Cuauhtémoc Cárdenas
Libre tránsito, mensaje de distensión

En tanto se desarrolla el diálogo y la negociación, el gobierno federal adoptará las medidas necesarias para garantizar el libre tránsito de los dirigentes y negociadores del EZLN y asegurar que no serán molestados, en sus personas o posesiones, por autoridad federal alguna. Las autoridades competentes del gobierno federal, se coordinarán con las del estado de Chiapas y de los municipios respectivos, para que el libre tránsito y la integridad de los dirigentes y negociadores del EZLN, en sus personas y posesiones, quede garantizada...

ARTÍCULO 6o. DE LA LEY PARA EL DIÁLOGO, LA CONCILIACIÓN Y LA PAZ DIGNA EN CHIAPAS.

Del 8 al 12 de octubre próximos se celebrará en esta ciudad el Congreso Nacional Indígena y a nadie escapa la importancia --y la necesidad-- de que en él se escuchen las voces del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Los diálogos de San Andrés en la búsqueda de la paz, los diálogos entre el gobierno y los partidos políticos en torno a la reforma electoral, los debates diarios de los distintos actores sociales y políticos en los medios de información sobre todo tipo de cuestiones, la petroquímica entre ellas, y la discusión permanente en las arenas legislativas, independientemente de sus resultados, han fortalecido las vías pacíficas y las estructuras institucionales.

¿Por qué, entonces, desde el lado oficial parece despertar tantos temores y se rechaza la salida de Chiapas --o incluso más allá de San Cristóbal y San Andrés-- de representantes del EZLN?

Los argumentos que pudieran darse con pretensiones de legalidad no se sostienen. Además de que el gobierno de la República quedó comprometido por la Ley para el diálogo, la conciliación y la paz digna en Chiapas a garantizar el libre tránsito para los miembros del EZLN mientras duren las negociaciones de paz, la propia autoridad ha ordenado la suspensión de la ejecución de las órdenes de aprehensión para los mismos, que los protege en su tránsito por la República.

Si de la seguridad de los dos, tres o cuatro miembros del EZLN que pudieran venir a la ciudad de México se tratara, la gente que los acompañe en su trayecto de Chiapas a la capital --y quienes además de ellos están empeñados en transformar al EZLN en Frente Zapatista para que se incorpore a la vida civil del país-- tienen capacidad para asegurar que nada les suceda durante los días que se alejen de la selva.

Si, por otro lado, los representantes zapatistas deciden salir hasta esta ciudad, será porque tienen la certeza de que no corren ningún riesgo, y que en la actitud que asuman las autoridades, de observancia y respeto a la ley, están sus mayores seguridades.

Con una actitud así, el gobierno de la República dejaría ver que nada teme a cualesquiera diálogos o presencias que se den dentro del marco de nuestras leyes. Mostraría, además, confianza en sí mismo y confianza en la gente, aunque las posiciones planteadas en el terreno del derecho pudieran incluso llegar a estar confrontadas.

La asistencia de representantes del EZLN al Congreso Nacional Indígena y una actitud del gobierno abierta respecto a esa presencia, crearían un clima de distensión que recibiría el reconocimiento de todos y contribuiría, sin lugar a dudas, a acercar el día en que se concluyan los acuerdos de la paz.