La Jornada 9 de octubre de 1996

IZTAPALAPA

Raúl Llanos Samaniego El conductor de un trolebús estuvo a punto de ser linchado por vecinos de la colonia San Andrés Tetepilco, en Iztapalapa, luego de que por imprudencia derribara un poste de electricidad, el cual al caer mató a una menor; fue necesaria la intervención de elementos de la Policía Judicial para rescatar al conductor del autobús.

A su vez, el Consejo de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) emitió un pronunciamiento en el cual reprueba los linchamientos y los intentos de cometer ese tipo de acciones, ya que ocasionarían que se repitan ``las historias de crueldad e infamia'', por lo que ``es un imperativo ético reprobar toda barbarie e impedir que se junten las ramas secas que alimentan las hogueras del odio y la sinrazón''.

Uno más de los intentos de linchamiento se suscitó ayer en la mencionada colonia. Cerca de las 11:30, José Alfredo Peralta conducía el trolebús 4315, a exceso de velocidad. En el cruce de Primera Cerrada de Puerto Alegre y Eje 6 Sur trató de esquivar un camión repartidor de refrescos, pero sin disminuir su velocidad.

Esto ocasionó que una de las guías que van prendidas al tendido eléctrico se zafara y se enredara con los cables de un poste de luz. La velocidad era tal que jaló al poste, mismo que también se encontraba en malas condiciones.

El poste cayó sobre la menor Jessica Lizeth González, de 9 años, y sobre la menor Patricia Guzmán Figueroa. La primera murió en el lugar y la segunda resultó con lesiones severas.

Al ver los hechos, familiares de las menores salieron enardecidos de sus domicilios y se avalanzaron sobre José Alfredo Peralta para golpearlo. Cerca del lugar se encontraban elementos de la Policía Judicial Federal abordo de su unidad oficial, quienes tuvieron que intervenir para rescatar al chofer del trolebús y remitirlo ante las autoridades.

Oficio de tinieblas

En un comunicado oficial, la CDHDF aseveró que en las últimas fechas, en distintas partes de la República, en áreas rurales y urbanas, existe una recurrencia de linchamientos o de su tentativa. ``Fuenteovejuna, justicia popular, justicia paralela, justicia por propia mano, descomposición social o falta de confianza en las instituciones de procuración de justicia han sido algunas de las justificaciones con las que se ha tratado de dar sentido a acontecimientos cuya naturaleza es necesario entender en su dimensión precisa'', remarcó.

En su opinión, ``el oficio de tinieblas que supone todo linchamiento se sostiene sobre un prespuesto falaz y cínico: se ajusticia a un criminal porque no hay justicia o porque no se puede esperar a que ésta intervenga. Validar ese presupuesto abre, en principio, la posibilidad de una espiral sin límites contra la vida humana''.

Como medida ejemplar, aseveró la CDHDF, el linchamiento es evidente que no funciona. La experiencia demuestra que la muerte a manos de multitudes enfebrecidas no ha evitado que se cometan otros crímenes. ``Comenzaríamos por justificar el homicidio de los homicidas, luego el de los ladrones y así hasta legitimar la furia de quienes, con vocación de verdugos, tengan a bien considerar como crimen de lesa humanidad cualquier acto que, aun imprudencialmente, pudiera cometerse en su molestia o perjuicio''.

Puntualizó el organismo que el Estado de derecho, aun siendo imperfecto, permite la existencia pacífica de la sociedad. ``Si aceptamos el imperio de la fuerza sobre la razón y la ley, la seguridad de cada uno estaría en constante peligro''