La Jornada 3 de agosto de 1996

En nado sincronizado, los jueces relegaron a las mexicanas al octavo lugar

Jorge Sepúlveda Marín, enviado Atlanta, 2 de agosto Caminan siempre con la sonrisa despierta, como si estuviera prohibido estarse serias. Son las mexicanas integrantes del equipo de nado sincronizado, quienes desarrollaron un trabajo exacto, riguroso, con movimientos regidos por las notas del tema ``Antorcha encendida''.

Vestidas con encendidos trajes de color rosa mexicano, pegados a sus cuerpos como si fuera pintura, las ondinas fueron entrando al agua; primero una y luego cuatro, para al final, en fila india, una tras de otra las restantes tres. Nada se escapa a los ojos de las cámaras, mismas que delantan los movimientos tanto dentro como fuera del agua, lo que da muestra de la dificultad que representa levantar en vilo a algunas de sus compañeras, o el armar cual plataformas petroleras, estructuras humanas flotantes, o simplemente hacer un giro.

Y todo eso, por apenas un 93.836 de calificación, una evaluación ``con dolo y burla'' según diría la entrenadora Adriana Loftus, ya que desde los jueces pareciera ser que siguen considerando a México como un mero país tercermundista, que no tiene ninguna posbilidad de quitarle los sitios a los consolidados en esta disciplina.

Bastaba ver cómo los jueces penalizaban a las ondinas mexicanas, quién sabe por qué, y en cambio a las representantes de China, quienes no pudieron armar una plataforma humana, cayeron al agua y a punto estuvieron de no saber ni qué hacer, las evaluaron sin castigo alguno, para terminar en el séptimo lugar.

Curiosamente desde el pasado campeonato mundial y el posterior torneo olímpico, los países participantes, que se dicen son los ocho mejores del mundo, han terminado en las mismas posiciones con Estados Unidos (medalla de oro, con 99.720 puntos) a la cabeza, seguido por Canadá (plata con 98.367), Japón (bronce, 97.753), Rusia, Francia, Italia, China y al final las mexicanas, lo que fue considerado por la entrenadora nacional como una muestra de la inercia que se mantiene en el nado sincronizado.

Este día, por ejemplo, todo parecía preparado para halagar a las nadadoras de casa, quienes una vez más se llevaron la medalla de oro, ya sea con las razón de su esfuerzo o por su condición de locales. Bueno, hasta la juez mexicana, Eulalia Olivera, en un acto de plena honestidad o con ganas de evaluar con el hígado, les otorgó a las estadunideses uno de los nueve dieces que obtuvieron, mientras que a sus compatriotas apenas les otorgó un 9.6.

Independientemente de los resultados, Adriana habló de que esa situación no podía seguir así, por lo que demandará a las autoridades del Comité Olímpico Mexciano, a la jefatura de la delegación y hasta la federación mexicana responsable que presenten una enérgica protesta al respecto, donde se deje en claro que las calificación y el trato dado a las nadadoras nacionales no son justas.

Loftus y Olga Aceeva, la segunda entrenadora nacional, calificaron a las mexicanas con un 9.5, tres décimas arriba de lo otorgado, por quienes hicieron oficial su punto de vista. Se habla de que el nado sincronizado podría ser el hijo corrido de la familia olímpica. Si así fuera, quienes controlan este deporte no parecen estar muy preocupados en limpiar su imagen.

Oro Estados Unidos

Plata Canadá

Bronce Japón