Consulta ciudadana, la elección en el PRD
Partido con presencia
en diez entidades
Por donde quiera que se le vea, la elección de la nueva dirigencia nacional del PRD, prevista para mañana domingo, marcará el inicio de una nueva cultura política al interior de los partidos, especialmente en el de la Revolución Democrática, que se abre no sólo a su militancia toda, sino a amplios sectores sociales interesados en participar directamente en la elección de la presidencia de la tercera fuerza política.
Sin estar exento de imprevistos, irregularidades, deficiencias e improvisaciones, el proceso elegido por el PRD para seleccionar a su nuevo presidente, en realidad es una consulta ciudadana para que sean los mexicanos y no una cúpula partidista quienes decidan el futuro de ese partido, de entre las propuestas de los aspirantes a presidir el perredismo en los próximos tres años.
A unas horas de que se realice el proceso en el que contenderán Amalia García, Heberto Castillo y Andrés Manuel López Obrador, ya existen saldos positivos para la llamada tercerafuerza política. Las campañas de los aspirantes sirvieron para conocer con una mayor aproximación al partido, que aún dista mucho de ostentar el carácter de nacional. Pero además, la presencia de los candidatos en buena parte del territorio nacional, reactivó la vida partidista, sobre todo la de los cuadros medios, y permitió a la base militante ver de cerca a quien puede ser el dirigente nacional.
Una realidad surgió del proceso de consulta a la militancia: que el PRD está muy lejos de ser un partido nacional y que en realidad la nueva presidencia surgirá del voto --en un 75 por ciento-- proveniente de diez entidades del país. El grueso del perredismo se concentra en el Distrito Federal y en los estados de México, Michoacán, Hidalgo, Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Tabasco, Chiapas y Puebla.
Además la elección marca el inicio del relevo generacional del PRD, el cual pasa de la etapa de los caudillos o fundadores e inicia el ciclo de los dirigentes surgidos como tales de las propias filas del partido. Efectivamente, los tres candidatos se integraron al PRD de distintos orígenes y puede darse el caso de que por cuarta ocasión consecutiva un ex priísta presida la dirección de ese partido. Sin embargo, detrás de los aspirantes hay importantes corrientes de políticos que alcanzaron su madurez ya con la camiseta perredista.
De los saldos negativos, cabe señalar que en términos prácticos no se logró concretar la aspiración de una elección abierta, prevista en por lo menos 8 mil casillas instaladas en todo el país. Por carencias económicas y de infraestructura, y deficiencias organizativas, no se alcanzó a tener el padrón de militantes --integrado sólo en un 70 por ciento-- y el voto será sólo de militantes. Esto es, que aquellos ciudadanos interesados en sufragar, tendrán que afiliarse en la misma mesa de votación.
Efectivamente existe el riesgo de irregularidades que manchen el proceso, no sólo por lo enconado de las candidaturas, en no pocas regiones de alta influencia partidista, sino porque han aparecido focos rojos de posible intervención de los gobiernos priístas locales, sobre todo en casos como los de Tabasco, Veracruz, Puebla, Guerrero y Campeche.
De acuerdo con los pronósticos de no pocos perredistas, es seguro el triunfo del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, pero es altamente probable que el segundo puesto, incluso con posibilidades de alcanzar la Secretaría General, se decida de entre una apretada votación en favor de Amalia García y Heberto Castillo.
Pese a la reñida contienda, los tres candidatos coinciden en aspectos fundamentales y sus propuestas corren en una concepción similar de partido, lo que descarta una división una vez conocidos los resultados.
Una apretada síntesis de las propuestas que parecerían divergentes, podrían ser las siguientes:
La planilla uno, que encabeza Amalia García Medina, se propone definir al PRD como un partido para las elecciones, que ofrece una trancisión a la democracia pactada, de clara definición con los movimientos sociales. Un partido institucionalizado, en donde las decisiónes se tomen fundamentalmente en los órganos de dirección. Se propone mantener un diálogo respetuoso con el gobierno y limita las posibles alianzas con el Partido Acción Nacional.
La planilla dos, que preside Heberto Castillo Martínez, ofrece un partido electoral, con clara separación del zapatismo, que no considera viable una eventual alianza con el PAN y prioriza la vía electoral. Se propone poner fin al caudillismo y una relación fluida con el gobierno.
La planilla tres, que representa a Andrés Manuel López Obrador, privilegia una concepción de partido organizado y muy vinculado al movimiento social; una relación con el gobierno sobre la base de la movilización, alianzas electorales con fuerzas afines, acuerdos para la trancisión muy amplios, desde el PAN hasta los zapatistas, y diálogo con el gobierno en posición de fuerza, y con un fuerte impulso a la organización interna.