La Jornada 14 de julio de 1996

Ha asilado EU a 17 mexicanos en 96; explosiva alza de solicitudes

Antonio Heras, corresponsal, Mexicali, BC, 13 de julio Bandas internacionales de traficantes de indocumentados utilizan mar, cielo y tierra nacionales para internar chinos hacia territorio estadunidense.

Esta actividad deja buenas ganancias a quienes trafican con ilegales, toda vez que obtienen cantidades superiores a los 25 mil dólares por cada uno de aquellos que se aventuran a llegar a América.

Fuentes consultadas por La Jornada afirmaron que se emplean las costas de Sinaloa y aeropuertos de Sonora para llegar a la frontera sur de Estados Unidos.

La travesía inicia en Wangdong, para días después llegar frente a las playas de Mazatlán y en lanchas rápidas los chinos son llevados hasta las cercanías de la capital sonorense. Desde Hermosillo los conducen en avionetas a la frontera con Agua Prieta, señalaron las fuentes.

Allende la frontera, los grupos de chinos viajan hacia estados como California, Illinois, Nueva York y Washington.

Los pollos no pagan un centavo por su aventura laboral, cuentan con la ``gracia'' de trabajar en Estados Unidos por medio de contratos individuales en comercios, restaurantes y el campo. Sus ``compradores'' son comúnmente sus propios paisanos, quienes pagan entre 25 y 30 mil dólares por cada uno.

La fuerza de trabajo y mano de obra asiática es un atractivo para los contratantes y de las bandas internacionales de traficantes, los cuales despliegan recursos humanos y materiales extraordinarios desde China hasta Estados Unidos, pasando por México.

Hace un mes fue localizada una casa de seguridad de polleros en Los Angeles, en donde una docena de orientales la abandonaron ante la amenaza de ser cateada por el Servicio de Inmigración y Naturalización (SIN). En su huida, golpearon a su vigilante.

La nueva ruta para traficar con migrantes de Asia debió inaugurarse luego que las autoridades mexicanas, presionadas por el gobierno estadunidense, interceptaron en 1993 y 1994 tres barcos que trasladaban chinos hacia las costas del Pacífico.

Localizados inicialmente frente a California, la marina estadunidense los obligó a internarse en aguas mexicanas para, posteriormente permitir su desembarco en Ensenada.

La primera remesa de asiáticos fue ``fletada'' por autoridades migratorias hacia tierras mexicalenses para que vía aérea los regresaran a su lugar de origen.

En esa ocasión, se registró una desbandada de chinos en pleno desierto, ya que en esta frontera no se contaba con la infraestructura necesaria para su resguardo. De los más de 300 chinos, los policías nunca localizaron al diez por ciento que se ``perdieron'' en las inmediaciones del aeropuerto local y en la zona limítrofe con Estados Unidos.

Un año más tarde, dos embarcaciones siguieron la misma ruta con igual suerte, sólo que esta vez los migrantes fueron detenidos en Ensenada para aplicarles la legislación mexicana, en Tijuana fueron esposados y su cabello pintado con colores fosforescentes.

De ahí surgió una recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos a Gobernación por la violación de los derechos fundamentales de los chinos.

En 1995, la ruta siguió empleándose con resultados negativos la mayor parte de las veces. Sin embargo, la comandancia de la segunda zona naval en Baja California reconoció hace unos días que existían fundadas sospechas que continuaba el tráfico de indocumentados asiáticos en las costas bajacalifornianas mediante embarcaciones rápidas.

La fuente asegura que grupos de 30 y hasta 40 asiáticos abordan en su tierra barcos de gran tonelaje con consentimiento de los capitanes en calidad de polizontes. Durante la travesía, sólo los dejan salir a estirar las piernas y los ocultan en cuanto existe algún signo de peligro.

A finales de junio, una embarcación entró en aguas mexicanas y tras su intercepción fue custodiada por todo el litoral hasta que se internó en Centroamérica.

Las versiones coinciden en señalar que minutos después de ser detenido el barco, los orientales empezaron a salir de las bodegas.

Allí, las autoridades mexicanas descubrieron personas sedientas e incluso, mujeres golpeadas con huellas en las muñecas y con evidencias de haber sido violadas