La Jornada 22 de julio de 1996

Abren el Istmo al capital extranjero

Juan Antonio Zúñiga M., enviado, y Víctor Ruiz Arrazola, corresponsal, /I Istmo de Tehuantepec El proyecto para construir en esta región una vía de comunicación y transporte de mercancías que compita con el canal de Panamá en el tráfico interoceánico de carga está en marcha.

Conocido en círculos gubernamentales como el ``megaproyecto del Istmo'', incluye la construcción de una superautopista de 411 kilómetros que abriría una ruta entre Oaxaca y el puerto de Salina Cruz; la privatización del corredor transístmico ferroviario, así como la construcción de dos unidades generadoras de energía eléctrica.


Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec.
Foto: José Antonio López.

Los proyectos tienen el visto bueno de las autoridades federales y estatales. El capital para financiarlos también está asegurado.

En esta franja de la región donde se concentra 80 por ciento de la producción petrolera de México, una de las familias reales de los Emiratos Arabes Unidos ha ofrecido aportar 50 por ciento de los seis mil 570.9 millones de pesos que las autoridades estiman puede costar la construcción de la autopista Oaxaca-Salina Cruz-La Ventosa y Ramal Huatulco. Otro 25 por ciento lo aportará el Grupo Mexicano de Desarrollo (GMD), una de las tres principales empresas constructoras del país, y el resto correrá por cuenta de los gobiernos federal y estatal.

Hay un detalle: en el proyecto elaborado por las autoridades mexicanas se indica que la inversión que corresponde a los gobiernos federal y estatal ``puede ser pagada con terrenos en Huatulco con el compromiso de GMD de desarrollarlo con proyectos turísticos''.

Para las plantas generadoras de energía también hay inversionistas apuntados. Información de la Secretaría de Desarrollo Comercial de Oaxaca (SDCO), detalla que la empresa York Windpower Corporation ``está muy interesada en ejecutar dos proyectos en la región del Istmo''. Consisten en una planta de generación de energía eólica y en una fábrica de turbinas de viento.

El primer proyecto, señala, está sujeto a que la Comisión Federal de Electricidad firme el contrato para la compra de energía por 25 años. En el caso del segundo, ``se tiene previsto realizarlo durante cuatro años y queda sujeto a que se apruebe el proyecto 1''.

Para ambos se prevé una inversión de 387 millones de dólares, unos dos mil 980 millones de pesos actuales.

La Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) anunció ya los lineamientos generales para la privatización del sistema ferroviario nacional.

Tal posibilidad ha despertado el interés de las grandes compañías de ese país para participar en las tres grandes líneas en que Ferrocarriles Nacionales de México se han subdividido para su privatización.

Hasta ahora, por lo menos ocho grandes compañías ferroviarias estadunidenses están entre los 30 grupos empresariales que han obtenido, del gobierno mexicano, su registro oficial para adquirir líneas completas o rutas, lo que les permitirá integrar verticalmente, con el sistema multimodal, el transporte de carga de ferrocarriles, puertos, autotransportes y aeropuertos. Pero sobre todo, expandirá territorialmente los intereses de Estados Unidos en México.

Algunos de los movimientos financieros realizados por las compañías ferrocarrileras estadunidenses parecen mostrar lo contrario.

En la Ruta Ferrocarril del Sureste, que une a Oaxaca con la capital del país y el puerto de Coatzacoalcos, Veracruz, se sabe de 40 empresas interesadas, entre ellas Burlington, Santa Fe, Southern Pacific, Railtex y Kansas City Southern.

La lucha por el botín

Para el gobierno mexicano, según la SDCO, el Corredor Transístmico ofrece ``una serie de oportunidades y retos para el desarrollo del Istmo de Tehuantepec''. Los funcionarios implicados en su diseño lo ``visualizan'' como una opción complementaria y no competitiva al Canal de Panamá o a los puentes terrestres estadunidenses. ``La conjugación de diversos elementos dice indica una coyuntura única para su puesta en valor (sic), con un concepto diferente al manejado en el pasado''.

Un estudio elaborado por John Saxe-Fernández, coordinador del seminario de Teoría del Desarrollo del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, señala que en Estados Unidos ``se ha desatado ya una sórdida lucha por el botín ferroviario mexicano entre algunas de las principales empresas del ramo; se trata, nada menos, de la integración, bajo el control de empresas estadunidenses, de una estructura ferrocarrilera macrorregional que permite, además, el control estratégico y redituable del transporte de América del Norte''.

Entre las empresas estadunidenses con registro oficial del gobierno mexicano para participar en la compra de algunas de las líneas y rutas de Ferrocarriles Nacionales figuran: Burlington Nothern and Santa Fe Corporation, Railroad Development Corporation, Southern Pacific México, Kansas City Southern Industries, CSX Transportation Inc., Genesee and Wyoming Industries y Union Pacific Railroad.

Seguridad nacional

El carácter geopilítico del Istmo de Tehuantepec como área de seguridad nacional se ha reforzado por la multitud de obras de infraestructura, principalmente petroleras, tanto en los puntos extremos que lo conectan como a lo largo del trayecto, que constituye la columna vertebral del país.

En la región istmeña se localizan las cavernas de los domos salinos de Tuzandépetl, habilitadas por Petróleos Mexicanos a poco más de 10 kilómetros de Coatzacoalcos para almacenar unos 10 millones de barriles de petróleo, según el estudio Geopolítica y desarrollo en el Istmo de Tehuantepec, de Alejandro Toledo, editado por el Centro de Ecología y Desarrollo.

Más cerca del tendido carretero que de la vía férrea, corren mil 613 kilómetros de ductos por los que pasa parte de la riqueza petrolera de la nación.

Así, de Nuevo Teapa a Salina Cruz corren tres oleoductos, uno de 48 pulgadas con una capacidad inicial para transportar 550 mil barriles diarios de crudo; existe otro oleoducto que conecta Minatitlán con Salina Cruz y otro de este puerto a Cabezal de Playa; uno de combustóleo de Salina Cruz a la terminal marítima a 12 kilómetros, un amonioducto de Cosoleacaque a Salina Cruz, un gasoducto Minatitlán-Salina Cruz y tres poliductos de este puerto a las terminales de venta. El transístmico forma parte del ferrocarril ``3'' en la actual nomenclatura privatizadora, aunque en realidad es el mismo que se conoció como del Sureste. Su trayecto tiene una longitud de 2 mil 200 kilómetros y en 1994 se trasladaron por esta vía 3 mil 200 millones de toneladas por kilómetro, que representaron 9.3 por ciento de la carga total transportada por las tres líneas en vías de privatización.