José Agustín Ortiz Pinchetti
Esperando al ángel exterminador

La reforma electoral mexicana parece víctima de la cultura del absurdo. Es apenas el primer paso de una reforma política profunda. Fue anunciada hace 19 meses con la firma de un ``Acuerdo histórico'' entre el gobierno, recién inaugurado, el PAN, el PRD, el PRI y el PT, consenso admirable y esperanzador. Hoy, cuando ya está a la vista el proceso electoral de 1997, la reforma parece caerse de madura y en peligro de podrirse en el árbol, como dice José Woldenberg. No sólo es enteramente posible, sino necesaria y hoy se ha vuelto urgente.

Los negociadores de la reforma electoral me recuerdan a los personajes de la película de Luis Buñuel, El ángel exterminador (México, 1962). Un grupo de gente prominente, después de elegante cena sufre una parálisis de la voluntad. Nadie puede irse tranquilamente a sus casas como quisieran. Se quedan atrapados durante semanas y meses. La reforma electoral mexicana padece del mismo mal. Los negociadores parece que esperan algún ángel exterminador?, es decir, un suceso externo tan brutal y decisivo que los saque del pasmo.

Suponemos que existen obstáculos, pero no sabemos cuáles son. Este proceso se caracteriza por su falta de transparencia. Recuerda usted la transición española? Los ciudadanos se enteraban por la televisión de cuál era la posición exacta de cada uno de los grupos que estaban negociando la reforma. Pero a los mexicanos no nos quedan sino las especulaciones.

Se dice que el obstáculo es el PRI, que no quiere perder las enormes ventajas que le da la situación actual. Puede ser cierto, pero a mí me consta que muchas de las más avanzadas propuestas de cambio han sido hechas por Santiago Oñate y por su equipo. Se dice que la resistencia es del PRD. Esto contradice mi propia experiencia, Porfirio Muñoz Ledo ha tenido un papel decisivo en la negociación y se encuentra además apoyado por la unanimidad del Comité Ejecutivo de su partido. López Obrador apoya expresamente la reforma. El PAN exige, y con justicia, que la reforma se dé en los hechos y no sólo en la ley. De acuerdo. Pero una ley mucho más avanzada que la actual es un hecho político. Además el PAN ha luchado medio siglo para ver cristalizar un marco jurídico como el que, al fin, se propone. El gobierno parece el más interesado en lograr la reforma porque es la única propuesta capaz de despertar la esperanza al corto plazo. Además parece condición indispensable para estabilizar la vida económica e iniciar la recuperación.

Entonces, qué pasa? Parece seguro que hay otros temas que no tienen que ver con la nueva ley y que se ocultan a la

vista del gran público. Cuáles son? No lo sabemos. Esperamos que los negociadores salgan de su entrampamiento. Si no es así sería lógico pensar que la reforma es algo demasiado importante como para dejarlo sólo en manos de los partidos. Ellos deben entender que no es un asunto privado, propiedad de ellos, sino que nos pertenece a todos y que el ángel exterminador ronda amenazante el interés de la República.

El lado soleado de la política. En contraste con estos aspectos sombríos, destaca la elección de Andrés Manuel López Obrador como presidente del PRD. La eficacia política de Andrés Manuel en Tabasco indujo al ``aparato'' a través de la televisión, del radio y algunos de los periódicos, de inventarlo como un individuo radical, intransigente, proclive a la violencia.

La verdad es lo opuesto. Los que conocemos a Andrés Manuel sabemos que tiene una combinación política extraordinaria. Como muchos líderes importantes de la oposición surgió del sistema político oficial, por lo tanto tiene un conocimiento de los resortes que en México mueven al poder y a los hombres del poder. Tiene además astucia, energía y sagacidad. Pero además, y sobre todo, una dimensión ética, por ello se embarcó en la aventura apasionante, pero incierta, de la democracia. Ha asumido riesgos para su familia, penurias, restricciones, amenazas. Vive la política con una convicción casi religiosa. Pero no fanática.

En contra de la imagen inventada, Andrés Manuel es un político moderado. Un defensor de las empresas mexicanas. Un propugnador del mercado abierto y de la alianza y la negociación política. Su lucha ha sido básicamente una forma de resistencia pasiva contra la opresión. Como líder del PRD va a dar grandes sorpresas, justamente porque es en el fondo un político pragmático, conciliador, inteligente y certero.