Para muchos ciudadanos, y especialmente para poderosas e influyentes trasnacionales estadunidenses, la ley que en el fin de semana firmó el Presidente de la República ha despertado acérrimas críticas. Alegan que coarta las libertades individuales y atenta contra el libre comercio y el espíritu globalizador en que el país se halla inmerso en su deseo por ingresar, ahora sí, al Primer Mundo.
Aprobada por el Congreso pese a la oposición airada de algunos diputados y senadores, la nueva ley fue, en cambio, recibida con beneplácito por la mayoría de la población. De hoy en adelante, queda prohibido fumar en todas las oficinas gubernamentales, en bares, restaurantes, en hospitales y demás instalaciones dependientes del sector salud, en las escuelas, bibliotecas, teatros y cines, en autobuses. Igualmente en aviones durante vuelos de menos de una hora de duración, y en aquellas oficinas donde trabaje más de una persona.
Conscientes de que el vicio del cigarro no se elimina de la noche a la mañana, los fumadores tendrán oportunidad de satisfacer su hábito en áreas públicas especialmente designadas para el efecto, mismas que deberán estar bien ventiladas para no causar daños a la salud de quienes no fuman.
No tuvo efecto la presión de la Cámara Nacional de la Publicidad para que la nueva ley fuera menos estricta en relación a los anuncios que se transmiten en radio y televisión y en los cuales se hace la apología del cigarro: de ahora en adelante, los ``mensajes'' propagandísticos sólo podrán ser emitidos entre las nueve de la noche y las seis de la mañana. Pero queda estrictamente prohibido vincularlos con deportes, ni sugerir una mayor virilidad, femineidad o sexualidad. Igualmente se prohíbe la participación de niños y adolescentes en los anuncios. Los ``mensajes'' deben incluir advertencias muy claras sobre los riesgos para la salud, como ``fumar puede causar enfermedades del corazón'' o ``fumar durante el embarazo puede perjudicar al bebé''.
Por supuesto, la legislación a que hacemos referencia no fue aprobada en México, donde los dirigentes del partido que mayoritea en la Cámara y el Senado son fumadores empedernidos. Lo fue en Brasil, donde también el Congreso y el presidente Fernando Henrique Cardoso acordaron medidas drásticas sobre los anuncios de bebidas alcohólicas. Cabe advertir que en nuestro país existen cerca de 22 millones de consumidores de cigarros y cada año mueren 25 mil personas por causas relacionadas con el tabaquismo, asunto que las autoridades consideran ya como un ``problema de salud pública'' que afecta cada vez más a las personas jóvenes.
Mientras, en Estados Unidos, sede de las poderosas trasnacionales tabacaleras, la Dirección para Normas sobre Investigaciones y Cuidados de la Salud del gobierno federal, aprobó varias medidas tendientes a lograr que los médicos y los dentistas influyan más en sus pacientes fumadores para que abandonen dicho vicio.
Luego de numerosas investigaciones, la dependencia citada comprobó que la mitad de los profesionistas de la salud se mantienen ajenos al hábito de fumar de sus pacientes, ya sea por tacto o por indiferencia. Ahora deben considerar que se trata de ``un trastorno crónico muy difícil pero no imposible de tratar'' y para ello hay métodos (como los parches y la goma de mascar de nicotina), que si se combinan con apoyo moral y consejos prácticos pueden ser exitosos. En cambio, descartó los inhalantes nasales de nicotina, la acupuntura, la hipnosis y las terapias con medicamentos como la clonidina, porque los datos que poseen sobre ellas son ``limitados''.
En abierta campaña contra las legislaciones que cada vez en más países restringen fumar en ciertos lugares, la filial de la influyente Philip Morris en España, publicó en la prensa un manifiesto a nombre de sus 17 mil empleados ``al servicio de 97 millones de fumadores en Europa'', donde asienta que ``el Teorema de Pitágoras contiene 24 palabras. El Principio de Arquímedes, 67. Los diez mandamientos, 179. La Declaración de Independencia de Estados Unidos de América, 300. Y la legislación en Europa para regular dónde y cuándo se puede fumar, 24 mil 942''. Agregan en el desplegado que ``la obsesión por reglamentar hasta los detalles más mínimos de la vida de la gente puede conducir a la violación de las libertades personales. Y empezar a violar las libertades personales es fácil. Lo difícil es parar''.
Pero el manifiesto contrasta con las estadísticas que revelan cómo la nicotina en fumadores frecuentes es capaz de producir problemas cardiovasculares, enfermedades del pulmón, oclusión arterial, padecimientos metabólicos y complicaciones de la influenza y neumonía. Que por tabaquismo fallecen cada año en el mundo 4 millones de personas. Y que de no cambiar el panorama actual, en el 2010 se calcula que morirán por dicha causa cerca de 10 millones de personas, muy especialmente en los países del Tercer Mundo, como México, en donde las trasnacionales realizan con más libertad sus atractivas campañas publicitarias, dirigidas especialmente hacia los jóvenes y las mujeres. Y donde para atacar dichas enfermedades los sistemas de salud gastan millonarios recursos que bien podrían estar destinados a evitar la pobreza.