La Jornada 30 de agosto de 1996

Renuncia el arquitecto de la campaña de Clinton por escándalo sexual Reveló secretos de campaña a una prostituta, según diario sensacionalista Fue él quien convenció al presidente de acercarse a la derecha

Jim Cason y David Brooks, enviados, Chicago, 29 de agosto El mismo día que los estrategas electorales de la Casa Blanca esperaban centrar la atención nacional en las ideas y visión para el futuro del presidente Bill Clinton al aceptar la nominación de su partido, el principal arquitecto de su campaña de relección fue quien ocupó los reflectores y se vio forzado a renunciar por la publicación de versiones que lo involucran en un escándalo sexual y la filtración de secretos de la presidencia a una prostituta.

Dick Morris, quien esta semana aparece en la portada de la revista Time bajo el encabezado ``El hombre que tiene el oído de Clinton'', renunció este jueves a su posición como asesor principal del presidente después de que la Casa Blanca se enteró que el escándalo se daría a conocer en un rotativo de Nueva York en su edición de hoy.

``El niño mal portado de Bill'', fue la cabeza del diario The New York Post, que además presentó fotografías y terminó así con la carrera política del hombre a quien se le acredita ser el ingeniero del giro político hacia la derecha de esta presidencia y la resurrección de esta campaña después de las desastrosas derrotas de los demócratas en las elecciones legislativas de 1994.

La nota del New York Post, basada en información que aparecerá en The Star, un tabloide amarillista, el próximo lunes, alega que Morris se ha estado reuniendo durante al menos un año con Sherry Rowlands, una prostituta de 37 años de edad, en el hotel Jefferson de la capital del país.

Supuestamente, el estratega político presumía a Rowlands --quien cobra 200 dólares por hora de sus servicios-- su relación con lo más alto del poder político, lo que le permitió escuchar conversaciones con el presidente y leer borradores de los discursos que Hillary Rodham Clinton y Al Gore presentarían ante la Convención Demócrata.

``Una noche él tenia que hablarle al presidente'', comentó Sherry Rowlands al Star. ``Después de unas palabras me señaló que me sentara en el sofá junto a él... puso la bocina entre ambos y se estaba riendo y señalando para que escuchara. No había duda; era el hombre (Clinton)''. El Post indicó que además Morris le dio a conocer a Rowlands los apodos con los que se referían a Clinton (Monstruo) y a Hillary Clinton (Tornado) en la Casa Blanca.

En un comunicado emitido hoy, el presidente declaró: ``Dick Morris es mi amigo y es un inmejorable estratega político. Estoy y siempre estaré agradecido por la gran contribución que ha hecho a mis campañas''.

El propio Morris emitió una declaración en que dijo que ``no someteré a mi esposa, familia o amigos a la vitriola sádica del periodismo amarillista''. Añadió que ``renunciaré para que no me convierta en el tema''.

Pero Morris ya es un tema en esta elección. Fue el estratega responsable de que Clinton adoptara una posición más antimigrante y quien lo convenció de convertir en ley la reforma del sistema estadunidense de bienestar social (welfare).

También ha guiado un giro conservador en la política de la Casa Blanca y la efectiva y devastadora táctica de apropiarse de los temas republicanos, antes que ellos mismos los usen para criticar al primer mandatario. En corto, Morris fue quien dejó en claro que la estrategia para que un presidente demócrata gane la presidencia tenía que ser que apareciera casi como un republicano.

Según varias fuentes aquí en la Convención Nacional Demócrata, Morris fue el responsable de desarrollar la estrategia que el presidente utilizará día con día, de aquí a noviembre, para ganar la reelección.

Morris ha trabajado con Clinton en varias ocasiones, desde que ganó la gubernatura de Arkansas en 1977, y ha construido una reputación de ser un estratega que hará todo lo necesario para ganar una elección, sin importar para quién y a costa de quién. Durante los últimos 20 años ha trabajado para el presidente Clinton y para otros demócratas liberales, así como también para el senador conservador Jesse Helms y el gobernador californiano Pete Wilson.

Los admiradores de Morris argumentan que esta capacidad de ambición triunfadora sin importar las consecuencias, ha ayudado a que Clinton rescate sus perspectivas electorales, llevándolo de una posición en 1994, cuando era percibido como uno de los presidentes menos populares de este siglo, a ahora cuando Clinton tiene una ventaja de 17 puntos sobre su contrincante Bob Dole.

Pero sin su arquitecto electoral, ¿cómo procederá la campana? ``Claro que Morris no fue el único asesor de campaña'', comentó hoy David Broder, columnista político del diario The Washington Post. ``(Los demócratas) utilizaran su estrategia de campaña (la de Morris) durante los próximos 60 días, pero muchas de estas campañas se tratan de la decisión que toma uno cuando surgen problemas, y ahora el presidente no contará con Morris para ayudarlo a manejar esas crisis''.

La campaña Clinton-Gore está buscando por el momento hacer todo lo posible para minimizar el impacto de esta crisis y limitar que su sombra alcance al evento principal de esta noche: el discurso del presidente Clinton ante la Convención Nacional Demócrata.

``Tenemos a muchas gentes importantes trabajando en la Casa Blanca, y Dick ciertamente era uno de ellos'', comentó el jefe del gabinete Leon Panetta. ``Pero el estratega clave, el estratega más importante es Bill Clinton'', agregó el funcionario. Panetta consideró que la noticia-escándalo de Morris pronto se desvanecerá.

Y eso es una cuestión central para esta campaña, ya que el ``factor escándalo'' en la Casa Blanca, la percepción de sexo, drogas, mentiras, y rock y roll en la mansión de la primera familia, es la parte políticamente más vulnerable de Clinton.

Los republicanos seguirán subrayando el tema de ``carácter'', y este escándalo no puede ser más que bien recibido por la campaña electoral de Bob Dole. ``Morris trataba de hacer un republicano del presidente Clinton, ahora quizá regrese al demócrata liberal que realmente es'', declaró el candidato republicano a la presidente de Estados Unidos.

Sin embargo, las encuestas de opinión indican que aunque un 60 por ciento cree que Clinton no está diciendo la verdad en torno al caso Whitewater y sobre los escándalos relacionados con su esposa Hillary, una mayoría favorece la relección del primer mandatario. Si esto continua así, lo de Morris sólo será un evento más dentro de lo que la gente ya piensa que ocurre en la Casa Blanca, y por lo tanto no les importa.

Este tipo de escándalo, de que un asesor se pasó ratos con una prostituta, probablemente no sería ni noticia en cualquier otro país del mundo, pero en Estados Unidos --donde tanto demócratas como republicanos han definido esta elección como una consulta sobre la ``familia'' y los ``valores''-- el escándalo de Dick Morris se convierte en asunto de primera plana.

Durante este año electoral, al parecer todo político estadunidense que se precie de tal debería abstenerse del sexo.