La Jornada 28 de julio de 1996

Nuevo hito en la guerra de la razón contra el absurdo

Jaime Avilés, enviado, Ejido Oventic, Chis., 27 de julio &^#164; Bajo la misma espesa niebla de todas las estaciones del año, que ahora por ser verano parece tibia, la barranca que lleva de la carretera al Aguascalientes de Oventic, se tragó esta noche, felizmente por cierto, a quienes de todo el mundo vienen al primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo.

``Bienvenidos compañeros de todo el mundo'', vociferaba desde el principio de la tarde el comandante Felipe, asomado al micrófono entre las cintas de gala de su sombrero tzotzil, y su voz retumbaba entre las montañas invisibles igual que el eco de las dianas que refrendaban las marimbas, mientras largas filas de visitantes avanzaban paso a paso sobre el asfalto, arriba en el camino, hacia la primera valla de control.


Tropas intergalácticas en el Aguascalientes de
Oventic.
Foto: Duilio Rodríguez

Y la novedad es que, dos años después del caos que fue, y sigue siendo en la memoria, la Convención Nacional Democrática de Guadalupe Tepeyac, hoy la organización de los anfitriones ha experimentado admirables progresos. En el equipo de prensa en que me tocó llegar, en compañía de Adolfo Gilly, El Fisgón y seis periodistas franceses, la recepción fue de lo más expedita.

``Hagan dos filas'', dijo una muchacha de la sociedad civil urbana. ``Las mujeres en una y los hombres en otra''. ``¿Y eso por qué?'', dijo Gilly. ``Porque así lo pide la comunidad''. Así que, obedientemente, nos separamos los unos y las otras a dos metros de distancia, y empezamos a caminar a lo largo de cuatro kilómetros, porque la cola de autobuses y camionetas que arribaron primero nos obligó a estacionar lejos.

Medio kilómetro antes de Oventic nos topamos con una valla de zapatistas encapuchados, pero sin armas, que custodiaban un mecate extendido de lado a lado para detener, si hubiera necesidad, a los tanques enemigos. Pasamos sin problema. Seguimos un poco más y vimos entonces, por primera vez en la historia de esta guerra, los brazaletes de la policía zapatista, que repetían la sigla ``PZ'', en los bíceps de cientos de hombres y mujeres unidos con bastones negros para mantener el orden.

Este dispositivo, en principio desconcertante, resultó ser en realidad un hallazgo, que permitía que cientos de hombres, por un lado, y cientos de mujeres por el otro, fueran sometidos a la exhaustiva revisión que exige la seguridad en estos casos, pero a un ritmo digno de una aduana europea.

``Ya quisiera Clinton esta organización en Atlanta'', dijo un barbudo de Australia, que desataba las amarras de su mochila, a medio metro de Eduardo Galeano, escritor uruguayo que se quedará varios días recopilando historias del zapatismo.

Otras novedades eran un vistosísimo tianguis de las cooperativas de artesanos de la región, las suntuosas alfombras de juncia dispuestas en los dormitorios, y las bíblicas filas de occidentales hambrientos, que bromeaban pacientemente en la niebla rumbo a las ollas, lejanísimas para algunos, del fogón colectivo, que esta noche alimentarán a miles de estómagos oriundos de todas las esquinas del planeta.

El viejo y famoso cineasta ruso, Pavel Luguín, miraba con detenimiento las rústicas literas de tablas de pino cuando atinó a decir: ``Esto parece una mezcla de campo de concentración y antesala del purgatorio'', una frase que en la muy eslava alma del artista quién sabe qué puede significar.

Todo lo anterior valga para decir, en pocas palabras, que el Intercontinental del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a partir de esta noche, cuando el evento sea solemnemente echado a andar, marcará un nuevo hito en la historia de esta guerra de la razón contra el absurdo.

Caravana destrabada

Esta mañana, a eso de las 8:00, llegó a San Cristóbal de las Casas la caravana de siete autobuses que transportaba a los 280 integrantes de la delegación mexicana -formada en su mayoría por los promotores del Frente Zapatista de Liberación Nacional- que ayer permanecieron más de diez horas bloqueados en una carretera de Oaxaca, en el Istmo de Tehuantepec, zona que el gobierno de Zedillo intenta ceder al capital extranjero tan pronto como le sea posible.

El viaje, cuenta Inti Muñoz, fue azaroso y rico en experiencias de organización política, porque quienes cerraban el paso eran miembros de la Coalición Obrera Campesina y Estudiantial del Istmo (COCEI) y los afectados, además de miles de viajeros comunes y corrientes, eran zapatistas de corazón, de modo que no podía suscitarse un desencuentro.

Y aunque los militantes de la COCEI les ofrecieron dejarlos pasar para no entorpecer de ningún modo el desarrollo del Intergaláctico, los del FZLN rechazaron el privilegio. Más aún, dado el calorón reinante, bajaron de sus camiones y se sumergieron varias horas en un río. Cerca de la medianoche, cuando un piquete de traileros se aprestaba a quemar el retén levantando una pira de llantas muy cerca de una pipa de diesel, los del FZLN establecieron un cinturón de paz para aislar a los presuntos agresores, hasta que todo se resolvió mediante una negociación entre los de la COCEI y unos bomberos del gobierno del estado.

``Fuera Marcos''

Esta noche, cuando faltan pocas horas para la inauguración del Intergaláctico a cargo del comandante David y las autoridades civiles del EZLN en los Altos de Chiapas, llego de prisa a la caseta telefónica de San Andrés de los Pobres y descubro una pinta que de golpe me alarma: ``¡Fuera Marcos mentiroso!''.

Camino otra cuadra y la alarma se convierte en confusión. ``¡Fuera Marcos Hernández López!'' Y entonces alguien me explica que el susodicho es el que se dice presidente municipal de Larráinzar, pero, como lo anuncian los muros, el pueblo entero lo repudia por priísta