Marco Rascón
¿La paz es una provocación?

Aplicando toda la fuerza del Estado contra... la paz, la Secretaría de Gobernación ha calificado la intención del EZLN de acudir a la ciudad de México, como ``una provocación''.

El estilo personal de gobernar del doctor Zedillo en contra de cualquier expectativa de cambio es una garantía para la guerra y el terrorismo, en la medida que utiliza la legalidad para cerrarse todos los caminos para el diálogo y el entendimiento nacional, hasta llegar al absurdo de considerar las medidas políticas y por lo tanto de paz como ``provocaciones''.

Trasladar una representación del EZLN tendría varias implicaciones en favor de la paz que modificarían el escenario de tensión actual:

Uno. Fortalece el campo de la política.

Dos. Incorpora al EZLN al debate nacional e integra a Chiapas al debate de los problemas nacionales, fundamentalmente en el plano económico y político.

Tres. Se debilita el clima de violencia al señalar a otros millones de marginados, a otros grupos armados, que en la política todavía hay alternativas y que en el país aún existe espacio para el entendimiento sin el lenguaje de las armas. El traslado del diálogo al Distrito Federal es un reto para el gobierno, pero un arma de dos filos para el EZLN: a ambos los compromete con la paz.

Cuatro. Se desmontan las medidas represivas y de fuerza, anteponiendo las políticas. La presencia de los zapatistas significaría una demostración de voluntad por parte de todos y, a su vez, una forma de integración por la vía pacífica de las causas que han generado los levantamientos armados. ¿No sería esto un factor de la transición, en vez de expresión de la descomposición social y política? ¿No sería convertir la violencia negativa en fuerza positiva por el cambio?

Cinco. El gobierno no perdería nada; ganaría credibilidad interna.

Seis. Paradójicamente, por su particularidad, el diálogo con el EZLN fortalecería la soberanía en contra de la opinión de Seguridad Nacional que justifica su oposición aludiendo un problema de soberanía. Siendo un recurso de entendimiento interno y político, las armas pasarían a segundo plano.

Las objeciones gubernamentales expresadas a través del mismo Zedillo, Gobernación o Bernal, revelan que en San Andrés Larráinzar el gobierno era quien provocaba la guerra y el rompimiento. Que la militarización tiene que ver con la incapacidad del neoliberalismo para responder a los problemas sociales y que el gobierno inauguró el ingreso a la guerra sucia y el terror de Estado; lo que menos le importa es la paz y la integración del país.

Dos años de negociaciones con el EZLN, revelan que el gobierno no está desesperado, sino que sigue un plan para destruir al EZLN. La transición española duró dos años para un país entero y escindido. En nuestro caso, en estos dos años el gobierno no ha cesado en su afán de confinar al zapatismo a un pequeño lugar de la selva para acabar con la expectativa de cambio que generó. Zedillo ha demostrado con sus comentarios que no es una víctima de fuerzas oscuras, sino un ideólogo de la fuerza con iniciativa, fiel continuador de la obra de Carlos Salinas. La ``legalidad'' es para el gobierno, un instrumento de fuerza dada su visión de que lo México necesita es dejar de resistirse al modelo neoliberal.

Hoy por las presiones internas, el PRI se ha derrumbado ideológicamente. Guillermo Ortiz anuncia acelerar las privatizaciones ante el peligro de que aumente la presión social y la resistencia al neoliberalismo, que se expresa en confusión y llamados generalizados a parar la entrega del país y su destrucción.

Los zapatistas en la ciudad de México harían una gran aportación a la paz. Detenerlos con argumentos autoritarios, es una contribución decidida en favor de la guerra y la violencia.