Santiago Ramírez
Los científicos y la paz/I

1. El 9 de agosto de 1996, aniversario de la tragedia de Nagasaki, se celebró en el auditorio Nabor Carrillo del CICH, de la UNAM, una nueva reunión del grupo que promueve la exposición. ``Los científicos y la paz''. La iniciativa se originó a partir de un grupo de científicos mexicanos que han participado en las Conferencias Pugwash: Ana María Cetto, Raúl García, Octavio Miramontes y Omar Macera. Se trata de un proyecto muy ambicioso que intenta promover, no solo a nivel nacional sino a nivel internacional, una cultura que, con el apoyo de las ciencias, sea capaz de enfrentar los conflictos y encontrarles soluciones no violentas. Con este propósito, se ha propuesto la organización de un Museo de la Paz, proyecto que se desarrollará en varias etapas.

La primera de ellas, consiste en convocar a los científicos mexicanos y a las instituciones científicas mexicanas a colaborar, de manera estrictamente voluntaria y sin valor curricular, en la formación de un Comité Científico que desarrolle una agenda y promueva la formación de grupos responsables del desarrollo de los puntos de dicho temario.

En la primera reunión del Comité Científico, se aprobó dicha agenda.

Los temas propuestos son los siguientes:

1. La Paz y la Guerra. 2. La Ciencia para la Paz y el Desarrollo. 3.

Los Científicos y la Paz. 4. La Ciencia para la Paz en la Gobernación. 5. La Ciencia para la Paz entre las Culturas y Etnias.

5. La Ciencia para la Paz entre las Naciones. 6. La Moral del Científico y 7. La Ciencia y los Derechos Humanos.

En torno de cada uno de estos temas, se invitara a más especialistas para que conformen grupos de trabajo que propongan modos en que cada uno de los temas sería expuesto.

La segunda etapa consiste en organizar un simposio en donde se presentarían, además de conferencias invitadas, las conclusiones y propuestas de cada uno de los grupos de trabajo. La celebración de dicho Coloquio se ha propuesto para el mes de enero de 1997 en la ciudad de México o en alguna sede cercana al Distrito Federal.

Una tercera etapa, en la que ya se contará con la participación de museógrafos, diseñadores, computólogos y pedagogos, consiste en montar un museo virtual en Internet. La fecha tentativa para la presentación del museo virtual es julio de 1997.

Este museo virtual, en sí una meta importante, promovería, por medio de la red misma, un proceso de retroalimentación que permita la constante actualización del mismo con el propósito de que pueda crecer a cualquier tamaño y, eventualmente, pueda transformarse en un museo virtual internacional. Este museo virtual estaría diseñado por un público de estudiantes de enseñanza media sin menoscabo de que, en su caso, profesionales de todas las ramas, puedan tener acceso a información más especializada. En el caso de los jóvenes, el museo incluiría videos, audio, juegos, etcétera y permitirá una relación interactiva en la que el usuario pudiera confrontar los dilemas surgidos a partir de conflictos típicos y dilemas que aparecen en la lucha por la paz.

El museo virtual, como posteriormente el museo real, no pretende proveer de recetas fáciles para la solución de los conflictos, tampoco pretende ser una apología de las ciencias; más bien, su intención consiste en que el usuario o el visitante sean capaces de hacer sus propios análisis, tomen sus propias decisiones y enfrenten responsablemente las consecuencias. Se trata, en fin, de que los visitantes aprendan a enfrentar el conflicto y busquen los modos de resolverlo sin recurrir a la violencia, con el propósito, a largo plazo, de generar una cultura que permita el manejo no violento de conflictos.

2. La historia del modo en que esta propuesta se generó es relatada por Ana María Cetto y Raúl García.

Se trata de una propuesta cuyas raíces se insertan en las Conferencias Pugwash que, recientemente, recibieron el Premio Nobel de la Paz.

Las Conferencias Pugwash a su vez, se originan en el famoso manifiesto Russell-Einstein publicado en 1953, que circuló entre los científicos de la época entre los que destacaba Joseph Rotblath, primer científico que renunció a participar en el Proyecto Manhattan, Rotblath convocó a una primera reunión en la India que fracasó y, en 1957, con el apoyo de Cyrus Eaton, pudo organizar, en Pugwash, Canadá, una primera conferencia que por entonces se pensó que era un evento único en donde participaron 22 científicos de los 60 originalmente invitados.