Dos de las principales características del Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo concluido hace unos días, han sido comentadas como si fueran sus defectos más graves: por un lado se critica que entre sus resultados no haya conclusiones definitivas; por otro, se cuestiona que la invitación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional al Encuentro no haya incluido los gastos pagados para todos los asistentes.
De una primera reunión internacional difícilmente podría salir una resolución definitiva, y más aún, de un Encuentro convocado por los zapatistas no era de esperarse que el resultado fuera una propuesta única de sociedad, de organización, de objetivos; no lo ha hecho el EZLN en México ni con el Frente Zapatista, menos podría pensarse que lo harían para el mundo entero sin respetar diferencias.
La heterogeneidad de los participantes, su distinta procedencia, la diversidad de puntos de vista expresados, explican la complejidad del fenómeno: el neoliberalismo ha excluido a la mayoría de la población en el mundo entero, y esta mayoría está, evidentemente, compuesta por una gran variedad de grupos sociales con historias y perspectivas diferentes pero igualmente sacrificados, y por eso responden todos a la convocatoria de quienes sin lugar a dudas se encuentran resistiendo y luchando contra los efectos de las políticas neoliberales.
Cada uno de los asistentes a título individual o con representación colectiva, llevó a las mesas de discusión sus propias concepciones, sus ideas, pero ello no significó que una u otra tendría que imponerse por encima de los demás. Las propuestas contenidas en las palabras del EZLN en el acto de clausura del primer Encuentro, relativas a la consulta intercontinental sobre la Segunda Declaración de La Realidad y al Segundo Encuentro Intercontinental el próximo año son, pues, propuestas coherentes con el zapatismo que reconoce para todos la posibilidad de hablar y la necesidad de escuchar.
Si los resultados del Encuentro no se pueden resumir en una conclusión única ni en un texto definitivo es porque en las propuestas alternativas al neoliberalismo no hay nada definitivo aún, a excepción de que lo que vaya a proponerse deberá surgir de manera completamente distinta a lo existente, es decir, desde la sociedad civil y con el concurso de las mayorías. Así, pues, más que una deficiencia, la ausencia de una conclusión final corresponde a las innovaciones que han introducido los zapatistas en sus relaciones con el resto de la sociedad nacional e internacional.
Una de las lecciones empíricas más importantes del Encuentro es la demostración de la posibilidad de organizar reuniones de tal magnitud y concurrencia, sin más respaldo económico que el de los propios participantes. El Encuentro fue, ciertamente, un éxito, pero no por las razones que en algunos medios se exponen sin haberse tomado la molestia de averiguar la información más elemental.
Ningún gobierno, institución oficial ni empresa privada de ningún país, ni directa ni indirectamente patrocinó el Encuentro; fueron los invitados asistentes quienes asumieron el costo de su viaje y su hospedaje. Medir el éxito de la convocatoria del EZLN por una supuesta suma de dinero reunida '``por concepto de cobros'' es tergiversar el sentido de los hechos. El EZLN no reunió ni uno ni dos millones de pesos ni ninguna suma de dinero, como aseguran los reporteros de la revista Proceso (No. 1031, 04/08/96). En los documentos que circularon por todo el mundo se dijo explícitamente que el EZLN no pedía nada, y no cobró nada. Tampoco el ``Comité organizador'' andaba tras ningún billete verde, como el corresponsal de Le Monde, Bertrand de la Grange, sugiere, al tratar de ridiculizar las inexistentes contradicciones del Encuentro, en sus declaraciones publicadas en el mismo número de Proceso.
De una u otra manera tenía que advertirse que los gastos y el consumo de cada participante corrían por su cuenta, o acaso se llegó a pensar que el desayuno, la comida y la cena de cada día de todos los asistentes, así como el transporte de tres o cuatro viajes por persona en la misma semana, o las fotocopias de documentos particulares, serían pagados por las comunidades indígenas anfitrionas? Quién esperaban que pagara sus cuentas?Las críticas a uno y otro aspecto del Encuentro Intercontinental muestran el arraigo de prácticas y costumbres que llevará tiempo superar. Abstenerse de imponer una línea de discusión y de acción, o de repartir recetas para distribuir en todo el mundo, no es una deficiencia, fue una característica distintiva del Encuentro, como lo fue también organizar todas las actividades, incluyendo transporte y alimentación, contando sólo con los recursos económicos de los asistentes, para garantizar la independencia y la libertad de todos los participantes.