Comoquiera que se la encuentre, la belleza es siempre una excepción. Existe a pesar de. Esto es lo que nos conmueve en ella.
Durero jamás habría adquirido ese sentido de la independencia y la iniciativa de no haber ido a Italia. Paradójicamente, fue más independiente que cualquier artista italiano porque era un outsider sin tradición moderna (la tradición alemana perteneció al pasado hasta que él la transformó). Durero fue el primer vanguardista solitario.
Con las personas que no amamos, tenemos demasiadas cosas en común para llegar al amor. La pasión sólo existe para lo opuesto. No hay compañerismo en la pasión.
Si uno ha de servirse de la engañosa metáfora del río para describir la naturaleza del tiempo, ésta es la clase de río que uno debe tener en mente. Tiene peso, y este peso es un recordatorio de la masa terrestre a la que pertenece cada una de sus riberas. Un río que, en última instancia, no celebra el agua sino la tierra.
Manhattan es un concepto. También existe.
El palacio de Topkapi albergaba lujos y caprichos a un grado tal que éstos se filtraron a los sueños de Occidente. Sin embargo, como puede verse hoy, no era sino un laberíntico monumento a la paranoia de una dinastía.
El trabajo productivo y el ejercicio real del poder se han convertido en actividades ocultas, ajenas al público. La línea de ensamblaje de la industria es, en este sentido, tan privada como el teléfono del Presidente.
Por qué estas dos pinturas parecen sorprendentemente modernas? Si asumimos que el pintor y la modelo eran amantes, damos por sentado que ella accedió a posar para los dos cuadros. Sin embargo, su fuerza, como ahora lo vemos, depende del escaso desarrollo entre las dos versiones. La única diferencia es que ella está desnuda. Esto debería cambiarlo todo, pero en rigor sólo cambia nuestra manera de verla. Ella tiene la misma expresión, la misma pose, la misma distancia. Todos los grandes desnudos del pasado invitan a compartir su edad dorada; se han desnudado para seducirnos y transformarnos. La Maja está desnuda de un modo indiferente, como si no advirtiera que es observada, como si fuese espiada en secreto por una cerradura. O, mejor dicho, como si ignorara que sus ropas se han vuelto "invisibles". En esto, como en muchas otras cosas, Goya fue profético. Se trata del primer artista que pinta un desnudo como algo ajeno, que separa el sexo de la intimidad, que sustituye una estética del sexo por una energía del sexo. La condición de la energía es romper ataduras, y la función de la estética, construirlas.
La imagen, a no ser que se use como máscara o disfraz, es siempre el comentario de una ausencia. La representación comenta la ausencia de lo que es representado. Las imágenes basadas en apariencias siempre hablan de una desaparición.
La producción de la realidad nunca ha terminado, su resultado nunca ha sido definitivo. Simpre hay algo en la balanza. La realidad siempre está necesitada. Incluso de nosotros, por condenados y marginados que seamos. Por esto, lo que Leopardi llamaba "intensidad" y Schopenhauer "voluntad" es parte del acto continuo de la creación, parte de la interminable producción de sentido ante la "nulidad de las cosas".
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Levemente dislocado
Me gusta lo levemente dislocado. Por ejemplo, el comentario de Beau Brummell después de un accidente: "Lástima, era mi pierna favorita." Hay algo fuera de foco en esta predilección, un toque extraño, levemente perturbador. Mucha gente prefiere un lado de su cara al otro porque le parece más armonioso o mejor hecho, pero una pierna? Y, sin embargo, por qué no? Y en este por qué no? aparece la levedad del asunto, eso que los teólogos morales llamaban "parvedad de materia", la pequeñez del asunto, el "no vamos a hacer un escándalo por eso, verdad?". Piensa en un niño con monóculo, no es especialmente elegante, pero tiene levantada la ceja y te mira inquisitivamente por el solitario anteojo. Su madre explica: "Prefiere eso a los lentes normales, qué le vamos a hacer." Y tú te sientes incómodo. Si preguntas qué otras cosas raras hace o usa el niño, te dicen: "No, nada, sólo eso sonríe la señora, qué le parece?" Y otra vez la pequeñez del asunto derrota tu investigación. Supongamos que un abogado te dice en una cena: "Yo todas las películas las veo dos veces. En la primera, me ambiento; en la segunda, la entiendo." No te entrarían ganas de discutir con él?, decirle: "No hay que ambientarse, la emoción de no saber qué va a suceder es parte de entender una película." "No en mi caso", te contesta. Te quedas insatisfecho. Qué es eso de ambientarse? El abogado te logró inquietar, perturbó tu idea de lo que es ver una película. Tal vez nunca pensaste que hubiera diferentes modos de ser espectador de cine, como no reparabas en las predilecciones de simetría de Brummell. "No era una mujer ni refinada ni vulgar, sino la clase de mujer que tendría un perico en su casa", describe Mark Twain. Ahora, qué pasa si la mujer no tiene un perico, sino dos? Nada. Y tres pericos? Bordea el límite. Cuatro ya empieza a ser rareza. Cinco, ocho, diez, ya es levemente perturbador. Cuál puede ser el límite donde empieza la rareza? Fernando González Gortázar naturalista, arquitecto y escultor me confesó un día que en su casa tenía 42 monos. Es eso levemente dislocado o ya cae en la palmaria excentricidad? Pienso que en los 42 monos no hay parvedad de materia, sino una verdadera empresa zoológica digna de un personaje del Renacimiento Italiano como González Gortázar. Levedad desarticulante es que un editor de sonido gire dos veces sobre sí mismo antes de entrar por las mañanas a su lugar de trabajo. Pero no lo es que un taxista se persigne al cobrar su primera dejada. En la primera práctica hay misterio que descifrar, en la segunda sólo práctica común. Si alguien nos dice: "Voy a poner en la ventana esa especie de celosía que sube y baja y se llama persiana", tenemos desarticulación. En general, aparece cuando se nos supone una ignorancia que es obvio que no tenemos. "Padece esa enfermedad virulenta y contagiosa, caracterizada por el flujo de la mucosa nasal, que se llama gripe." Este tipo de información nos plantea un enigma difícil de resolver. Qué pensamos de alguien que con toda seriedad nos dice una cosa así? Y no podemos reclamarle nada porque es notoria la parvedad de materia. Me he detenido en esta forma desarticulante porque es práctica y muy útil si quiere producirse a voluntad la levedad pertubadora. El mismo tipo de información consabida y falsa es, sin embargo, deliciosa cuando la encontramos en los libros viejos, como cuando Victor Alfieri, en su autobiografía (siglo XVIII), explica que se entretuvo en la mañana "leyendo esas hojas impresas que tan comunes y abundantes son en Londres", y nosotros adivinamos que se trata, claro, de los protoperiódicos. No conviene juzgar que lo levemente dislocado se reduce a la conducta humana. Hay árboles, flores, perros sutilmente inquietantes. Y también ciertas prácticas naturales. La hiena, por ejemplo, suele parir dos cachorros y apenas uno de los dos ve la luz, ataca con ferocidad a su hermano o hermana "cuando no acaba aún de salir del saco amniótico". La madre tiene que intervenir para que los bebés no luchen a muerte. Qué animal. No bien se dilatan sus pulmones con el primer vagido y ya está lleno del odio de Caín, vida y rencor confundidos en el latido inicial. Hay algo levemente dislocado y repelente en esta prontitud al mal. Me parece que la percepción de lo levemente dislocado está al inicio de muchos grandes descubrimientos del pensamiento y la ciencia (para los cuales no hay nunca parvedad de materia). Esa emocionante incomodidad frente a una teoría, ese "hay algo chueco aquí" de la intuición creativa, esa adivinación sin palabras que puede costar años de trabajo desarrollar y exponer. Así que mira a esa señora comiendo la ensalada con dos tenedores, uno para la lengua y otro para el jitomate y los pepinos, mírala tranquilo, con el leve asombro que le corresponde, y ten la elegancia de no decir una sola palabra.
Mujeres mejoradas
Históricamente, el hombre ha experimentado una variedad de tecnologías en el cuerpo femenino para satisfacer sus propias fantasías eróticas. La mujer se ha entregado, gozosa o resignadamente, a una serie de estrategias de modificación corporal (temporal o permanente) que van del corsé (el cual no sólo limitaba los movimientos y la respiración sino que también podía romper costillas y reacomodar órganos) hasta el wonderbra (que levanta y une, a diferencia de aquel legendario cross your heart que levantaba y separaba), desde los implantes de silicón (o, los menos peligrosos, de soluciones salinas) hasta la liposucción, y desde el maquillaje hasta el piercing (aretes y demás implantes metálicos en labios, cejas, ombligos, clítoris, pezones, etcétera). Las mujeres reales han utilizado como modelos de belleza imágenes femeninas "mejoradas", desde representaciones pictóricas clásicas hasta las omnipresentes fotografías retocadas (a mano, con aerógrafo, o bien digitalizadas, para eliminar cualquier imperfección) de las revistas femeninas y la publicidad en general.
Arte carnal o circo quirúrgico
Desde 1990, la artista francesa del performance, Orlan, ha convertido su propio cuerpo (y en especial su rostro) en su terreno de experimentación. La obra de arte definitiva: la reencarnación de Santa Orlan, es una obra en proceso que tiene como objetivo convertir su cara en un collage de rasgos faciales de ciertas pinturas clásicas: la frente de Mona Lisa, los ojos de Psique, la nariz de la Diana de una obra de la escuela de Fontainebleau, la boca de la Europa de Boucher y la barbilla de la Venus de Boticcelli. Cada una de las siete operaciones de cirugía plástica que lleva ha sido un performance en el que la "paciente", los doctores y el personal médico llevan atuendos de alta costura (Paco Rabane). La sala de operaciones está decorada con frutas de plástico, crucifijos y parafernalia ecléctica kitsch, además de letreros con los créditos. Bajo el efecto de la anestesia local, Orlan recita poesía y textos de psicoanálisis, al tiempo en que interactúa por teléfono o fax con el público que observa el proceso vía satélite en una serie de galerías en distintos lugares del mundo. El arte corporal de Orlan se debate entre el oportunismo y la crítica radical al concepto de belleza occidental, entre la catarsis a través del bisturí y el más burdo sensacionalismo de feria. Mark Dery apunta que "debajo de la retórica política acerca de los males del mito de la belleza, Orlan oculta un sueño no tan secreto: ser la primera celebridad posthumana del mundo del arte".
El fin de las dicotomías
Mientras Arnold Schwarzenegger, Sylvester Stallone y Jean-Claude Van Damme han redefinido la virilidad (en su vertiente brutal) de los noventa, Madonna, Sigourney Weaver (alias Ripley, en la película Alien y sus secuelas), Linda Hamilton (la impulsiva Sarah Connor de Terminator) y Demi Moore han hecho lo equivalente por la feminidad, al reconstruirse a sí mismas a través de la tecnología y convertirse en iconos de una nueva mujer. La feministasocialista Donna J. Haraway, autora de Simians, Ciborgs and Women: The Reinvention of Nature (Routledge, 1991), considera que el ciborg es la figura que puede eludir las dicotomías de clase, sexo y raza de la cultura occidental. Para ella, la llegada de una política ciborg es una verdaderarevolución, y es la oportunidad histórica para desbalancear el control patriarcal al aprovechar la fractura en su dualismo jerárquico. La aparición de un tercer protagonista en la "guerra de sexos" puede representar una reestructuración del orden genérico de la sociedad.
Rudeza igualitaria en la ciencia ficción feminista
Lo que mejor hace la ciencia ficción es hablarnos de las angustias y esperanzas que inspiran las nuevas tecnologías en el presente al extrapolar los males de la época. Los modelos femeninos caracterizados por su rudeza o violencia (como Ripley, Connor, Mace, Angela Basset en Días extraños, y la Molly de Johnny Mnemonic) que protagonizan narrativas típicamente masculinas (como las fantasías futuristas de acción, especialmente aquellas conocidas como ciberpunks), son las mejores representantes de esta nueva era de ciborgs en que la feminidad ha dejado ser simplemente el yin del Zen: pasiva, gentil, pacífica, maternal y en armonía con la naturaleza. Como apunta Joan Gordon en su ensayo "Yin and Yang Duke it Out" (incluido en la antología Storming the Reality Studio, Duke University Press, 1991): "La rudeza igualitaria hace a las mujeres, en el ciberpunk (género dominado por los hombres), atractivas políticamente para las feministas; pero el ciberpunk tiene algo que ofrecer mucho más importante y menos directo: una visión del mundo que es a la vez una extensión lógica de la década de los ochenta y un alejamiento radical de la esencialmente nostálgica visión de la ciencia ficción feminista." El ciberpunk es un género que pone fin a las utopías bucólicas ajenas al mundo mecánico y a las fantasías retrógradas de las narrativas femeninas que anhelan regresar a una idealizada era matriarcal. ¤ Naief Yehya ¤ [email protected]
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