La Jornada 9 de octubre de 1996

Logró la mayoría priísta la formal disolución de la Comisión Conasupo

Rosa Elvira Vargas y Angélica Enciso La mayoría priísta en la Cámara de Diputados determinó --contra toda la oposición, que incluso decidió no votar-- la anunciada desaparición de la Comisión Conasupo. Ahora, esgrimieron los legisladores del PRI, todas las irregularidades identificadas en la paraestatal quedan en manos de la Procuraduría General de la República (PGR) y la Secodam.

Disolver esa instancia produjo un debate de seis horas en la sesión ordinaria. El PRI ofreció muchos argumentos jurídicos y tres razones políticas: la oposición utilizó la Comisión Conasupo para deteriorar al poder público, promover una estrategia prelectoral en su contra y mantener un foro permanente de denuncias.

Tal confesión, expresada por el diputado del PRI José Castelazo en la conferencia de prensa donde los priístas de la Comisión de Régimen Interno y Concertación Política de la Cámara de Diputados dieron a conocer el dictamen sobre la desaparición de la instancia investigadora, se aderezó, ya en tribuna, con planteamientos jurídicos sobre la conclusión de sus funciones y la insistencia de que ``la regla de oro de la democracia es que las decisiones las toman las mayorías y no las minorías'', según expuso Jorge Moreno Collado.

Adolfo Aguilar Zinser, uno de los más pertinaces indagadores de las irregularidades en la paraestaestal, dijo que la mayoría priísta incurría en el encubrimiento de actos ilegales cometidos en Conasupo y violaba la garantía constitucional de legalidad al conculcar, ``en un acto de autoridad arbitrario e injustificado'', el derecho de los legisladores a mantener vigente esa instancia.

Por el PAN, Alejandro González Alcocer pidió no sentar un precedente de mala interpretación constitucional cancelando el derecho de la minoría en la Cámara --según el artículo 93-- a instaurar comisiones investigadoras. Asimismo, desestimó el dictamen de la Comisión de Concertación y Régimen Interno, pues ésta, dijo, no tiene facultades para emitir puntos resolutivos.

Víctor Quintana, del PRD, y que al término del debate se instaló en ayuno permanente en el salón de sesiones hasta conseguir más de 10 mil firmas para reabrir la Comisión Conasupo, rechazó la desaparición de ese organismo porque aún hay, dijo, investigaciones pendientes. Aseguró que el PRI se ha negado a discutir a fondo sobre las pesquisas ya realizadas, y que el informe final ``exoneratorio'' de esa comisión lo hizo un despacho de contadores privado y no los diputados.

Hubo posiciones irreductibles: el PRI por disolver la comisión con el argumento reiterado de que sólo de esta manera la PGR y la Secodam podrán ejercer acciones legales contra los autores de los fraudes identificados en la paraestatal, y la oposición por mantenerla viva y dar continuidad a las nuevas denuncias que se le turnaron.

El trasfondo de esta definitiva acción priísta no fue otro --comentaron ``en corto'' varios diputados de ese partido-- que terminar de tajo con las críticas que, amparada en la Comisión Conasupo, les enderazaba la oposición a la menor oportunidad. ``Debíamos decirles que ya basta; que hace tres sesiones siguen machacando con lo mismo sólo con el afán de criticar al PRI para cosechar votos en los comicios locales recientes y en puerta, y así se lo hicimos sentir a Roque Villanueva''.

Ante la disolución inminente del organismo, la oposición comenzó a buscar diversas opciones para mantener su vigencia. Lo único que encontraron fue anunciar la posibilidad de entablar un juicio de garantías ante la Suprema Corte de Justicia, medida que en principio fue avalada por los diputados panistas y los independientes, pero que ``aún tendrá que ser estudiada''.

Los argumentos jurídicos y políticos de la oposición no eran escuchados por los priístas. Esgrimir, decían, que la comisión no ha concluido sus funciones, era algo para someterse a un detector de mentiras ``o al psicoanálisis de quienes están afectados de paranoia'', dijo Moreno Collado.

Aguilar Zinser se sintió aludido. Pidió que se retiraran tales afirmaciones, y luego en tribuna dijo a los priístas que no pueden desobedecer directrices ni razonar ``porque se les impide ejercer su libre albedrío como representantes populares, y sus curules las tiene embargadas la Presidencia de la República''.

No fue la única referencia contra el legislador, en acatamiento a una clara estrategia de personalizar el debate, dividir a la oposición y desviar el fondo real de la discusión. La priísta Sara Esther Muza aseguró que Aguilar Zinser asume en ocasiones una actitud protagónica, posiciones maniqueas, irreductibles, del todo o nada. Le diría sin embargo que lo entendía, pues ``ha de ser terrible cabalgar solo, sin partido, sin fracción, sin tener por lo menos un Sancho que pudiera ayudarlo a ser calificado como Quijote''.

Las voces del anonimato parlamentario eran de descalificación procaz y surgían de todos los rincones del recinto.

Esa misma práctica se repetiría también cuando, en la votación nominal, la oposición panista y perredista llevó a la práctica el acuerdo previo de no sufragar y acompañar su posición con la frase de que ``la Constitución no se vota''. Los priístas coreaban ``leeero'', y cuando daban su asentimiento para desaparecer la Comisión Conasupo, del otro lado recibían un sonoro ``cómplice''.

Para uno solo, sin embargo, la oposición tuvo un calificativo distinto. El voto afirmativo del ex director de Conasupo, Ignacio Ovalle, fue increpado con un ``culpable''.

El líder camaral priísta Roque Villanueva decía divertido a sus cercanos de ``la burbuja'': ``A Víctor Quintana, para su ayuno, hay que mandarle tortillas de maíz contaminado con aflatoxinas, frijoles chinos y leche radiactiva, para que se le baje''