PRD: UN EJEMPLO ALENTADOR

Contra tantas previsiones de mal augurio -que hablaban de escisiones e inconformidades explosivas- y contra las mismas tradiciones llenas de litigios del Partido de la Revolución Democrática (PRD), éste ha podido sentar un interesante precedente.

En efecto, ha elegido su presidente y su dirección mediante una larga campaña en la que cada lista expuso sus ideas y las sometió al voto masivo de los inscriptos al partido y, ahora, ha integrado su Comité Ejecutivo con miembros de las dos planillas derrotadas, manteniendo y reforzando la unidad de la agrupación. Quienes disputaron la dirección a Andrés Manuel López Obrador no han obtenido puestos secundarios sino cargos fundamentales, como la secretaría de Asuntos Políticos (a cargo de Amalia García) y la de Coordinación Legislativa (Ramón Sosamontes, ``segundo'' de Heberto Castillo), mientras en la Comisión Política Consultiva figura éste, junto a Porfirio Muñoz Ledo, al lado de Cuauhtémoc Cárdenas, Arnoldo Martínez Verdugo y Rodolfo González Guevara, que hicieron campaña por el vencedor. Hay que hacer notar, para honra de éste, que López Obrador había logrado la mayoría absoluta de los votos y no estaba obligado a ``mechar'' la dirección de su partido con los dirigentes de las listas opositoras, de modo que su acción demuestra apertura democrática e inteligencia y flexibilidad política.

Si se tiene en cuenta que el líder tabasqueño intenta apoyar el desarrollo del PRD y de la oposición de centroizquierda en los movimientos por las reivindicaciones populares, buscando el voto de los ciudadanos como subproducto de esa movilización, se ve la importancia de la búsqueda de la unidad partidaria y de la democracia interna en la construcción de un nuevo instrumento de acción cívica y de organización popular. El PRD busca así renovarse en un período difícil -e, incluso, preelectoral- para recuperar la imagen de una opción posible, que había paulatinamente perdido. Esto podría reanimar la vida política nacional y elevar el debate, para beneficio de México, ya que no puede haber democracia sin una oposición responsable, consecuente y fuerte.


DESPUES DE ATLANTA, LA GUERRA?

Dos pesos, dos medidas. El Congreso estadunidense no perfecciona la ley antiterrorista en el ámbito nacional a pesar del atentado en Oklahoma y de la extensión de las milicias de extrema derecha. En cambio, el gobierno de ese país está preparando una vasta acción en el Golfo Pérsico, donde el secretario de Defensa ya ha llegado a acuerdos con la monarquía saudí para que ésta pague los desplazamientos de las tropas y el desalojo de los familiares de los soldados del Tío Sam. Todo hace suponer, por lo tanto, que terminadas las Olimpiadas aparecerá el nuevo Gran Satán en turno en este caso Irán y que el lunes próximo, aprobada la ley D' Amato, nuevamente Estados Unidos se erigirá en acusador, juez y gendarme, les guste o no a sus aliados europeos esta violación a la ley internacional y este nuevo golpe a sus intereses en esa vital región petrolera.

La idea de que el terrorismo tiene detrás una mente organizadora a nivel mundial (la antigua y falaz teoría del Gran Viejo) reproduce la concepción reaganiana del Imperio del Mal y prescinde por completo de todo análisis de las realidades locales que pueden determinar acciones aberrantes, como la colocación de bombas y los atentados. Sin embargo, Arabia Saudí está lejos de ser un ejemplo de democracia y en el mundo árabe los atentados tienen una larga historia anterior a la existencia misma del régimen de los ayatolas iraníes. Además, el terrorismo es el arma de los débiles y desesperados, y florece cuando como en Palestina o en Argelia se cierran las vías para una acción política civilizada, y el integralismo religioso se convierte en una expresión deformada y degenerada de la defensa de la identidad nacional en peligro. Acaso los dementes que practican el terrorismo en Estados Unidos no son, ellos también, fundamentalistas religiosos cristianos y no creen defender la supremacía de la raza blanca y las tradiciones contra el Estado de Mamón, sin ser por ello financiados o manejados por Trípoli o Teherán? En este fin de siglo podrá seguir vigente la teoría del Destino Manifiesto que pone a Dios al servicio de los intereses financieros estadunidenses y convierte a los soldados de Washington en la espada flamígera de la Providencia? La diplomacia de los aliados de Estados Unidos no tiene nada que decir contra esta nueva y peligrosa reedición del espíritu que dictó la ley Helms-Burton?