La Jornada Semanal, 6 de octubre de 1996
En el verano de 1995, Stockhausen volvió a sorprendernos
y a dejar huella en la historia de la música. La tarde del 26
de junio se estrenó en los cielos de Amsterdam su
"Cuarteto para cuerdas y helicópteros". Se trata de
un fragmento de la ópera Miércoles desde la luz,
que a su vez forma parte del ciclo de siete óperas que ha
ocupado al compositor en los últimos años. El
"Cuarteto para helicópteros" echa mano de una
tecnología nunca antes empleada en la historia de la
música: el clásico cuarteto de cuerdas (dos violines,
viola y violonchelo) se complementa con cuatro helicópteros,
cuatro cámaras de televisión que llevan a la sala
de conciertos, a través de doce monitores, la imagen de cada
uno de los integrantes del cuarteto y varios poderosos
amplificadores donde resuena la música ejecutada desde el
aire. El compositor, en el centro de la sala, es el encargado de
conseguir la perfecta reunión de la partitura y el sonido de
los helicópteros que transportan a cada uno de los miembros del
ensamble.
El montaje de esta obra fascinante y ambiciosa se ha enfrentado desde el principio con problemas difíciles de salvar. Cómo conseguir que el sonido ensordecedor de un helicóptero no cubra las notas de un violín o de una viola, llenas de sutilezas expresivas? Cómo lograr que los ejecutantes puedan tocar el concierto desde distintos lugares del cielo, sin escucharse y sin mirarse siquiera? Cómo alcanzar la absoluta precisión que plantea la partitura? Cómo ensayar esta obra tan peculiar? A estas preguntas responde Garth Knox, violista integrante del Cuarteto Arditti, que junto con el equipo de acrobacias de la fuerza aérea de Holanda estuvo a cargo del estreno. La obra, de aproximadamente 30 minutos de duración, fue interpretada hasta en tres ocasiones durante la tarde del 26 de junio de 1995, como parte del Festival de Holanda.
Cuando recibimos la partitura dice Knox, nos impactó enterarnos de que íbamos a tocarla trepados en los helicópteros, y además desde cuatro puntos separados. Esto era lo distinto en la obra. Los preparativos fueron también algo muy especial. Cada uno de nosotros tenía un click track. Stockhausen estaba sentado en el centro y frente a nosotros, no precisamente dirigiendo, sino haciendo algunos comentarios y alentándonos cuando era preciso. Mientras tocábamos todos en el mismo salón, podíamos escucharnos y escuchar el click track; así empezamos a tener una idea de cómo sonaba la pieza. El siguiente paso fue colocarnos en cuatro habitaciones separadas, todas dentro del mismo edificio; en la sala de control central, Stockhausen escuchaba el resultado sonoro final y lo mezclaba. En un momento dado tocamos toda la obra, cada uno desde su habitación, y luego bajamos a escuchar el resultado. Así pues, era una mezcla muy sutil de memoria y percepción: mientras tocábamos solos, teníamos presente el recuerdo del resultado completo, y también los comentarios que a cada uno de nosotros nos había hecho Stockhausen. Eran comentarios muy especiales: En el compás 18 puedes tocar esta nota un poco más fuerte, o puedes tocar mas suave y dejar al violín aparecer en ese momento. Así, durante la ejecución de la obra, aunque no podías escuchar a la persona que debía sobresalir sí recordabas lo que estaba sucediendo en la partitura, de manera que en el compás 18 bajabas el volumen un poco y te imaginabas a Rohans tocando su parte.
Ya en los helicópteros, el problema era adaptarnos a las limitaciones del espacio; hubo que aprender a no dar arcadas al aire y hacia arriba para no golpear el arco con el techo del helicóptero, de modo que al tocar en la cuerda más alta era necesario inclinarse hacia adelante y quedarse en la punta del arco. A esto había que añadir el ruido del helicóptero. Una vez que practicamos en tierra, con ese ruido, imaginándonos las partes de cada uno y escuchando el click track en los audífonos, despegamos hacia el cielo. Entonces el problema era el movimiento y la distracción que representa ver a la ciudad de Amsterdam extenderse bajo el sol una distracción muy agradable, por cierto. Así es que allí estábamos, en el aire, disfrutando el vuelo, cada quien tocando su parte e imaginando el resultado que el público escuchaba allá abajo. Al llegar a la tercera presentación, la experiencia se había convertido en algo muy agradable, debido a esa libertad que nos ofrecía la partitura para decidir la velocidad del tremolo. Había una parte creativa en la pieza, y a causa de los vaivenes de los helicópteros, que subían y bajaban un tanto dramáticamente, pudimos ejecutar con una especie de inspiración física los tremolos lentos o rápidos.
(La partitura del "Cuarteto..." incluye la participación de las voces de los instrumentistas. Se trata de un texto hablado, que consiste simplemente en un conteo del 1 al 13. Sin embargo, ninguno de estos números tiene la misma duración o la misma indicación expresiva, aun cuando el conteo se escucha de manera sucesiva en distintos momentos de la obra. Stockhausen exploró a fondo las posibilidades dramáticas de las voces; ninguna de estas intervenciones es igual a la siguiente, de modo que no se trata de un conteo mecánico. El empleo de la voz y de los números representa un recurso sonoro. Recordemos que se trata del fragmento de una ópera. De aquí surge mi primera pregunta a Stockhausen:)
En que contexto dramático aparece el "Cuarteto de helicópteros" dentro de esta ópera?
La primera escena de Miércoles desde la luz se llama Parlamento del Mundo. Es una composición para coro a capella, que dura alrededor de 26 minutos, y fue estrenada el 26 de octubre de 1995 por el coro de la Radio de Stuttgart. Se trata de un parlamento en el que el propio director se sienta en el centro, con dos filas de cantantes a su derecha, bajos y tenores detrás; a su izquierda se sientan los altos con las sopranos atrás, formando una V. Las filas traseras deben estar ligeramente elevadas, a la altura del director, que también canta. Es una fortuna que en Stuttgart el director Huber sea un buen cantante.
El director debe cantar?
Sí, y su trabajo en esta obra no tiene nada que ver con la manera tradicional de dirigir. Sus gestos son muy artísticos. Invita a los grupos individuales y también a los doce solistas del coro a que canten sus pequeños solos de vez en cuando, o a que canten el tema de Miércoles desde la luz y particularmente el del Parlamento del Mundo de acuerdo a sus sugerencias. El Presidente es decir, el director señala: Nuestro tema de hoy es el amor, y los miembros del coro deben expresar sus opiniones acerca del amor.
Después habrá otra escena que se llama Finalistas de la Orquesta. Desde hace muchos años los concursos musicales me han desconcertado: los instrumentistas que se presentan tratan de obtener algún premio y tocan como solistas, uno después de otro, delante de un jurado que los califica. Es el caso de esta pieza. Para esta obra escribí doce solos para doce instrumentistas solistas, que se presentan uno tras otro delante del micrófono. Entonces algo muy extraño sucede, porque cada sonido instrumental se transforma electrónicamente; he proyectado un espacio acústico especial para cada instrumento. Voy a tener cuatro meses para preparar, a través de la música electrónica, el espacio acústico de los 12 instrumentistas solistas y la transformación de los sonidos tradicionales de los instrumentos. Así es que habrá un concurso y tengo la idea de que sea el público quien escoja después de la primera sesión. Tendrán unas hojas de papel para escribir cuál es el instrumentista que más les gusta. Después viene la segunda vuelta.
Al final de esta segunda parte habrá un intermedio. Mientras tanto, el Presidente se ha visto obligado a dejar el auditorio, a causa de un accidente, y los tenores han decidido poner a una mujer en su lugar. Así, la flamante Presidenta anuncia: Ahora vamos a mostrarles un espectáculo nunca visto... Esto es, el "Cuarteto de cuerdas y helicópteros".
Desde luego que resulta problemático, pues una vieja Casa de Ópera no tiene acceso a cuatro helicópteros y a toda la infraestructura tecnológica que se requiere. Veremos lo que sucede. Pienso que lo mejor sería tener una Casa de Ópera donde se pudiera abrir el techo, y en la noche ver las estrellas y a los cuatro helicópteros en el cielo. Estoy un poco enloquecido con este tipo de visiones y no suelo darme por vencido con ideas que parecen imposibles.
Después de esto viene una escena bastante larga para coro y varios solistas invisibles. En Miércoles desde la luz traté de utilizar cada vez más espacios que no existen dentro del auditorio, pero que se proyectan electrónicamente. En la última escena, varios solistas llaman por teléfono a través de un monitor de televisión para solicitar su participación. Entonces el Presidente pregunta: Dónde está usted?, y alguno contesta estoy en Australia, pero me gustaría participar en... Viena. Mi intención es romper con el concepto que se ha establecido como irrefutable desde hace muchos años de que una presentación musical debe llevarse a cabo en una habitación cerrada. Me gustaría integrar todo tipo de lugares del planeta, incluso extraplanetarios si es posible: naves espaciales donde los intérpretes toquen partes de mi composición, y que la composición sea una combinación real de muchos intérpretes ubicados en diferentes espacios y en diferentes niveles de tiempo.
En diversas ocasiones ha encontrado en los sueños la posibilidad de anticipar la concepción total de una nueva obra...
Sí, esto ha sucedido con frecuencia en mi vida: he soñado una presentación musical que era imposible de realizar, y sin embargo la escribí, y más adelante encontramos la manera de llevarla a cabo.
Me habían pedido que escribiera un cuarteto de cuerdas, y respondí que no lo haría. Ésa es una forma del siglo XVIII. Entonces tuve un sueño, poco después de haberme rehusado a componer la pieza: era tan fascinante ver a esos cuatro músicos volando y tocando... Vi mucha gente, multitudes en algún lugar de Salzburgo, frente al domo, todos mirando hacia arriba para ver en los cuatro monitores a los cuatro músicos. A la mañana siguiente estaba transformado. Entonces escribí los primeros bocetos. Por mucho tiempo no se lo dije a nadie. Pensé que si hablaba de esto podrían robarme la idea. Me tomó alrededor de dos años escribir la obra y ahora comienza a existir.
Nunca pensó que la instrumentación de un cuarteto de cuerdas y cuatro ruidosos helicópteros hubiera podido resultar un tanto desbalanceada? Por qué no pensar en un conjunto de metales, por ejemplo?
No, por que me invitaron a escribir un cuarteto de cuerdas, y en mi sueño había cuatro instrumentos de cuerdas y no metales. No, no..., porque los instrumentos de cuerda tienen ese fantástico tremolo! Es como si los brazos y los arcos de los instrumentistas fueran las hélices...
Sin duda esta presentación ha resultado muy importante en la historia de la música. Estaba usted conscientede esto al escribir la obra?
Bueno, mis primeros trabajos electrónicos fueron también innovadores. Mi primera pieza para cuatro grupos de amplificadores alrededor del público, de 1954, tuvo la misma importancia histórica. En muchos momentos de mi vida he intentado hacer cosas que nadie había probado nunca. Me gusta abrir nuevos espacios, crear nuevas experiencias.