida del Estado, sino la efectiva realización de ``la paz que es obra de la justicia'' (Isaías 32:17).