Pablo Gómez
Fracaso panista

El Partido Acción Nacional da la impresión de que espera que el fruto maduro le caiga en las manos sin tener que subir al árbol. En tan pasiva actitud, el PAN corre el riesgo de que el producto se le pudra antes de desprenderse de la rama, o que al caer se le escurra entre los dedos y vaya a parar al mero suelo.

El PRI conspira contra el procurador por ser éste panista, lo cual rompe una de las reglas tradicionales del poder: el control de la justicia. Pero Lozano Gracia, en realidad, no ha investigado a fondo ningún caso en el que pudieran estar involucradas importantes figuras priístas, tales como el llamado Tabascogate o Aguas Blancas.

La imagen pública que proyecta el PAN es, en gran medida, la del procurador, quien no ha querido profundizar en la corrupción pública de altas esferas. El caso de Tabasco es muy ilustrativo. Acción Nacional, junto con otras fuerzas opositoras, se pasó los años afirmando que el gobierno financiaba la acción electoral del PRI, pero cuando, por fin, alguien presentó las pruebas o, digamos, los indicios documentales, el procurador panista se lavó las manos y remitió el asunto a otro procurador (el de Tabasco), el cual es empleado del gobernador ``hasta el año 2000'' por decreto presidencial.

En cierta forma, podría pensarse que el descrédito de Lozano Gracia beneficia al PRI en la medida en que demuestra que el PAN no promueve cambios verdaderos, sino que la corrupción sigue siendo impune, no sólo en el caso de Madrazo Pintado, sino también en el de Cabal Peniche y otros muchos, amén de la falta de avance en el esclarecimiento del ``complot'' contra Colosio. Carlos Salinas podría ser sometido a serias investigaciones desde por extorsión, peculado y tráfico de influencias hasta por la emisión ilegal de títulos de deuda pública.

Todo lo que dijo el PAN durante más de cinco décadas parece desvanecerse cuando, por vez primera en la historia, un panista puede procurar justicia y no lo hace en la medida posible y necesaria.

Pero el PRI tampoco promueve la cancelación del sistema de impunidades. Zedillo y Oñate apoyan a Madrazo Pintado y, para ellos, pareciera que Carlos Salinas ya murió y nada es preciso hacer para esclarecer la infame corrupción del sexenio salinista. La impunidad tiene su base en un sistema de complicidades: Salinas no hizo nada solo.

La crisis de los encubrimientos y de los secretos fielmente guardados podría beneficiar a otras opciones políticas si éstas no quitan el dedo del renglón y se la juegan del lado de la lucha contra la corrupción y la impunidad como sistema.

El repliegue del PAN, el cual se expresa en todos los aspectos de la política, podría ser una de las bases para girar las expectativas de muchos mexicanos hacia el lado de las fuerzas democráticas y populares y no, necesariamente, para volver los ojos al PRI, cuyo descrédito sigue viento en popa.

La cuestión, sin embargo, no es muy sencilla. Habría que combinar seriedad en los planteamientos políticos con eficiencia en la acción. Una conducta apegada a principios democráticos y defensa de intereses populares; una persistencia en el mensaje de que las cosas pueden cambiar para mejorar; una congruencia entre lo que se dice y lo que se hace; una suficiente firmeza en la conducta política; todo esto podría convertir la claudicación panista en un avance de las fuerzas consecuentemente democráticas, en lugar de que se traduzca en una ventaja para el PRI.

Si a la hora buena el PAN no sirve para combatir la corrupción y promover la democracia, que florezca otra vez la alternativa del verdadero cambio; aquel que sí es posible.