REFLEXIONES SOBRE LA CRISIS

Es llamativa la coincidencia de voces provenientes de distintos ámbitos como el empresarial, académico y religioso, que se unen a la preocupación generalizada de la sociedad mexicana por la crisis que se vive. Con los matices propios de sus responsabilidades, el arzobispo de Hermosillo, Carlos Quintero Arce; el rector de la Universidad Iberoamericana, Eduardo González Torres; el presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, Claudio X. González, y la Coparmex, por medio de un análisis económico, hablan de las crecientes dificultades económicas del pueblo mexicano y de las negativas consecuencias que producen en los ámbitos político y social. Injusticia social, corrupción, ingobernabilidad, son algunos de los conceptos que se expresan. Ciertamente, la corrupción produce ingobernabilidad, concentración de la riqueza y, por consiguiente, miseria en el otro polo social.

Cabe aquí señalar que la globalización del mercado y la búsqueda prioritaria de la eficiencia macroeconómica han generado en todo el mundo la peligrosa erosión de los amortiguadores sociales y la transformación estructural de los aparatos estatales para adaptarlos a las imposiciones de los centros financieros. En esa dinámica, se ha reducido la búsqueda del consenso popular y se han fortalecido las tendencias autoritarias.

En ese contexto, son oportunas y valiosas las reflexiones sobre la corrupción y la injusticia social. De ellas se deriva también la exigencia de que la lucha contra esos males pase al terreno de los hechos y no se quede en la declaración o el análisis. De otra manera, los estragos de la crisis seguirán erosionando el tejido social, generando violencia y llevando a la nación hacia terrenos peligrosos.