Culpa Lozano a los hermanos Arellano Félix del asesinato de Ibarra Santés
Juan Manuel Venegas El procurador Antonio Lozano Gracia responsabilizó a los hermanos Arellano Félix del asesinato del comandante Ernesto Ibarra Santés; anunció la captura de cinco ``gatilleros a sueldo'' de los capos de Tijuana, tres en México y dos en Estados Unidos, y advirtió que contra esa organización se reforzarán plazas, se le combatirá frontalmente y se pondrán todos los elementos de la PGR que sean necesarios para esa tarea.
La consecuencia lógica ``deberá ser su captura'', dijo Lozano Gracia, luego de contar ayer parte de la historia delictiva de Ramón y Benjamín Arellano, convertidos en los últimos años en los narcotraficantes ``más poderosos y peligrosos del país''.
Una historia que los describe como responsables de los asesinatos de militares, comandantes y agentes de la Policía Judicial Federal (PJF), periodistas que pretendieron extorsionarlos, narcos rivales y hasta del sparring de Julio César Chávez.
Un relato en el que los Arellano dominan el tráfico de drogas en Baja California, Sinaloa, Jalisco y el Distrito Federal; que tienen como objetivo eliminar a Amado Carrillo Fuentes, el llamado Señor de los cielos, y que en su afán por desaparecer a los grupos delictivos antagónicos asesinaron ``por confusión'' al cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en 1993.
Su más reciente crimen, informó Lozano Gracia, fue el del comandante Ernesto Ibarra Santés, subdelegado de la PJF en Baja California. La captura de tres de sus gatilleros aquí en México permitió identificarlos como los autores intelectuales.
También se determinó el móvil: los Arellano ordenaron asesinar a Ibarra Santés ``porque cada vez estaba más cerca de lograr su captura''.
Uno de los sicarios del cártel de Tijuana, Fausto Soto Miller, El Chef, fue detenido en Guadalajara e identificado como uno de los ``principales encargados de la seguridad de Ramón''. Ya fue enviado al penal de máxima seguridad de Almoloya.
Los otros dos, Francisco Cabrera Castro, El Piedras, y Gilberto Vázquez Culebro, El Cachuchas, detenidos en el Distrito Federal, fueron los autores del homicidio de Ibarra Santés, el 13 de septiembre pasado.
En Estados Unidos fueron capturados, con fines de extradición a México, Alfredo Odallán Palacios y Emilio Valdez Maneiro. Los dos están en una prisión de San Diego y, según las declaraciones de El Piedras y El Cachuchas, también participaron en el homicidio del comandante.
La huella de los Arellano Félix
Soto Miller relató los hechos delictivos en que participaron Ramón y Benjamín Arellano. Y de su declaración ministerial se desprende la historia de los capos de Tijuana. El la conoció de primera mano:
A fines de 1988, Ramón dio muerte a Armando López, conocido en el norte del país como El Rayo López. Los motivos: ``rencillas personales''.
Entre octubre y noviembre de 1994, en una casa de seguridad de la colonia Polanco, en el Distrito Federal, Ramón citó a una reunión ``con carácter de urgente'', a la que llegaron el propio Soto Miller, Pablo Ramson, El Tiburón, Alejandro y Miguel Odallán y Emilio Ricardo Valdez.
El Chef dio los pormenores de aquella cita en Polanco: por instrucciones de su jefe, había que planear la ejecución ``de varios narcotraficantes, especialmente de Amado Carrillo y un colombiano (del que no recordó su nombre)''. Las órdenes se cumplieron a medias, y sólo pudieron asesinar al sudamericano.
Por esos mismos meses, El tiburón asesinó a dos sujetos apodados El Smeke y El Marroquín. Al año siguiente, ``por noviembre de 1995, un reportero gráfico del diario El Mexicano'', de Baja California, pretendió extorsionar a El Tiburón, diciéndole que tenía fotos de los homicidios de El Smeke y El Marroquín.
La osadía la pagó el fotógrafo: a los pocos días fue acribillado.
En marzo de 1995, en Polanco, por órdenes de los hermanos Arellano fue asesinado Endir Rico, presunto narco. El lugar del crimen: avenida Presidente Masarik.
El relato se detiene en ese año. La fecha y el lugar quedaron asentados en la historia oficial de los Arellano: 25 de julio en Chapala, Jalisco. Ese día, Ramón fue interceptado en una carretera rumbo al lago por dos agentes de la PJF, que le cerraron el paso a la camioneta en que viajaba.
El capo, sin embargo, se salvó de ser capturado debido a que sus guardaespaldas atacaron a los dos federales, que resultaron gravemente heridos.
También en 1995, en octubre, El Tiburón ultimó a dos judiciales de Baja California que lo habían interceptado en la avenida Agua Caliente, de Tijuana.
Ya en julio de 1996, sicarios de los Arellano que vigilaban una casa de Amado Carrillo se enfrentaron a balazos con elementos del Ejército Mexicano. En los hechos murieron dos soldados.
Otros crímenes atribuidos a los gatilleros de Ramón y Benjamín son los del narcotraficante Baltazar Díaz Vega, su esposa e hijo, ocurridos en la ciudad de México.
En Toluca, ``a principios de este año'' asesinaron a Javier Caro Payán --sobrino de Rafael Caro--, a Martín Curiel Becerra, esposo de Sara Cosío --sobrina del ex gobernador de Jalisco, Guillermo Cosío Vidaurri--, y al boxeador Jesús Gallardo Vigil, sparring de Julio César Chávez.
Soto Miller también contó cómo los Arellano escaparon de la balacera del 8 de noviembre de 1992 en la discoteca Christine de Puerto Vallarta. ``Allí se dio un enfrentamiento contra los hombres de El Chapo... murieron varias personas y Benjamín y Ramón pudieron escapar porque se encontraban en el baño''. Al empezar el tiroteo, él los ayudó a salir por el conducto del aire acondicionado, que los condujo hasta la azotea del inmueble.
El caso Posadas, según Soto Miller
De acuerdo con el relato de Soto Miller dado a conocer ayer, el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en el aeropuerto de Guadalajara fue una confusión, pues ``los gatilleros que acompañaban a Ramón Arellano en aquella ocasión tenían la pretensión de asesinar a Joaquín El Chapo Guzmán Loera.
``Tenían varios días buscándolo, e incluso cuando llegaron al aeropuerto --ya Ramón iba de regreso a Tijuana-- confundieron el vehículo del cardenal con uno similar que utilizaba Guzmán Loera''.