Ricardo Alemán Alemán
Itinerario político

Para el PAN, la reforma es un medio y no un fin
El PRI, sin candidato ante panistas y perredistas

Cuando Oscar Espinosa Villarreal se descartó, el pasado viernes, como posible candidato a la primera gubernatura del Distrito Federal al día siguiente haría lo propio Roberto Campa Cifrián, el regente y el dirigente del PRI parecieron responder a una señal surgida de la Secretaría de Gobernación: el candidato no saldrá ni del PRI ni del gobierno capitalinos.

La declaración de Espinosa Villarreal, que según reportan las diversas crónicas se produjo sin que mediara pregunta expresa, contrastó con un hecho estremecedor e indignante, ocurrido esa misma mañana, y que sintetizó de manera inmejorable la lente del reportero gráfico Carlos Ramos Mamahua. Un hombre que llora de rabia e impotencia, abraza a sus tres pequeños hijos que también lloran, de susto. La familia: el hombre, la mujer y sus tres hijos, ven caer su casa, su vida, por la fuerza de los trascabos que demolieron un centenar de construcciones del predio Las Maravillas, en Iztapalapa.

El autodescarte de Espinosa Villarreal, la brutalidad empleada en Las Maravillas y la explicación ofrecida por el regente a ese desalojo, muestran otra vez, como si hiciera falta, el perfil de quien gobierna la capital del país. No sólo es la crisis económica y sus secuelas de inseguridad, los altos niveles de robos y desempleo. No, los capitalinos reprueban la gestión del regente por su proclividad al autoritarismo y la escasa respuesta a los problemas que enfrenta.

Y ese rechazo ya se reflejó en una serie de encuestas que, sobre las preferencias electorales de los capitalinos, encargó realizar la Secretaría de Gobernación. De acuerdo con esos sondeos, el PRI no tiene un candidato entre los políticos y funcionarios en activo capaz de ofrecer una contienda real para la elección del primer gobernador del Distrito Federal.

Más aún, el hombre que más se acerca nunca se ofreció el porcentaje a los potenciales candidatos opositores del PAN y PRD es el ex regente Manuel Aguilera Gómez, seguido por el líder senatorial Fernando Ortiz Arana. Destaca en el sondeo realizado por encargo de Gobernación, que Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano son los personajes políticos de los partidos opositores mejor vistos por los ciudadanos del Distrito Federal, para convertirse en eventuales candidatos a la gubernatura capitalina. La puntuación alcanzada por los dos ex candidatos presidenciales es casi de dos a uno sobre los priístas con mayor presencia.Si bien no se logró saber si en las mismas encuestas se consultó a los ciudadanos sobre las preferencias en favor de otro ex regente, Manuel Camacho Solís, existen evidencias una de ellas, un sondeo realizado por el periódico Reforma el viernes 19 de que el ex comisionado para la paz en Chiapas cuenta con una preferecia que lo acerca a Fernández de Cevallos, a Cuauthémoc Cárdenas y que lo ubica muy por encima de los priístas con mayor aceptación.

Pero más allá de los resultados arrojados por los muestreos de opinión, de suyo importantes pero aún no definitorios, debe ponerse en perspectiva la relación causa-efecto entre la elección para gobernador del Distrito Federal y la renovación del Congreso, con el proceso de reforma electoral, que parece empantanarse cada vez más. Es sabido por todos que el gobernador del Distrito Federal, quien quiera que resulte electo, se convertirá casi de manera automática en el más viable aspirante a la candidatura presidencial para los comicios federales de 1997.

En realidad, la reforma electoral se encuentra atrapada entre la negociación partidistas por amarrar triunfos anticipados, a cambio del voto favorable al nuevo ordenamiento que regirá los procesos electorales, en su parte de enmienda constitucional y ley reglamentaria. Esto es, que partidos como el PAN ya no ven la reforma como un fin, sino como un medio para ganar posiciones, espacios y compromisos para la elección del gobernador capitalino y la renovación del Congreso en 1997.

Y como en política todo es posible y no hay casualidades, hay quienes prevén que frente a la reforma electoral y ante la eventualidad de una derrota del PRI, los operadores gubernamentales tengan listos varios escenarios de contingencia. Uno: que decidan llevar adelante la reforma sólo con el apoyo del PRD, lo que provocaría una ruptura definitiva con Acción Nacional. Dos: que pacten con el PRD entregar la gubernatura a cambio de apoyo para alcanzar el uno-dos en el Congreso.

Pero tampoco se descarta una alianza con el PAN, en donde se entregaría la regencia a cambio de mantener la mayoría en el Congreso y el apoyo para los comicios del año 2000... Todo puede ocurrir. Lo único cierto es que Espinosa Villarreal se va a finales de 1997.