Carlos Bonfil
Memorias de Antonia

Antonia's line: la descendencia de Antonia. Retrato de familia holandesa con una matriarca al centro. Antonia (Willeke van Ammelrooy) es la mujer que regresa al pueblo natal que abandonó de niña, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Mucho tiempo después, una Antonia octogenaria recuerda, el día de su muerte, todos estos episodios: aquella llegada al pueblo con si hija Danielle, de 16 años; la visita a su propia madre agonizante, Allegonda, con mirada hechizada y ausente, enfebrecida con los recuerdos de las infidelidades de su marido; la reacción de los lugareños seducidos por su porte seguro, su belleza madura y su sonrisa afable y retadora. A pesar de una oferta de matrimonio, Antonia, instalada en la placidez de sus cuarenta años, decide permanecer sola y atender sus asuntos domésticos y financieros sin la intervención de un hombre.

Memorias de Antonia (Antonia's line) es una película singular, escrita y dirigida por la holandesa Marleen Gorris, y premiada este año con el Oscar a la mejor película extranjera. El tema central: la apropiación que hace la mujer de su propio cuerpo, en franco desafío a las convenciones de la moral dominante. Un ejemplo: Danielle, hija de Antonia, decide tener un hijo, y para ello elige a un padre en un pueblo cercano; cumple con aplicación la faena indispensable y acto segundo se niega a ver de nuevo al joven semental. Madre soltera por elección propia, la joven se enamora después de Lara, una maestra, y decide vivir con ella. Su hija resultará ser literalmente un prodigio, una niña de inteligencia y precocidad excepcionales.

La manera discreta y a la vez vigorosa con la que Marleen Gorris aborda temas tan delicados (en el cine comercial) como la violación y el lesbianismo, señala no sólo su destreza como directora, sino también la potencia de su voz antisexista. Danielle castiga brutalmente al joven granjero que viola a su propia hermana deficiente mental, y lo obliga a abandonar el pueblo. Antonia lo vuelve a expulsar, imperiosamente, cuando años después intenta regresar. No hay espacio para la impunidad machista, el de la estirpe de Antonia (Antonia's line), comienza a imponerse en la comarca.

Antonia acepta sin reparos las decisiones de su hija: ser madre soltera y asumir abiertamente su homosexualidad. Los niños crecen en una Arcadia femenina-feminista en la que no hay lugar para la culpa o la flagelación de la carne. Al cura del pueblo, que se desgañita predicando contra la fornicación, Antonia lo sorprende de rodillas en su confesionario con una joven doncella, concentrado en abluciones muy poco cristianas.

Hay en la cinta personajes pintorescos, como el viejo filósofo recluido en su cueva de libros, director espiritual de Therese, la niña genio, a la que educa con el pesimismo crítico de los grandes maestros alemanes: Nietzsche y Schopenhauer. Hay también una mirada femenina y crítica sobre el amor y sus exigencias de abdicación intelectual. Como su madre, como su abuela, Therese es una joven dueña de sus decisiones, fortalecida constantemente por el goce de su autonomía.

Estas heroínas nórdicas no asumen supuestas fatalidades biológicas ni se desviven por obtener certificados de buena conducta como mujeres y como madres. Comparten con las heroínas del Bergman joven, el de Un verano con Mónica o Sueños de Mujeres. Como en Bergman también, el tema de la muerte es indisociable de la trama, ya en su prólogo o en su desenlace, pero también en el registro de las generaciones que se suceden silenciosamente, en la desaparición de los amigos, en los duelos ajenos que ayudan a anticipar y preparar el propio, el de Antonia, por ejemplo, mujer de lucidez extraordinaria.

Memorias de Antonia (Antonia's line) se exhibe en las nuevas salas de arte de Cinemex, en Polanco