La Jornada 7 de octubre de 1996

Rivera: acechan al país la vía armada y la violencia institucionalizada

Salvador Guerrero La vía armada como opción de cambio ``es una tentación que muchos mexicanos están sufriendo'', afirmó el arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera. Si bien reiteró la oposición de la Iglesia al cambio violento, también llamó a luchar contra la ``violencia institucionalizada'', surgida desde las estructuras sociales.

Sobre esta última, el prelado dijo que si es la sociedad la que ha dado frutos de injusticia y opresión, se deben buscar caminos de progreso y dignidad para todos sus miembros, ``porque no hay peor violencia que la violencia institucionalizada''.

En conferencia de prensa en un anexo de la Catedral metropolitana, el clérigo aseveró: ``México está viendo como una opción para hacer frente a la problemática el acudir a las armas''.

Hizo un llamado a las autoridades, ``porque esto tiene que cambiar y yo creo que las autoridades también quieren el cambio y los comerciantes y los industriales y los empresarios y el Ejército; yo creo que todos de alguna manera, todos, queremos el cambio. Muchas veces en lo que no estamos de acuerdo es en cómo se va a dar ese cambio'', puntualizó.

A los políticos priístas que critican las declaraciones de clérigos por ``desproporcionadas'', pidió ``que nos digan en qué nos hemos excedido''.

Invitó a que se concluya la reglamentación del artículo 130 constitucional que rige las relaciones entre el Estado y las iglesias, antes que acudir a una nueva reforma constitucional: ``Tomen más en serio la Constitución mexicana'', solicitó.

La Iglesia católica mexicana, dijo, no está en favor de infundir conformismo ``ni es paralizante'', pero tampoco comparte la violencia como instrumento de cambios, pues está en favor de uno ``por la vía pacífica y fecunda''. La Iglesia, añadió, debe ``encauzar el cambio''.

Durante la homilía, monseñor Rivera Carrera refirió un pasaje del Libro de Isaías en en donde la violencia se usa para salvaguardar los intereses de unos viñadores ante el propietario del viñedo. Ellos, dijo, generaron ``frutos de violencia'' pero ``Dios espera de su pueblo elegido frutos de paz y justicia''.

Estimó que la violencia es siempre una falta de respeto a Dios y a toda persona humana; es ``una negación de la dignidad humana''. Recomendó soluciones pacíficas para toda controversia. Ante la repleta nave mayor de la catedral, hizo el llamado para resistir la ``tentación'' del pueblo de México:

``La posibilidad de cualquier enfrentamiento armado ha de ser desechada con firme decisión, y con mayor razón si se trata de la violencia armada dentro de la misma comunidad nacional'', señaló.

Agregó que si quien empuña las armas lo hace porque se siente despojado de su dignidad y lesionado en sus derechos ciudadanos, ``con las armas, además de atentar a la vida de las personas y a los principios de la convivencia pacifica, está contribuyendo a perpetuar odios y venganzas durante generaciones''.

El arzobispo consideró un deber generalizado ``luchar porque esa violencia institucionalizada termine, luchemos todos por el cambio, por el progreso, por el bienestar de todos. No es el conformismo el que puede anunciar la Iglesia en este momento, no es paralizar las acciones de los demás, sino encauzarlas para que el cambio se dé de una manera pacífica y sobre todo de una manera más fecunda''.

Recordó que la violencia no sólo proviene de grupos como el EZLN o el EPR, a los cuales citó por sus siglas, sino de sectores de ciudades grandes y pequeñas, de los asaltos y secuestros.

Un reportero preguntó su opinión respecto del vínculo establecido por algunos analistas entre grupos armados y el trabajo de un sector de la Iglesia. Calificó tal valoración como ``un análisis deficiente'' ya que, argumentó, si bien es cierto que en algunas regiones del país puede confirmarse un amplio trabajo de la Iglesia, en otros ``hay abandono''. Dijo: ``Guerrero no se distingue por su evangelización, lo mismo en Hidalgo''.

Fue requerido también sobre la importancia que tenía para la Iglesia el convocar a la feligresía a rechazar ``cualquier enfrentamiento armado''. Afirmó que ``México está viendo como una opción acudir a las armas'', llamó ``tentación'' a esa alternativa y expresó que hay ``un clamor'' en la población respecto de lo que sucede en México y frente a lo cual ``hay reclamos, resentimientos, anhelos''.

``Creemos que hay inquietudes, hay angustias, hay desesperanza, que los demás tienen que conocer, que no sólo se oiga en su barrio sino en los niveles en que esto puede ser remediado'', agregó.