Luis González Souza
Enseñanzas de paz

Cuánto gustábamos decir que ``Como México no hay dos''. Así insinuábamos una cierta superioridad frente a los demás países. Y si bien ello traslucía patrioterismo, la verdad es que México había alcanzado logros de trascendencia internacional. Destacadamente, el de una paz que parecía sublime y eterna, al comparársela con la larga noche de turbulencias en América Latina y en el mundo.

Ahora, si somos honestos, la situación es muy distinta. Tras casi 15 años de una modernización-cangrejo, México aparece a la cola de muchos países, comenzando con la cuestión de la paz, indisolublemente ligada al asunto de la democracia. Con la misma exageración de antes, hoy habría que decir: ``Cómo México no hay dos... tan feos''.

Y ciertamente es feo, grotesco, que México entre al túnel de la guerra, justo cuando otros países --supuestamente, más atrasados-- han logrado ya salir de él. Nos referimos al túnel pavimentado por un largo círculo de escalas más y más viciosas: antidemocracia/pobreza e injusticias/brotes de insurgencia/represión/mayor pobreza e injusticia/insurgencia ampliada/dictadura militar/antidemocracia plena... y, así, hasta llegar a la descompensación total.

¿En qué estación del túnel nos encontramos? ¿Hasta dónde habremos que recorrerlo? O, ¿es que no hemos entrado aúín a ese túnel? Discutirlo no es ocioso. Al contrario, sería un buen comienzo para la reconstrucción de la paz perdida. Misma que , en el colmo del cinismo o miopía, todavía algunos la presentan como la envidiable-estabilidad-de-México.

En todo caso, vayamos a lo central: ¿cómo le hacemos para no recorrer todo el túnel de la guerra? La lista de tareas es larga, pero inevitablemente inicia con un acto de humildad y honradez. Un acto que permita reconocer un par de hechos: 1) México va por mal camino, y 2) si queremos remediarlo, debemos aprender de otros países.

Tela de donde cortar hay mucha, pero vayamos a lo más actual y a lo más cercano: Guatemala. ¡Cómo!, dirán algunos. ¿México ha de aprender de Guatemala, si él mismo ha ayudado a su pacificación? Paradojas de una modernización-cangrejo o, si se prefiere, penitencia por un pecado de soberbia modernizadora.

Tal vez la primera enseñanza consiste en aceptar a los movimientos insurgentes como lo que son: un fruto inevitable de una situación generalizada de pobreza, marginación y autoritarismo. Diagnóstico que, por cierto, es el que enarbolaba el gobierno mexicano, directamente o a través del Grupo Contadora, ante el intervencionismo de EU en Centroamérica, la década pasada.

Segunda enseñanza: por tratarse de frutos naturales de una mala siembra, la solución no radica en aplastar los frutos sino en cambiar la siembra. Tercero, y mientras tanto, lidiar con esos frutos a través de un diálogo verdadero y de una negociación profunda: no más luchas desesperadas (armadas), pero sólo a cambio de no más siembras incendiarias. Con éstas, tarde o temprano tendremos muchos EZLN, EPR y similares. Es sólo cuestión de tiempo.

Por último, y acaso la enseñanza central no sólo para remediar el presente sino para prevenir nuevas turbulencias; transitar a la democracia, para lo cual es imprescindible darle su lugar y su poder a la sociedad; respetar sus empeños organizativos y sus iniciativas. Aquí no hay más que citar a Rolando Morán, dirigente histórico de la revolución guatemalteca: ``el fortalecimiento del poder civil es el punto de partida para superar la crónica inestabilidad que hemos vivido'' (La Jornada, 20/IX/96, a propósito de los acuerdos de paz recién firmados en... ¡México!).

¿Qué tanto aprende el gobierno de México? No mucho, según parece. En vez de reconocer su responsabilidad en el surgimiento de los movimientos insurgentes, todavía juega a descalificarlos como terroristas. En vez de dialogar y negociar en serio, insiste en cercarlos previo achicamiento. En vez de reemplazar la siembra neoliberal, se aferra en continuarla. Y en vez de tolerar --no digamos alentar-- el fortalecimiento de la sociedad civil, más bien parece buscar su desvanecimiento. ¿Ejemplos del día? La nueva embestida contra don Samuel Ruiz y la Conai, así como el escándalo en torno a la iniciativa para que algunos dirigentes del EZLN vengan a la ciudad de México tan sólo para participar en un congreso indígena.

¿De veras nuestra élite gobernante es tan superior que nada tiene que aprender de nadie? ¿De veras quiere la paz?.