Entre Washington y el DF existen muchas líneas de comunicación. Unas de ellas son indirectas, otras operan de manera muy estrecha. De estas últimas destaca la línea que está tendida entre la Reserva Federal y el Banco de México. Ahí la transmisión va en una sola dirección: de norte a sur.
Las acciones del Banco de México en el marco de su programa monetario, están cada vez más condicionadas por las decisiones que adopta la Reserva Federal para administrar la economía estadunidense. Esas decisiones no contemplan, por supuesto, los efectos que producen en una economía como la mexicana, pero sus repercusiones son enormes.
Bajar la inflación es el objetivo primordial de la política económica. Y, en efecto, el crecimiento del índice de precios se ha ido reduciendo en los últimos meses y las autoridades monetarias aceptan ya que al final del año la inflación puede estar alrededor de 25 por ciento. Sin embargo, el comportamiento de los precios no es compatible con lo que ocurre con las tasas de interés, es decir, con el precio del dinero. Las tasas han aumentado recientemente y será cada vez más difícil reducirlas de manera que la estabilidad se exprese en un mayor crecimiento; aunque ésa es la meta del ajuste económico que se aplica. El dilema queda claro, la estabilidad de precios requiere de altas tasas de interés y esa situación es técnica y políticamente insostenible.La discrepancia entre la reducción de la inflación y el alza de las tasas pone de manifiesto una forma de desarticulación de la economía que tiene cuando menos dos expresiones. Primero, indica que los mercados no están funcionando de manera eficiente para asignar los recursos productivos, incluyendo por supuesto a la fuerza de trabajo, hacia una expansión económica. En segundo término, indica la dependencia de esta economía del financiamiento externo en un marco de creciente inestabilidad asociado con la forma en que se mueven los capitales por el mundo.
De tal manera, el gobernador Mancera está necesariamente a la expectativa de lo que hará el chairman Greenspan, puesto que ello fija sus propias posibilidades de acción que, por cierto, son cada vez más reducidas. Basta que los inversionistas internacionales duden acerca de que la Reserva Federal eleve la tasa de interés para que desplacen sus fondos y provoquen una presión sobre el mercado de dólares en México. Para apoyar el valor del peso y evitar que su depreciación genere mayor inflación el Banco de México tiene que elevar las tasas de interés internas para dar un premio a quienes mantengan sus inversiones en pesos. Ese premio tiene que ser medido en términos reales, es decir, estar por encima de la inflación. Debe incorporar, también, un factor de riesgo que se asocia con la capacidad del gobierno de garantizar que esos pesos pueden convertirse en dólares a un tipo de cambio que no elimine la ganancia financiera derivada de la tasa de interés. Aquí juega un papel crucial la irresponsabilidad de la emisión de los Tesobonos durante 1994. Al final de las transacciones, los inversionistas quieren dólares y no pesos. Se puede apreciar, entonces, que mientras mayor es el rendimiento real que se tiene que ofrecer a quien invierte en pesos, mayor es el riesgo en que se incurre. Hoy, la política monetaria no puede cortar este círculo vicioso y con ello se compromete todo el programa económico del gobierno.
En las condiciones actuales, el nivel de las tasas reales de interés en México depende de las que fije la Reserva Federal. Greenspan se mueve en un terreno en el que se espera que la economía de Estados Unidos frene su reciente crecimiento y tratará de evitar que se eleve la inflación, controlando el gasto total mediante mayores tasas de interés. Mala noticia para Mancera que verá cerrarse el círculo en que se ha encerrado a la política monetaria. Cómo reaccionará la Secretaría de Hacienda ante un escenario de restricción creado en el Banco Central, que debilita la situación de endeudamiento generalizado de la economía y pospone el crecimiento? Habrá realmente una discrepancia entre quien administra la economía y quien es responsable de mantener el valor del peso? Cómo se manifestará en esta ocasión la autonomía del Banco Central?Estas son, sin duda, cuestiones de relevancia interna para el país. Pero, en todo caso, es apreciable que la contienda entre Mancera y Greenspan es muy desigual. El sistema financiero mexicano no puede pelear en el mismo ring con Wall Street y no se están creando condiciones, ni se están estableciendo posibilidades de ampliar el espacio de acción de la política económica en general. Este es un grave error estratégico, con más costos para la economía y la población.