La Jornada 24 de julio de 1996

Podría dominar el capital foráneo en el Transístmico

Juan Antonio Zúñiga M.,/ III y última, Istmo de Tehuantepec Los principales centros urbanos de esta región padecen el impacto de los desequilibrios generados por un crecimiento desordenado que provocó que, en el extremo norte de esta rica región, más del 50 por ciento de los habitantes de Coatzacoalcos y Minatitlán sobrevivan por debajo de la línea de la pobreza. Mientras en el extremo sur, alrededor del 70 por ciento de la población en edad de trabajar de Salina Cruz y Juchitán se ocupa en actividades económicas informales, en lo que puede denominarse el desempleo activo. Y en el Istmo Central, más del 90 por ciento de las tierras productivas se dedican a la ganadería. Todos, sin embargo, han sido invitados a una nueva era de modernidad a través del consumo y no de su participación en la generación y reparto de la riqueza. El más reciente conteo de población elaborado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática indica que en 1995 la población de Salina Cruz estaba constituida por 76 mil 68 habitantes. Pero las autoridades municipales afirman que en realidad se eleva a 300 mil personas.


Caminos deseados, en el istmo de Tehuantepec.
Foto: Antonio López

Difícil es saberlo. Pero lo que sí es totalmente cierto es que los muertos en este puerto ya no caben en el cementerio ni las viviendas en los cerros.

En Juchitán el recuento realizado por el INEGI señala que en este municipio habitan 75 mil 953 personas, pero esta cifra tampoco convence al ayuntamiento, conquistado por la Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI).Hijo de una familia de campesinos, el presidente municipal juchiteco, Roberto López Rosado, no puede evitar la exclamación: ``Hasta en eso estamos en rebeldía! Porque contamos con elementos para demostrar que somos por lo menos 150 mil. Hasta en eso nos hacen fraude! Porque con menos habitantes reducen también las participaciones municipales de la federación''.

En el extremo norte del Istmo de Tehuantepec se localiza la mayor concentración de población en el delta del río Coatzacoalcos, donde la ciudad del mismo nombre y Minatitlán cuentan con 461 mil 955 habitantes, de los cuales por lo menos 70 mil no son originarios de estos sitios, segun informes del INEGI y las municipalidades.

El desarrollo industrial, petrolero y portuario, sin embargo, no beneficia a toda la población de estas ciudades. El 50 por ciento de las viviendas de Coatzacoalcos, ubicadas en las zonas marginales, emplea fosas sépticas y esta proporción se eleva a 60 por ciento en Minatitlán.El 54 por ciento de las viviendas de Cosoleacaque carecen de agua entubada, lo mismo que el 44 por ciento de las de Minatitlán y, en esta misma situación se encuentra una quinta parte de las de Coatzacoalcos.

Por la vereda tropical La pobreza y marginalidad en el Puerto de Salina Cruz es tan notoria como el desempleo. Prácticamente todas las banquetas céntricas de esta ciudad estan ocupadas por el comercio ambulante. Los recortes de personal de la Refinería Ingeniero Antonio Dovalí Jaime agravaron esta situación, al grado de que la colonia Petrolera, creada para los trabajadores de Pemex, ahora es poblada por otro tipo de habitantes.

El drenaje y el alcantarillado son totalmente insuficientes y absoletos por la magnitud de las descargas que descienden de los cerros, informa Teresa Jordán, síndica primero del municipio. Además, más del 60 por ciento de la población está asentada en terrenos ejidales, lo que dificulta enormemente su regularización y por lo mismo la prestación de servicios públicos, aparte de la imposibilidad de poder cobrar el impuesto predial.

Pero el problema más grave de la población es el del trabajo, agrega la funcionaria municipal. El capital regional es insuficiente para crear los puestos de trabajo productivo que se necesitan.

Con la construcción de la refinería, en 1978, llegaron multitud de campesinos a emplearse como asalariados, ocuparon hasta las partes más altas de los cerros del Morro y Salinas, se aceleró el crecimiento anárquico de la ciudad y, lo más grave, no retornaron a sus actividades originales. Cuenta con servicios de salud IMSS, ISSSTE, Hospital de Pemex y Hospital Civil, pero son insuficientes y hay grandes diferencias en la atención, comenta la síndica primera. Las principales fuentes de empleo son la refinería, la Armada de México, el comercio y la pesca. Esta última en grave crisis.

El mercado municipal se encuentra en condiciones lamentables; mientras el puerto carece de rastro, de central de abasto, de un mercado de mariscos y de central camionera. Pero lo más curioso radica en que carece de reservas territoriales para realizar estas obras.

Por lo mismo, el municipio ha solicitado a la Administración Portuaria Integral (API) la donación de parte del área con que cuenta para llevarlos a cabo. La API tiene no menos de 50 hectáreas donde nunca ha habido nada, explica Teresa Jordán, porque nadie tiene interés en ellas en ausencia de estímulos fiscales y un programa integral que le permita a las empresas instalarse ahí. Para un mercado de mariscos, dice, se necesitan 4 hactáreas en las que cabrían también frigoríficos, áreas de descarga y estacionamiento. El puerto de Salina Cruz manejó 133 mil 500 toneladas de carga entre enero y mayo de este año a través de 5 mil 616 contenedores, lo que representó una elevación de 294 por ciento en el movimiento de carga seca y de 124 por ciento el número de cajas que contienen las mercancías, según cifras de la API.

Sin embargo, esas cifras, que indican una ténue recuperación, contrastan con las del año de 1987, cuando en este puerto se manejaron 27 mil contenedoras con un peso de 300 mil toneladas de carga seca.Hermenegildo Bolán Nuñez, presidente de la Cámara local de Comercio y Propietario de una de las dos únicas agencias aduanales que hay en este puerto, informó que desde 1993 la principal naviera del país, Transportación Marítima Mexicana, dejó de operar aquí y actualmente pasan por Salina Cruz apenas dos rutas de escala regular, ambas japonesas: la Nippon Yusson Kaisha y la Línea Mexicana del Pacífico.

Geta Biguíí En Juchitán, el lugar de las flores blancas, no existe una sola empresa industrial de las tres que había en este lugar. Pero en su capital, la prehispánica costumbre indígena del trabajo comunitario, llamado tequio, cambió la fisonomía de su cabecera municipal y en la actualidad prácticamente todas sus calles están pavimentadas con concreto, cuentan con bibliotecas, energía eléctrica que avanza hacia todas las comunidades del territorio municipal y centros de salud. No hay, tampoco, una sola comunidad que no sea atendida en materia educativa.

Nos ufanamos de gobernar bien, sin distingos y para todos, afirma el alcalde Roberto López Rosado, quien fuera candidato de la COCEI y del Partido de la Revolución Democrática.

Acerca de los procesos de privatización del ferrocarril transístmico y los puertos terminales de Salina Cruz y Coatzacoalcos, responde contundente: ``nosotros no nos oponemos a las inversiones nacionales ni extranjeras. Estamos claros que se requiere de recursos foráneos, dada la crítica situación del país, para promover la inversión en la región. Pero sí nos oponemos a la imposición''.

Por su parte, el diputado coceísta a la Legislatura local, Leopoldo de Gyves, opinó que no deben venderse más empresas públicas ni tomarse decisiones precipitadas para no enfrentar a la oposición. Demandó del gobierno federal ``dar a conocer en todos sus detalles el programa de desarrollo integral, que tendrá impactos sociales, ambientales y culturales en la región, en Oaxaca y en el país''.

En el mismo sentido, el alcalde de Juchitán precisó que en nada benificiaría ocupar a los habitantes en labores de construcción y ``hasta ahí nada más'', para que después ``la población sólo vea pasar de lejos la modernidad''.

El principal problema de los habitantes juchitecos es también el desempleo. ``Setenta de cada cien personas que recibimos en las oficinas del ayuntamiento llegan a solicitar empleo''.

Dedicados en mayor medida a la agricultura y al comercio informal, los habitantes de Juchitán vieron una vez sobre sus tierras tres empresas industriales: una planta arrocera, el ingenio azucarero José López Portillo que fue desmantelado después de su privatización y una fábrica de cal. Ninguna de las tres existe hoy.