Desde el primero de enero de 1994 cuando, en sus propias palabras, ``nació muerto'', el subcomandante insurgente Marcos nunca se había encontrado en una situación de peligro personal tan seria como la que vive actualmente. A diferencia del viernes 10 febrero de 1995, cuando estuvo a punto de ser atrapado en el curso de un repentino desembarco aéreo de tropas en Guadalupe Tepeyac, hoy, sábado 21 de septiembre de 1996, Marcos puede ser asesinado de un momento a otro. ¿Por qué?
El 9 de febrero de 1995, alrededor de las seis de la tarde, el doctor Ernesto Zedillo apareció en la televisión --y fue visto y oído por millones de personas-- para inaugurar oficialmente la persecución del vocero y máximo jefe militar de los zapatistas. Gracias a este despliegue publicitario del régimen, la opinión pública se movilizó enseguida y, en sólo unos cuantos días, con la ayuda invaluable de la solidaridad internacional, la ofensiva fue congelada.
Ahora todo es muy distinto. De acuerdo con los más recientes comunicados del EZLN (2 y 19 de septiembre), las tropas gubernamentales han penetrado en los territorios de la selva que los propios insurgentes denominan ``posiciones de montaña'' y están efectuando movimientos que, según Marcos, el Ejército federal llama ``envolventes''. Pero, a diferencia de febrero de 1995, nadie, o casi nadie, lo sabe. ¿Por qué?
En el gremio de los corresponsales extranjeros, me dice el tonto del pueblo, se especula que el ``gobierno'' apuesta, de nuevo, a descabezar a la dirección zapatista mediante una ``operación quirúrgica''. De lo que se trata, presumen los más enterados, es de ubicar exactamente a Marcos, al comandante Tacho y al mayor Moisés. Una vez alcanzado este objetivo, y sin anestesia desde luego, la ``cirugía'' se pondría en marcha a la mayor velocidad posible, porque el factor que más inquieta a los autores intelectuales del plan es el tiempo.
Si la misión se prolonga más de 48 horas y no logra controlar los efectos secundarios --la reacción previsible de las comunidades indígenas en la Selva y en los Altos, la respuesta de la sociedad civil en la ciudad de México y los movimientos de los especuladores bursátiles--, el problema se volvería político y económico y pondría en alto riesgo la estabilidad del peso. De allí, pues, la necesidad de actuar con precisión milimétrica. ¿Por qué?
``Estoy convencido'', me dice un funcionario electoral de Guerrero, ``que los militares no quieren tomar el poder. Manito, yo los conozco, chingao: es gente tranquila, no tienen el menor deseo de agarrar un paquete del tamaño de este país''. (En este punto me quedo callado y recuerdo: muchas veces he visto pasar a los soldados en sus carros de combate por el ejido La Realidad; en los momentos de tensión política se les nota la angustia en la cara, en el cuerpo, en las manos crispadas sobre los fusiles o las cámaras de video; en cambio, cuando la cosa se calma, hasta sonríen.)
``Los que están armando este desmadre'', insiste mi fuente, ``son los priístas, ¡ellos son los que están detrás de todo! ¡Ellos son los que están empujando al Ejército porque no quieren llegar al (proceso electoral del) 97! Los que van a decidir la elección del 97, en el Distrito Federal, no son campesinos que se pueden comprar con una lámina o con 50 pesos, manito, ¡son ciudadanos que están hasta la madre del PRI! Y el PRI sabe perfectamente que el año entrante, si no hay un golpe de Estado, ¡se va a la mierda!, ¿me entiendes?''
En el municipio de San Jerónimo (una zona considerada como ``la Suiza de la Costa Grande de Guerrero'', de tan apacible que es), la candidata del PRD a la alcaldía, me dicen, es una buena mujer de 60 años, llamada Estrella Marina, que el próximo 6 de octubre, viva o muerta, ganará los comicios. Hace unos días (lo publicó Maribel Gutiérrez, corresponsal de este diario en Acapulco) dos matones llegaron a la casa de la anciana, le colocaron una pistola en la cabeza y le advirtieron que si no suspendía su campaña, de inmediato regresarían para asesinarla. ¿Y bien? La campaña electoral de doña Estrella Marina continúa: no sólo Marcos, Tacho, Moisés y los niños indígenas de la Selva y de los Altos de Chiapas están en gravísimo peligro. Es el país el que se encuentra bajo amenaza de muerte.
En Villahermosa, un diputado del PRD se declara en huelga de hambre para denunciar que el ``gobierno'' de Roberto Madrazo planea acusarlo penalmente como ``miembro del EPR''. Instalado en el interior del edificio del Congreso de Tabasco, de pronto se ve rodeado por un grupo de pandilleros que, burlándose de su fuero, lo amenazan con sacarlo a patadas si no suspende el ayuno. El hostigamiento se prolonga tres días consecutivos y un periodista que lo atestigua me llama por teléfono y me dice: ``Esto es una dictadura, hermano, ¡es que no puede ser!''
Lo que da pánico, le confiesa al tonto del pueblo un funcionario de la PGR, es que ``a Gobernación ya se le fue el control de las manos: no tienen la menor idea de lo que están haciendo; el vacío es tan grande, que los tipos más duros de la guerra sucia de los setenta están adquiriendo un poder gigantesco. Pero ellos tampoco saben quién es quién''.
Esta semana, Reforma divulga extractos de un ``dossier de inteligencia'' sobre el EPR, que contiene ``una lista de 50 residentes extranjeros (19 estadunidenses, 5 españoles, 5 canadienses, 2 peruanos y 3 colombianos)... de quienes se tiene sospecha de su apoyo a actividades clandestinas''. Uno de los ``colombianos'', agrega el reporte de ese diario, ``es un académico de origen italiano desvinculado de toda actividad en Guerrero'', quien resulta ser --lo confirmó el tonto del pueblo-- el economista Ugo Pipitone, colaborador semanal de La Jornada.
Un defensor de derechos humanos me cuenta: ``En Guerrero y en Oaxaca hay comunidades indígenas y campesinas que tienen hasta 30 detenidos; en otros estados de la República, la persecución contra las organizaciones del Frente Amplio para la Construcción del Movimiento de Liberación Nacional (FAC-MLN) es monstruosa. Sólo por dar un ejemplo: en la ciudad de México, la mitad del Frente Popular Francisco Villa se está escondiendo''.
El Canal 40 difundió este martes, a las 10:30 de la noche, en el nuevo horario del programa Realidades, un documento histórico. Ambientado en una escenografía alucinante, que sugería la atmósfera de una moderna catacumba, se verificó un debate que nunca llegó a serlo, entre Jorge del Valle y Roberto Alvarado, El Rabo --miembros de la delegación gubernamental en la Mesa de San Andrés-- y Luis Hernández Navarro y Gilberto López y Rivas, en nombre del cuerpo de asesores del EZLN para el tema Justicia y Democracia.
El público --los 2 millones de espectadores que capta el Canal 40-- tuvo el privilegio de comprender por qué el EZLN abandonó el diálogo en Chiapas ``sin importar las consecuencias''. Durante una hora, mientras Alvarado sufría ante las cámaras tratando de hilar dos frases coherentes, Del Valle conservó la tiesura y la expresión de un rey de baraja, y en ningún momento contestó las rotundas afirmaciones de Hernández Navarro. Este dijo en su primera intervención:
``La parte gubernamental no ha cumplido ninguno de los acuerdos de la mesa I (Cultura y Derechos Indígenas) o los ha cumplido marginando a los zapatistas, mientras a la primera fase de la mesa II no llevó invitados ni propuestas; en la fase dos se limitó a tomar nota de las propuestas del EZLN, y en la fase tres presentó un documento muy vago que apenas reiteraba algunos acuerdos tomados por el Congreso de la Unión para la reforma electoral federal''.
Del Valle, en su ``respuesta'', no mencionó uno solo de estos reclamos, como si no los hubiera oído; subrayó, en cambio, que había accedido a conversar públicamente con los asesores del EZLN, ``a pesar de que no representan a nadie''; se quejó porque esta es la tercera vez que el EZLN se levanta de la mesa de San Andrés ``por razones extradiálogo'', cosa que, insinuó, es terrible, porque genera, dijo, ``incertidumbre social''. Luego, usando uno de los términos favoritos de Pinochet, agregó que por ahí circulan ``tesis extremistas de que hay militarización en Chiapas'' (lo cual, como todos sabemos, no es cierto) y, por último, en el colmo de la seguridad en sí mismo, negó que en diciembre de 1995 hubiese declarado a la prensa que la estrategia de la delegación gubernamental era el ``achicamiento político'' de los zapatistas (método que, a la postre, provocó el achicamiento de la delegación gubernamental).
Mientras Del Valle y Alvarado representaban en la pantalla del Canal 40 una escena que llevaba 18 meses repitiéndose en la Mesa de San Andrés, el jefe de la delegación gubernamental habló con un grupo de empresarios de Durango y otro de Nayarit, y logró convencerlos de que firmaran sendos desplegados en La Jornada (¿pagados por quién?) dirigidos al EZLN en lo general y al subcomandante Marcos, sobre todo, en lo particular, pidiéndole que ``reflexione sobre las consecuencias de sus actos''.
Bernal y los hombres de negocios que lo respaldaron olvidan por lo visto que la decisión de abandonar la Mesa de San Andrés no la tomó el sub Marcos, sino que fue producto de una consulta democrática del EZLN, celebrada en todas las comunidades zapatistas de Chiapas, a través de la cual, con el consentimiento de los hombres y las mujeres, los ancianos y los niños de 12 años en adelante, el ``hermoso ejército'' rebelde (como lo ha llamado Ernesto Sábato) ratificó su determinación de seguir luchando por una solución verdadera a los problemas de los indígenas de Chiapas y de todos los habitantes del país.
Tal vez los miembros de la delegación gubernamental para la Mesa de San Andrés no se han percatado de que, por obvias razones (y el estado actual del país es la más obvia de todas), el diálogo de Chiapas no podrá continuar en ese espacio, y que la dirigencia del EZLN ha decidido comprobar, a los ojos del mundo, que tenía razón cuando en enero de 1994 convocó a la sociedad civil a organizar un diálogo nacional para examinar y discutir los problemas esenciales de México, a fin de resolverlos entre todas las fuerzas representativas de la sociedad, algo que ni por asomo ha intentado el ``gobierno''. Y aquí --en el vacío en que todo está flotando y que es el principio de la caída al abismo-- están las consecuencias....
Pero los zapatistas, y Marcos en especial, no parecen hacerse muchas ilusiones. Si la sociedad civil no los secunda en esta nueva iniciativa pacífica, entonces bajará el telón y se apagarán las luces del teatro, quizá por muchos años.
Los comités civiles que constituyen la base del Frente Zapatista de Liberación Nacional --el organismo político en que puede transformarse el EZLN, si las condiciones del tiempo lo permiten-- han comenzado a analizar el cómo y el cuándo traer a los dirigentes políticos de los indígenas rebeldes a la ciudad de México. Leyendo con detenimiento la posdata ``la ceiba es un volado'', de uno de los textos que publicó La Jornada el día de ayer, queda claro que Marcos reafirma la decisión que anunció en San Cristóbal, al término del Foro especial para la reforma del Estado y que es muy simple: salir de la selva y recorrer el país.
Véase este párrafo, al final de un diálogo (sin mesa) en la copa de la ceiba, entre el sup y su otro yo: ``Tengo que bajar'', le digo a mi-otro-yo. El me mira con ironía y me dice: ``¿Tienes miedo?'' ``Nuncamente'', le respondo, ``pero allá (le señalo el horizonte) se avistan tiempos mejores. Si me quedo acá arriba me pierdo de lo mejor...''