José Blanco
Idea nebulosa

Decíamos hace tres semanas en este espacio que los datos en términos de inflación, crecimiento, empleo, tipo de cambio, tasas de interés, del último semestre --reiterados por el segundo Informe de Gobierno--, parecían confirmar el freno al deterioro y a la desestabilización de los dos trimestres anteriores, reconfirmándose así la política económica en curso: flotación del tipo de cambio acompañada de un margen de subvaluación para dinamizar las exportaciones, y una aguda astringencia monetaria y de gasto público para controlar la inflación, abatir las importaciones y corregir así la balanza de pagos (el déficit en cuenta corriente del primer semestre de 1995, se tornó un superávit de 523 millones de dólares en el primero de 1996). El crecimiento del sector exportador ``jalaría'' al resto de la economía y la disciplina fiscal y monetaria, al disminuir la inflación y los tipos de interés nominal y real (abaratamiento del crédito), impulsaría el crecimiento del consumo y de la inversión privada en los sectores no exportadores, con lo cual se generalizaría la recuperación.

A diferencia del gobierno anterior, que utilizó el tipo de cambio como un ancla frente a la inflación, el actual anunció que continuará la flotación acompañada de una subvaluación que, según algunos cálculos bancarios, será de alrededor de 10 por ciento al menos hasta el fin del presente año. El deslizamiento del tipo de cambio será una presión continua sobre los precios, por lo que el control de la inflación quedará a cargo de la disciplina monetaria y de gasto público.

En principio el segundo informe suscitó cierto desconcierto entre quienes leen la letra chiquita de un texto por su naturaleza lleno de claves (entre ellos, destacadamente, las agencias internacionales que manejan fondos de ahorradores y operan inversiones financieras), porque el Presidente parecía anunciar, para el año venidero, un presupuesto equilibrado (ni superávit ni déficit financiero). Las incertidumbres generadas por este anuncio provenían de las sumas que no era muy difícil hacer sobre las obligaciones de gasto del gobierno para 1997, entre ellas la ampliación de gasto para las jubilaciones en el marco del nuevo régimen jurídico. Adicionalmente también suscitaba dudas el hecho de que se habría tratado de la primera vez en alrededor sesenta años que en un año electoral (1997), no hubiera ampliación del gasto y crecimiento del déficit público.

La comparecencia del secretario de Hacienda aclaró este punto, porque habló de la generación de un déficit (``moderado'') para 1997, pero financiado sobre ``bases sanas''. El énfasis fue el combate a la evasión fiscal (no el aumento de los impuestos), a efecto de reducir al mínimo posible el déficit de las finanzas públicas. Sin embargo, no es claro aún cuál será la dimensión efectiva del déficit, y como será financiado.

Entre tanto, la flotación del tipo de cambio y la generación de un déficit, suscita dudas acerca de las posibilidades reales del control de la inflación a los niveles a que quiere ser llevada. De otra parte, ya hay quien advierte la posibilidad de que los recursos recabados por las Afores podrían convertirse en el medio de financiar el déficit público. No sólo porque el Banco de México no funcionará como prestamista del gobierno, sino porque la propia recesión no genera posibilidades de colocación para el ahorro de los asalariados.

Con ello aparecen nuevas preguntas: el objetivo del aumento del ahorro era contar con recursos para financiar la inversión y, por tanto, apoyar el crecimiento del aparato productivo. ¿El financiamiento del déficit financiero gubernamental, con esos recursos, ampliará la formación de capital en México? De todo ello no puede quedar sino una idea asaz nebulosa.

De otra parte, es crecientemente sabido que la recesión tuvo el efecto de quebrar a muchas empresas ineficientes; ello mismo, junto con las quiebras que produjo la apertura, produjeron rupturas en numerosos puntos de las cadenas productivas. El efecto multiplicador de la inversión, por tanto, cayó sustantivamente. Pero además, la empresa exportadora (ahora la de mayor dinamismo), tiene un comportamiento similar a la empresa maquiladora: opera con grandes volúmenes de importaciones, todo lo cual implica que el poder de arrastre del sector exportador respecto al conjunto de la economía, debe ser insignificante. Es decir, seguimos sin saber aún cuáles son las vías por las cuales los signos de recuperación del último semestre podrían sostenerse.