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1. El posible viaje de miembros del EZLN a la capital de la República formaría parte de una nueva acción ofensiva por la paz desplegada desde la selva Lacandona. La primera fue el 1o. de enero de 1994 (¿vale la paradoja?).
2. Esta nueva acción ofensiva estaría construida desde la fuerza e inteligencia del movimiento indígena chiapaneco y nacional y de las redes civiles y políticas que dicho movimiento ya ha logrado tejer en México y en otros países: desde donde es posible ``poner la política sobre sus pies'' y pensar el poder no como la superestructura y como las formas de representación que de él mismo derivan, sino como la expresión de la voluntad colectiva, viva y palpitante --cotidiana-- de los hombres que integran un determinado conglomerado social, regional o nacional.
3. Contra la nueva ofensiva de paz --ya desatada por aquellos que desde el Congreso Indígena o la sociedad civil hacen la invitación al EZLN para que llegue a la ciudad de México-- el gobierno ha hecho una nueva declaración de guerra: ``si salen se aplicará la ley'', ``es una provocación'', ``es inadmisible'', ``proviene de los excesos histriónicos y protagónicos de la dirigencia zapatista'', gritan histéricos algunos funcionarios gubernamentales.
Añaden a ello una serie de acciones de claro perfil contrainsurgente: cierre máximo del cerco militar en la zona del conflicto, anuncio estridente de ``un nuevo'' programa para la selva Lacandona (¿cuántos más tendrá que soportar la población de la selva?), campañas ``de miedo'' frente a la ``llegada de indios y zapatistas a la capital'' (¿cerrará ese día sus puertas el viejo Sanborn's de los azulejos?).
4. No obstante dichas acciones gubernamentales, la lucha que se despliega ahora resulta claramente desigual: el movimiento zapatista se han encargado de ``achicar'' al gobierno con flagrancia y alevosía, mostrando una superioridad de medios (morales, políticos, de inteligencia) que para algunos era imposible siquiera sospechar. Sin que el EZLN haya dado todavía su aceptación formal para viajar al DF, ya ha infligido una derrota de consecuencias a los políticos y operadores gubernamentales; ganó sin mayores esfuerzos la encuesta más reciente de Alianza Cívica; imantó en pocos días a la ciudad de México para dar curso a una de las manifestaciones --del 2 de octubre-- más importantes de estos tiempos; y multiplica en horas la adhesión a su causa de políticos, profesionistas, intelectuales, trabajadores, amas de casa, jóvenes y niños.
5. La razón de esta ``inversión de términos'' en la lógica del conflicto (como se sabe, es el gobierno el que quiere o ha querido ``achicar'' al zapatismo) no tiene que ver con actos esotéricos de magia indígena o con la estupidez de algunos asesores del gobierno. La razón es transparente: como decíamos, el posible viaje del EZLN a la ciudad de México sería una acción ofensiva por la paz (``una paz con justicia y dignidad'', agregará todo el tiempo el zapatismo), y ello es claro para todo el mundo. Tan claro como es que las acciones del gobierno se inscriben en un marco táctico y estratégico de guerra.
Pero más allá de la justeza y claridad de los motivos de la virtual visita, hay que agregar que el arribo zapatista a la ciudad de México tendría toda la marca una acción gandhiana de largo aliento, en el incesante proceso de reconstrucción radical de los códigos de la política (de la cultura política, dirían algunos) que los zapatistas se han encargado de impulsar, aun a costa de sus vidas. ¿Aprenderemos de ello?.