La Jornada 9 de octubre de 1996

EL ESPEJISMO DE LAS UDIS

A raíz de las devaluaciones sufridas por el peso en 1994 y 1995, y de los consiguientes incrementos en las tasas de interés, casi un millón de personas, que durante el sexenio anterior contrataron créditos hipotecarios para la adquisición de vivienda, vieron aumentar sus deudas con la banca comercial en más del ciento por ciento. Las mensualidades a pagar se incrementaron en forma proporcional, pero no así los salarios ni los ingresos familiares. Estos, en muchos casos, más bien se redujeron drásticamente, debido a la pérdida masiva de puestos de trabajo. Se generó entonces una situación desesperada para centenares de miles de familias, las cuales han perdido sus hogares o se encuentran en riesgo de perderlos.

La solución imaginada por las autoridades y los bancos para paliar esa situación, el programa Ade Hipotecario, y la restructuración de las hipotecas en Unidades de Inversión (Udis), ha sido apenas un insuficiente paliativo. En grandes rasgos, esta fórmula asume sin más que las deudas originales se han duplicado, duplica o triplica el plazo para saldarlas y las indiza a la inflación, pero no incluye ninguna variable que considere la capacidad de pago de los deudores. Y ésta, en la enorme mayoría de los casos, no se incrementa conforme a la inflación. A partir de ahí, no es difícil prever que la mayoría de quienes han restructurado sus créditos en Udis se encontrarán, a la vuelta de unos años, en una nueva situación de insolvencia.

El asfixiante incremento de las deudas hipotecarias está larvando un nuevo conflicto social y constituye un motivo adicional de exasperación popular. Ante esta circunstancia, cabe preguntarse si es pertinente promover con bombo y platillo, como se ha hecho con las ofertas de restructuración en Udis, una fórmula financiera que no toma en cuenta las condiciones económicas reales de los deudores y que, por ello, difícilmente representará una solución permanente para la mayoría de ellos. Cabe preguntarse, también, si no habría sido más adecuado, y hasta más humano, abonar a los adeudos los cuantiosos recursos que se han invertido en publicidad oficial y privada orientada a vender las supuestas bondades del Ade Hipotecario entre los deudores afectados por la crisis.

El grave problema de la gran mayoría de estos mexicanos y de sus familias no ha sido resuelto, sino simplemente postergado. Es previsible, por ello, que tarde o temprano habrá de buscarse una nueva fórmula de solución, y es de esperar que cuando eso ocurra, las autoridades económicas y la banca comercial tengan la sensatez necesaria como para tomar en cuenta a los deudores