Inmigrantes mexicanos, fuerza de trabajo fundamental en la ciudad
Jim Cason y David Brooks, enviados, San Diego, 11 de agosto Si las medidas antiinmigrantes de los republicanos fueran impuestas plenamente, los políticos y delegados que participan en esta Convención Nacional del Partido Republicano no tendrían qué comer, dónde dormir, cómo llegar de un punto a otro ni quién mantuviera en operación sus eventos, porque la mayoría de toda esta actividad básica la efectúa mano de obra de inmigrantes, mayoritariamente de origen mexicano.
San Diego es una ciudad social y económicamente binacional, y depende de México, de Tijuana en particular, para su supervivencia económica. Al mismo tiempo es sede de un acto político que, según gran parte de sus participantes y de acuerdo con lo manifestado en su plataforma nacional, favorece, si no el cierre total de la frontera, sí el que se defina unilateralmente cómo, quién y cuándo se abre o no ese sésamo fronterizo.
Para San Diego es una situación esquizofrénica. Esta es la la sexta ciudad más grande de este país, con una población de 2.7 millones de habitantes en su zona metropolitana, de los cuales 600 mil son mexicanos o mexicano-estadunidenses.
Según Luis Herrera-Lasso, cónsul general de México aquí, las compras legales de residentes de Tijuana en San Diego se calcularon en 2 mil 800 millones de dólares durante 1995, 30 veces más del ingreso que se generará por la convención republicana esta semana.
Sin embargo, en esta ciudad fue aprobada la Propuesta 187 por 67.4 por ciento de votantes, comparado con el 59 por ciento a nivel estatal, y el principal promotor de esa controvertida medida antiinmigrante fue el hoy gobernador Pete Wilson, originario de esta ciudad, y alguna vez su alcalde.
Según informó a The New York Times el especialista Wayne Cornelius, del Centro de Estudios Estados Unidos-Mexico de la Universidad de California, "todo sector de la economía aquí depende mucho de los inmigrantes. Todos (estos sectores) jalan de esta mano de obra, y la mayoría es ilegal. Pero la posición antiinmigrante es muy popular por toda la ira; la gente en verdad lo quiere de las dos maneras".
Sin embargo, según un estudio reciente del Centro de Estudios Estados Unidos-México, 51 por ciento de la mano de obra en el sector de alta tecnología es de origen extranjero, como lo es 95 por ciento del sector agrario, 63 por ciento del de construcción y 87 por ciento del hotelero.
Según dijo Herrera-Lasso en entrevista con La Jornada, gran parte de la mano de obra mexicana está concentrada en el sector agrario de este condado o en el de servicios de esta ciudad. Comentó que la comunidad mexicana y mexicano-estadunidense de este condado "es un espejo de la sociedad en México".
Explicó que un sector de altos ingresos se concentra en las zonas lujosas de La Jolla o Coronado, "al otro extremo, hay una comunidad con inmigrantes oaxaqueños... que vive en condiciones muy parecidas a las de su estado en México", y hay después un sector medio que posiblemente es el más activo en los temas de relación bilateral.
San Diego, punto de intercambio más activo del mundo: Herrera-Lasso
El sector más afectado por el clima antiinmigrante aquí, señala Herrera-Lasso, es el de menores ingresos, casi siempre de indocumentados y "a los que les damos una atención especial, porque están en la situación más vulnerable".
Pero resaltó que más del 99 por ciento de los cruces entre Tijuana y San Diego, el punto de intercambio humano más activo del mundo, con unos 194 mil cruces diarios en ambas direcciones, son legales. Y en torno a la creciente interdependencia de ambas ciudades, su futuro esta permanentemente entrelazado.
De hecho, otrora San Diego dependía del Pentágono para su economía; aún recibe la nómina militar más grande del país (3 millones 700 mil dólares anuales) y tiene una enorme presencia de las fuerzas navales estadunidenses.
Pero en los últimos años, la industria del sector militar se redujo drásticamente, y con ello un apoyo básico a la economía local, por lo que su reciente repunte se debe en gran medida a la ampliación de su relación con México.
Esta ciudad de yates de lujo, casas de superricos mexicanos y estadunidenses (supuestamente Raúl Salinas compró una residencia por aquí), ultrapatriotismo aparentemente evidenciado por más banderas estadunidenses por metro cuadrado que en cualquier otro lugar, como resultado de la presencia de las fuerzas navales, y hoy modelo, según su alcalde Susan Golding, de la renovación económica de este estado, es bastión republicano y disputa la imagen de la nueva California a la ``demócrata'' Los Angeles, al emerger de la recesión estatal que costó 65 mil empleos sólo en esta urbe.
Pero nuevamente, la relación con México surge como el asunto más controvertido en esta ciudad, que se ha intensificado con la puesta en práctica del TLC, la percepción de un incremento en el flujo ``incontrolable'' de inmigrantes ilegales y las consiguientes tensiones entre la comunidad anglosajona, generalmente próspera y que representa unos dos tercios de la población, y el 24 por ciento de origen ``hispano'', generalmente más pobre.
Los políticos latinos de esta ciudad señalan que este punto de vista en torno a la inmigración ha deteriorado las relaciones entre las comunidades anglo y latina, y que a pesar de un repunte económico, la comunidad latina no se ha visto igualmente beneficiada.
La imagen de "puente entre Estados Unidos y el Pacífico y puente a América Latina", como hoy lo caracterizó el virtual candidato a la vicepresidencia Jack Kemp al llegar aquí, y de ciudad que está convirtiéndose en centro de alta tecnología "preparada para el siglo 21", contrasta con zonas económicamente marginadas y señalizaciones en la carretera que lleva a la frontera con la imagen de un hombre, una mujer y un niño corriendo, como advertencia a los choferes de que tengan precaución ante el cruce de indocumentados.
San Diego, en cierta forma, es un microcosmos de Estados Unidos en esta coyuntura: con una creciente inequidad de ingreso, es un centro de preparación tecnológica para el siglo entrante al lado de zonas tercermundistas del siglo pasado, como sus campos productivos en los que se explota mano de obra indígena.
Es también un ``puente" internacional y "campeón'' de la integración económica con la cuenca del Pacífico y las Américas, espantado por la ``amenaza" del exterior y apasionado en la "defensa'' de su frontera, que construye bardas y cercas por todas partes.
Es asimismo sede de la convención nacional de un Partido Republicano que espera que se le haga la cama a sus dirigentes, se les sirva de comer, se les limpien sus salas y habitaciones y se les sirva un trago para que estén preparados para pronunciar sus discursos contra los invisibles que ayudan a hacer funcionar a su país.