Letra S, 3 de octubre de 1996
Uno de los principales obstáculos que enfrentan los mensajes
preventivos contra el sida es la creencia infundada según la cual la
educación sexual y, sobre todo, la información acerca de los métodos
para evitar embarazos, incitaría a jóvenes y adolescentes a ejercitar
una mayor y más temprana actividad sexual. Diversos estudios
realizados en diferentes países de Europa, Asia y América --México
incluido--, revelan la falsedad de esa creencia. La Organización
Mundial de la Salud (OMS) realizó, en 1993, la evaluación de 35
investigaciones sobre el tema, y encontró que ``no hay evidencias de
que la educación sexual en las escuelas induzca a la gente joven a
incrementar o adelantar su actividad sexual''. Algunos de los estudios
evaluados demostraron incluso que este tipo de instrucción puede
llevar a diferir el inicio de dicha actividad y a disminuir el número
de encuentros sexuales entre las y los jóvenes. Con respecto al sida,
diez de las investigaciones analizadas por la OMS reportaron
incrementos significativos en la adopción de prácticas seguras entre
jóvenes sexualmente activos.
Los resultados de todas estas investigaciones sobre el comportamiento sexual juvenil son de suma importancia si se toma en cuenta que, según estimaciones del Programa Global sobre Sida de la OMS, al menos la mitad de todas las infecciones por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), ocurren entre jóvenes de 15 a 24 años de edad. Las infecciones en este sector de la población se sitúan a la cabeza de esta pandemia. Y a ello contribuye poderosamente la oposición a la labor preventiva en las escuelas. Así lo confirmó, en la Conferencia Internacional sobre Sida en Berlín (1993), el director ejecutivo del Programa Global sobre Sida de la OMS, doctor Michael Merson: ``La creencia de que la educación sobre el sexo podría promover la actividad sexual en la gente joven es una poderosa barrera a la introducción de campañas preventivas del VIH para los jóvenes. Todas las evidencias a la vista sugieren exactamente lo contrario. De hecho, creemos que dar información sobre sexualidad y la necesidad de las prácticas seguras a niños y jóvenes, los ayuda a protegerse a sí mismos de la infección por VIH.''
Los falsos dilemas de la derecha
Investigaciones sobre la sexualidad adolescente, como las evaluadas por la OMS, ayudan enormemente al convencimiento de las autoridades educativas sobre la importancia de incluir la información preventiva contra el sida en sus planes y programas de educación sexual. En México, este convencimiento, un tanto tardío (octubre de 1995), llevó a la firma de un convenio de colaboración entre la Secretaría de Salud (Ssa), a través del Consejo Nacional para la Prevención y Control del Sida (Conasida), y la Secretaría de Educación Pública (SEP), en donde ambas instituciones se comprometen a realizar esfuerzos conjuntos para controlar la epidemia. Sin embargo, justo es informar que el Conasida realiza desde 1990 una labor capacitadora entre los maestros a través del programa ``Prevención del sida en el magisterio''. Dentro de ese programa, en 1993 el Consejo realizó una prueba piloto con 397 padres de familias, cuyos hijos e hijas asistían a escuelas secundarias oficiales. Los resultados son elocuentes: 81 por ciento de los padres estuvieron totalmente de acuerdo en que las escuelas asuman parte de la responsabilidad de brindar a sus hijos e hijas educación sexual, en donde se incluya información sobre el sida y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS). El 19 por ciento restante, lejos de estar en total desacuerdo, delegó completamente dicha responsabilidad al sistema educativo. El dato es importante porque desmiente frontalmente a los sectores minoritarios de paterfamilias, como el membrete Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), que pretenden atribuirse la representación general en su cruzada contra la instrucción sexual de los libros de texto.
Recientemente, esa agrupación, junto con el gobierno panista de Guanajuato, con Vicente Fox a la cabeza, y los obispos más beligerantes del país, iniciaron una nueva ofensiva contra el carácter laico de la educación. Sin embargo, en el terreno de la educación sexual y ante la contundencia apabullante de la realidad (las encuestas disponibles, la del Consejo Nacional de Población --Conapo-- por ejemplo, sobre los medios por los que las y los jóvenes obtienen información sexual, sitúan en primer lugar a libros, revistas y folletos; en segundo, a los profesores; y en el cuarto lugar, después de los amigos, a los padres de familia) han cedido en algo. Ya no se atreven a cuestionar a la instrucción sexual como un asunto de interés público, sino que ahora, en franca provocación y desafío a la autoridad responsable, lanzan y difunden sus propios textos, que ellos llaman eufemísticamente ``alternativos'', sobre orientación sexual. En sus contenidos no sólo promueven abiertamente la religión católica, sino que desinforman y distorsionan la enseñanza de la sexualidad. En uno de los textos del Diplomado de Orientación Familiar para Maestros, auspiciado por las autoridades educativas del gobierno panista de Guanajuato, se lee: ``La actividad sexual es una necesidad vital secundaria para el individuo, de tal manera que se puede prescindir de la relaciones sexuales temporal, indefinidamente. Sin embargo, la actividad sexual es una necesidad vital primaria para la especie humana, ya que de esta manera se asegura su conservación (...) Buscar el placer como fin en sí mismo rompe el equilibrio antropológico y puede traer graves consecuencias para la salud.'' A los cuestionamientos que se sucedieron luego de darse a conocer esos textos, el gobernador Vicente Fox respondió, en tono desafiante, que eso era sólo el principio.
Para los esfuerzos preventivos que desde diversas esferas, gubernamentales y no gubernamentales, se llevan a cabo para controlar la epidemia del sida, estos textos resultan un retroceso y significan una amenaza por su intención saboteadora. En los libros que difunde la Unión de Padres antes mencionada, con el título Eduquémonos para el amor, desarrollo humano y sexualidad, según el representante de esa organización en Jalisco, Armando Fernández, se promueve la abstención como medida para prevenir las ETS (La Jornada, septiembre 14). Y la promueven sin contar con el apoyo de alguna investigación seria que sustente la eficacia preventiva de esa medida --porque les basta el acatamiento puntual de la doctrina--. Afortunadamente, existen estudios fiables que sitúan a la abstinencia sexual en su verdadero valor preventivo. En el estudio ya señalado de la OMS, se concluye que ``los programas escolares que promovieron tanto el posponer el inicio de la actividad sexual como el sexo protegido para los sexualmente activos, fueron mucho más efectivos que aquellos que sólo promovieron la abstinencia''. Pero suponerles a los voceros de la UNPF, y a sus aliados panistas, algún interés verdadero en el control de un problema de salud pública es concederles demasiado. En realidad, sus intenciones apuntan a otra dirección, y el señor Fernández, vocero jaliciense de ese grupo, no tiene ningún empacho en manifestarlo: el fin es ``contrarrestar las campañas sanitarias que promueven el libertinaje sexual'' (La Jornada, septiembre 14). De nuevo, la necedad como argumento: la información objetiva incita a la lujuria.
Por fortuna, a estas barreras ideológicas, que distorsionan el objetivo de las campañas preventivas y de la instrucción sexual, las desmantelan estudios como los analizados por la OMS. Y como concluye Conasida en información proporcionada a este Suplemento: ``el gran avance radica en que si bien los padres de familia en su mayoría no pueden abordar el tema (de la sexualidad y del sida) en el hogar, no sólo lo están permitiendo a través del sistema educativo, sino que lo están solicitando''.
``Durante seis horas seguidas, seis cadenas francesas de televisión
dedicaron sus esfuerzos simultáneos a conseguir simpatías y recursos
para el combate contra el sida. A lo largo del gigantesco programa, no
faltó quien propusiera que, si un extranjero es descubierto sin
documentos en Francia, pero padece de aquel mal, no debe ser expulsado
del país. El asunto llamó la atención del destacado editorialista galo
Jean-Franois Revel, quien dedicó al tema una interesante reflexión
en las páginas de Le Point.
Señala Revel que el sida no es el único mal que acosa a la humanidad; ni siquiera el que mayor número de muertes produce. Estadística en mano, muestra que el cáncer de próstata ha matado, en un solo año, a más personas que el sida en diecisiete. Y las enfermedades cardiovasculares acaban con más franceses por año que todos los cánceres juntos. En los países pobres, agrega, la malaria es decenas de veces más letal que el sida.
¿Por qué entonces, se pregunta Revel, la magnificación de ese mal hasta convertir la lucha en su contra en la síntesis de los combates por los derechos humanos?
El escritor cita el libro Le rose et le noir recientemente publicado por Seuil, debido a la pluma de Frédéric Martel, en el que el autor muestra cómo los movimientos homosexuales de liberación, que avanzaban políticamente en la conquista de igualdad de trato para sus miembros, se toparon un día con el sida y ubicaron en esta enfermedad una especie de conspiración en su contra. ¿Por qué los enfermos del llamado mal del siglo gozarían de privilegios que no se conceden a los asmáticos, a los diabéticos, a los cancerosos? Ninguno de estos últimos ha hecho de su enfermedad una conjura mundial discriminatoria y sí, en el caso, han aceptado las medidas que buscan evitar contagios.
Con Martel, Jean-Franois Revel lanza un grito de alerta evocando a Montesquieu: El derecho a la diferencia puede rápidamente conducir a la diferencia de derechos... lo que sería la negación misma de la democracia.'' (Ya no se sabe si el PAN es homófobo o la homofobia es panista).
Carlos Castillo Peraza.
Nexos, Núm. 224, agosto, 1996.