Las previsiones previas parecían confirmarse anoche y el dirigente real del PRD en Tabasco, Andrés Manuel López Obrador, aparecía como casi seguro triunfador en las elecciones internas para presidente nacional del partido del sol azteca.
Con estas votaciones, que deberían ser asunto interno y exclusivo de los militantes del PRD, se presenta de nuevo el fenómeno de la globalización, ya que las consecuencias de estas elecciones se resentirán en el resto de la sociedad.
Aunque se cumplan las previsiones de más de un millón de votantes en todo el país, se trata de una mínima parte de la población. Pero, en realidad, los primeros reportes hablan de una participación mucho menor, con cálculos de que el abstencionismo podría llegar a 30 por ciento sobre la cifra total de ciudadanos con derecho a voto.
También hay quejas de que hubo prácticas irregulares, sobre todo por parte de simpatizantes de la planilla 3, la que tenía como candidato a López Obrador. Sin embargo, los mismos denunciantes, que por supuesto simpatizaban con los otros contendientes Amalia García Medina y Heberto Castillo dicen que las supuestas anomalías detectadas no serán suficientes para anular la previsible victoria del tabasqueño.El partido nacido con el registro del PCM-PSUM-PMS es, sin duda, una de las tres principales fuerzas políticas del país, y su participación es muy importante para definir el futuro de la nación en muchos sentidos, desde las cuestiones meramente político-electorales hasta la definición del modelo económico y la aplicación de programas de desarrollo social.
Avanza la reforma o se estanca
Por ello es dable afirmar que las características del nuevo presidente perredista influirán decisivamente en el comportamiento de su partido y, como consecuencia inmediata, en toda la marcha de los asuntos nacionales.
Uno de los primeros efectos de la elección de un nuevo dirigente del PRD podría ser la actitud que asuman los representantes de ese partido en la mesa de negociaciones para la reforma de Estado. Hasta el sábado las noticias eran alentadoras, pues se consideraba que habría un pronto acuerdo para convocar al periodo extraordinario de sesiones del Congreso de la Unión, precisamente en la semana que se inicia.
López Obrador ha sostenido que el requisito para creer que el gobierno realmente está decidido a avanzar en la democratización del país es que se quite al gobernador de su natal Tabasco, el priísta Roberto Madrazo Pintado.
Por ello, en los medios oficiales se teme que a raíz de la elección de nuevo presidente perredista cambie la actitud de ese partido y se demore la conclusión de las negociaciones para la reforma. Sin embargo, del otro lado se debe recordar que uno de los principales actores en las conversaciones es el coordinador de la diputación federal del PRD, Jesús Ortega Martínez, quien fue también candidato a la presidencia, pero declinó en favor de López Obrador.
De las pláticas entre Ortega Martínez y López Obrador trascendió que uno de los puntos de acuerdo consistió en el ofrecimiento del tabasqueño de respetar los compromisos en materia de cambios a la legislación electoral.
Por lo demás, si el casi seguro nuevo presidente del PRD diera luz verde a las negociaciones en torno a la reforma, daría un indicio de que, en contra de las acusaciones de sus antagonistas, no es ningún intransigente.
Las distintas democracias
Cualquiera que sea el triunfador en el proceso interno, de todas formas el PRD se proclama por anticipado como vencedor, porque su sistema de elección fue abierto, con voto universal de sus militantes. Se calculaba, como se apuntó, una participación superior al millón de ciudadanos, pero aun cuando no se alcanzara esa cifra de todas maneras los perredistas consideran que el suyo será el más democrático entre los procesos para seleccionar dirigente nacional de un partido.
Al respecto, se recuerda que Felipe Calderón Hinojosa fue elegido dirigente nacional del PAN en un cónclave donde participaron unos 200 consejeros nacionales. Por número, parece más democrática la forma de elección perredista, pero los panistas responden que no es así de sencillo, ya que la forma representativa no está descalificada de ninguna manera como una forma democrática de elección. Es decir, esos consejeros que participan en las decisiones finales tienen el mandato directo de sus compañeros de partido.
El ejemplo más conocido de esta forma de elección indirecta es el modo en como se elige al presidente de Estados Unidos, en el que los ciudadanos designan a los llamados electores, que son los que a final de cuentas deciden quién es el candidato ganador.
La crítica contra el PRI es más dura. Todos sus opositores y muchos de sus militantes se quejan de que el nombramiento de sus dirigentes y de la mayor parte de sus candidatos son producto de la decisión de una sola persona: el Presidente de la República y, en su caso, los gobernadores de los estados.
El actual primer mandatario, Ernesto Zedillo, se ha manifestado desde el comienzo de su mandato en contra de ejercer ese derecho extraordinario y sostiene que es el partido el que debe de establecer los mecanismos para la designación democrática de sus dirigentes y candidatos. No obstante, el nombramiento del actual presidente del PRI, Santiago Oñate Laborde, se inscribió dentro de los más puros mecanismos del llamado dedazo.
Por eso el PRI está empeñado en un proceso de reforma interna que convenza hacia dentro y hacia fuera de que efectivamente sus mecanismos de postulación son realmente democráticos.
Actualmente se realizan reuniones distritales y estatales para la revisión de las propuestas de democratización interna. Los militantes de ese partido tendrán oportunidad de participar directamente en la discusión de los documentos básicos, pero luego vendrá un proceso de elección indirecta, similar a la que practican los panistas, pero con mucho más representantes.
Al mismo tiempo que se discuten los documentos básicos y los mecanismos internos, los tres sectores del PRI y la organización territorial están enfrascados en el proceso de designar a quienes serán sus delegados a la Asamblea Nacional que se realizará en esta capital del 20 al 22 de septiembre.
Se calcula que en total participarán en esa fase final unos 6 mil delegados. La idea es que, además de demostrar una forma democrática de actuar, el PRI haga de ese acto una demostración de fuerza. Movilizar y organizar a más de 6 mil personas no es una tarea fácil, inclusive en una ciudad tan grande como lo es la capital del país.
Además existen otros mecanismos internos que, desde el comienzo, son evidencia de una nueva forma de actuar dentro de ese partido. Por principio de cuentas se estableció el acuerdo de que no pueden tener igual representación entidades federativas con diferente cantidad de ciudadanos o que aportan distinta cifra de votos. En resumen, cada estado tendrá una delegación variable en número.
Por ejemplo, el estado de México, que aporta mucha mayor cantidad de votos que Chihuahua o Baja California, tendrá un número mayor de representantes en la Asamblea Nacional. El punto de partida para establecer esas diferencias serán las elecciones presidenciales de 1994, en las cuales el entonces candidato priísta Ernesto Zedillo alcanzó un total superior a los 17 millones de sufragios.
La cosecha
El presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Sergio Obeso Rivera, dijo ayer que los brotes de violencia detectados en varias partes del país son síntoma de que ``las cosas no andan bien'' en México, y pidió estar alerta ante quienes pretenden ``aprovecharse de la situación a río revuelto'', informa nuestro corresponsal en Xalapa, Veracruz, Manuel Enríquez.
El prelado defendió a los sacerdotes jesuitas por su lucha y las actividades en defensa de los que menos tienen, durante una conferencia de prensa al término de su homilía dominical.