Diálogo honesto y constructivo, única vía: líderes religiosos
José Antonio Román La tardanza en las soluciones reales y profundas a los problemas sociales y democráticos es lo que está propiciando el surgimiento de grupos armados que luchan por intereses parciales y espacios de poder, afirman los obispos de Oaxaca y Chiapas, miembros de la Región Pastoral Pacífico Sur de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
En una carta pastoral de siete cuartillas, los prelados de ambos estados reprobaron la violencia y las ``acciones guerrilleras'', pero dijeron que éstas deben hacer reflexionar sobre la urgencia de avanzar en la transformación social.
Asimismo, señalaron que en el diálogo de San Andrés Larráinzar se está planteando un modelo de país que se quiere, surgido del pensamiento de diversos sectores de la sociedad civil que han participado en los foros anexos a la mesa, ``pero se topa con la resistencia de grupos de poder que se oponen a los cambios''.
Esto facilita --dicen los obispos-- que otros grupos, con mayor o menor grado de violencia, se sientan autorizados para fomentar el cambio por los medios que ellos consideran legítimos. ``Esto explica la tendencia a un aumento en la militarización''.
El mensaje episcopal dado a conocer ayer en conferencia de prensa en la ciudad de Tapachula y distribuido en el Distrito Federal por la Comisión Episcopal de Comunicación Social, reflexiona en torno a los principales acontecimientos que afectan la vida de las poblaciones de ambos estados.
``Persiste una grave deficiencia en la impartición de la justicia, lo que propicia la impunidad, la inseguridad y hacerse justicia por propia mano. También esto está provocando el que se constituyan grupos armados. Al respecto, por parte de algunas autoridades, se percibe un dejar hacer cuando no una connivencia franca con quienes organizan dichos grupos'', señala el texto.
La carta está suscrita por Héctor González, arzobispo de Oaxaca; Bartolomé Carrasco, emérito también de Oaxaca; Samuel Ruiz García, obispo de San Cristóbal de las Casas; Raúl Vera López, emérito de San Cristóbal; Felipe Aguirre Franco, de Tuxtla Gutiérrez.
Así también: José de Jesús Castillo Rentería, de Tuxtepec; Hermenegildo Galeana, de Huautla; Braulio Sánchez Fuentes, de Los Mixes, y Felipe Arizmendi, obispo de Tapachula.
Todos ellos se reunieron en esta última ciudad los pasados días 27 y 28 para elaborar este documento.
Entre los aspectos que preocupan más a los obispos se señala el deterioro económico creciente para los sectores más necesitados, a pesar de que se siguen defendiendo las estrategias económicas del gobierno.
Señalan también que ante el desempleo y las dificultades para conseguir trabajo, el robo, el secuestro y el asalto se han convertido en una ``industria fácil''. Debido a las mismas causas, el negocio de la prostitución va en aumento y cada día son más numerosos los niños de la calle, a los que inmoralmente se utiliza y se manipula.
Se menciona de igual forma a la corrupción y el narcotráfico, los cuales a pesar de los grandes esfuerzos por combatirlos siguen su ``fatal escalada'' en nuestro país, dándose casos incluso en ambientes políticos y fuerzas de seguridad pública. El problema de las drogas, que hasta ahora se había manifestado en estos estados como siembra y tráfico, se manifiesta ya alarmantemente como consumo, aun entre indígenas y menores de edad.
``En general percibimos una carencia de valores éticos en nuestra sociedad, debido a una falta de formación de la conciencia moral de las personas y de la comunidad social. Consideramos esta falta de valores éticos como la deficiencia de la que parten todas las demás'', dice el documento.
Sin embargo, los jerarcas católicos resaltan también algunos signos esperanzadores, aun en medio de toda esta realidad adversa. Por ejemplo, citan que se ha incrementado la sensibilidad social ante los problemas que afectan a la nación, crece la conciencia de la dignidad y los derechos indígenas, y se fortalece el compromiso social.
En el terreno religioso, el documento menciona como cosas positivas el ``notable aumento'' de vocaciones al sacerdocio, donde los seminarios tienen un considerable crecimiento; además, se fortalece el trabajo pastoral de las diócesis y la convicción de construir una comunidad más humana.
La carta de los obispos del Pacífico Sur aclara que su pretensión no es proponer un modelo económico o político que dé salida a la crisis que viven estos estados y el país entero, sino sólo presentar las enseñanzas del Evangelio ante los fieles y ante aquéllos que tienen la responsabilidad de conducir la vida política y económica de la nación.
También reconocen que la Iglesia y su jerarquía no han sido ajenas al progresivo deterioro de la vivencia de la fe, ya que nuestra evangelización no ha sido ni tan penetrante ni tan atinada como para formar en los fieles los valores éticos que deben guiar y transformar una sociedad donde prevalezcan los criterios del Evangelio.