Debe el Presidente resolver en forma creíble los escándalos heredados del sexenio anterior: NYT
Efe, Nueva York, 11 de agosto El presidente Ernesto Zedillo debe afrontar de forma creíble los escándalos heredados de su predecesor Carlos Salinas de Gortari para mantener la confianza del público en su gobierno, señala un editorial del New York Times titulado ``Avances y frustraciones en México''.
El diario aplaude los progresos ``impresionantes'' desplegados por Zedillo para limpiar el sistema electoral de su país, propenso al fraude.
Pero ha tenido menos éxito, según el editorial, en esclarecer el asesinato del ex candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, ocurrido en 1994, y el escándalo financiero en torno de Raúl Salinas, que puede implicar conductas ilegales en los niveles más altos de la política mexicana.
Ahora que un juez ha absuelto al hombre identificado por el gobierno como el principal sospechoso en el asesinato de Colosio, Zedillo debe resistirse a las presiones dentro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para cesar al fiscal o cerrar rápidamente el caso.
La segunda prueba de la entereza del mandatario radica en los negocios financieros de Raúl Salinas, hermano del ex presidente Carlos Salinas, quien está acusado de implicación en otro asesinato político y,según descubrieron los investigadores, depositó más de 100 millones de dólares en cuentas bancarias de Suiza.
Una pregunta crítica, según el editorial, es si Raúl Salinas ejerció una influencia corruptora en alguna de las operaciones multimillonarias de privatización realizadas durante la presidencia de su hermano.
Hay personalidades influyentes del PRI que presionan para limitar las investigaciones, pero Zedillo debe insistir en que éstas prosigan y dejar claro que se ha acabado la ``tradición corrosiva de la impunidad'' para los que tienen conexiones de alto nivel, subraya el diario.
Está claro, añade, que el mandatario quiere crear un sistema político más responsable. Para ello tendrá que vencer a las ``fuerzas poderosas'' dentro de su propio partido, determinadas a impedir que se rindan cuentas y que impere la ley.