LA REALIDAD
Hermann Bellinghausen, enviado, La Realidad, Chis., 8 de octubre Ahí va el sup --dice Anita con ojos asustados, mientras el subcomandante Marcos, el comandante Tacho, el mayor Moisés y su escolta de milicianos toman camino en sus caballos como rumbo a Las Margaritas.
--Va para México --afirma otra niña, y los ojos de la primera se angustian más todavía, mientras dice:
--Se va en su caballo.
En efecto, el jefe militar zapatista acaba de bromear con los fotógrafos un jocoso ``nos vemos en México'', y hace una cabalgata inusitada por el camino que sale de la selva.
Niños, señores, mujeres de las afueras de La Realidad contienen la respiración, crédulos, queriendo no creer lo que ven sus ojos. Mientras, los fotógrafos corren tras la comitiva de a caballo, que se pierde en la curva.
--Se fue --lamenta, no queriendo creerlo, Anita. Pasa varios minutos de desolación, hasta que ve reaparecer a los milicianos y los mandos, que regresan al pueblo por el extremo sur.
Anita recupera el resuello:
--Nomás dio su vueltecita.
Eso fue todo, por hoy.
Nada se ha confirmado de la salida. La Cocopa en pleno salió de La Realidad esta tarde, rumbo a la ciudad de México, donde sus miembros se entrevistaron con el secretario de Gobernación y tal vez mañana con el presidente Zedillo. Al anochecer regresó el diputado Juan Guerra, quien quedó en prenda.
Por la manana de hoy, el presidente de la Conai había salido a su vez rumbo a San Cristóbal. Mañana tenía un compromiso en Guatemala.
``No informaremos nada para no entorpecer la negociación'' ha sido la frase recurrente, anoche de la Cocopa, hoy de la Conai.
Cerca de las cinco de la tarde, la comandancia zapatista terminó su reunión con la Conai en una casa del poblado, después de recibir en Aguascalientes la penúltima (hasta ahora) propuesta gubernamental, vía Cocopa.
Nada se sabe. Se sabe que los zapatistas salen. ¿Se sabe? No. Nada es definitivo, excepto la espera.
Las primeras 24 horas: 2 PM
La cuerda más tensa, ¿el hilo más delgado?, el momento de crisis, es el High-noon del duelo, como en una de cowboys que de pronto parece una solución. De menos, una resolución, ora sí que de parte de las partes. Regresa la Suburban de los ancianos de la Cocopa, que salieron anoche con la contrapropuesta y hoy fueron a comunicarse con el gobierno.
Llevan 24 horas entre reunión y espera, la Cocopa y la Conai, por separado, con la comandancia zapatista. Los periodistas apenas pudimos entrar al pueblo de La Realidad anoche, cuando la reunión privada (y hasta ayer casi secreta) entre los mencionados llevaba media jornada, y de cuyos resultados o situación ``no había nada'', ninguna información, según el enfático y deliberado silencio amable de Luis H. Alvarez, Heberto Castillo, acompañados por Pablo Salazar y José Narro, que desde la tarde andaban en el trajín de ir al teléfono para negociar con la República, allá en el centro.
Primero, el teléfono de la colonia militar del pueblo que en vida se llamó Guadalupe Tepeyac, la tarde de ayer. Y luego, afuera de la selva. Durmieron allá, los cuatro emisarios de la negociación, afuera.
¿Salen? ¿No salen? ¿Sale Marcos? ¿Van a trepar a los zapatistas en un avión? ¿O el temido convoy que atravesaría la parte de abajo del país será el encargado de depositarlos en el Centro Médico Siglo XXI del Distrito Federal donde hoy se inicia el Congreso Nacional Indígena?
La espera y la especulación. La capital en vilo y La Realidad también (...). Los asesores del EZLN y los variopintos especímenes de la sociedad civil urbana, los representantes del movimiento indígena y los activistas extranjeros de derechos humanos y amigos del zapatismo (de Estados Unidos, Canadá, Argentina, Italia, España, Francia, Alemania), acompañan a los representantes del FZLN, encabezados por Javier Elorriaga, que vinieron a invitar formalmente a la comandancia zapatista a que se lance con ellos a la capital (...).
Pero cae la tarde y vuelve a llover como todas las tardes, y sigue prevaleciendo en los emisarios de la Cocopa un cuasisocrático ``sólo sé que no puedo decir nada''. Pertenecen a los cuatro partidos que la rifan en el Congreso de la Unión. Eso da cierta autoridad a su actitud cautelosa.
No hubo escuela hoy por el alboroto. Los niños pululan por todas partes. Muchos hombres no salieron al campo, o salieron poquito, para estarse pendientes. Los reporteros sin nota y los fotógrafos sin foto, hasta la cabalgata vespertina.
Allá afuera vuelan todas las imaginaciones, las autoritarias y las temerosas, las disidentes, las libertarias y las meramente curiosas.
Acá dentro, los voceros de la Conai, Miguel Alvarez y Gonzalo Ituarte, les dan sus vueltas a los periodistas y les pintan las cosas de un color que procuran no sea color de rosa. De ningún color.
Eran las dos de la tarde cuando entraron al Aguascalientes los mandos zapatistas para reunirse con los legisladores, tanto los que permanecieron toda la mañana en el solar de una casa de La Realidad, como los que salieron con la encomienda.
¿Qué se reanuda: el diálogo o las órdenes de aprehensión? A partir del día de mañana, la de por sí cambiante situación política nacional será distinta. Muchos dan por hecho que los zapatistas salen: lo que no les queda claro es si por las buenas o a la brava, con acuerdo o sin él.
Todos saben que lo preferible es la salida pactada. En eso coinciden quienes celebran y quienes lamentan el periplo del EZLN. En esta esquina, las organizaciones de barrio; en esta otra las cámaras empresariales. Y en medio la mediación, la coadyuvancia y el teléfono directo Lacandona-Los Pinos, esquina con Bucareli.
En las penúltimas
A la gente del pueblo la exaspera de manera directa que sus mandos estén que se van y se van y no se hayan ido. Todavía nada asegura que lo vayan a hacer, porque no hay acuerdo.
La noche no disipa incertidumbres. Hoy se cumplen 29 años de la muerte del Che Guevara. La efemérides es recordada, pero nadie acierta a darle una interpretación. Lo mismo es un antecedente ominoso que una simple fecha en el santoral revolucionario. Al terminar el día lo único que se sabe es que tal vez mañana se tenga la confirmación. ¿De qué