Firmas asiáticas captan capital mexicano para especulaciones
Roberto González Amador Tres sociedades mercantiles comenzaron a principios de este año a promover entre pequeñas y medianas empresas atractivas inversiones en lejanos mercados financieros. Ofrecían un rendimiento mayor al de cualquier instrumento de curso legal en México, pero nunca dijeron a sus clientes que la matriz de esas compañías se encuentra en los paraísos fiscales del Caribe y Asia, que sus operaciones en este país eran ilegales y que nadie garantiza el reembolso de sus recursos.
Las primeras quejas contra esas tres compañías fueron recibidas por las autoridades mexicanas hace un mes. Cuando los inspectores de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores quisieron visitar las oficinas de esas sociedades mercantiles -dos en Paseo de la Reforma y otra en la Zona Rosa- fueron impedidos para entrar. Ahora se han esfumado.
En enero de 1996 un grupo de entusiastas promotores de inversión comenzaron a visitar empresas medianas y pequeñas de la ciudad de México. También buscaron a particulares con una mediana capacidad de ahorro. La característica de los potenciales clientes era una: su poca experiencia en el manejo de sofisticados instrumentos financieros. Los promotores representaban tres sociedades mercantiles: Behring National, Pacific Woten y Prime International Analyst.
Los domicilios: de la primera de ellas, Paseo de la Reforma 199; de la segunda, Florencia 31, piso 11, Zona Rosa; y de la tercera Paseo de la Reforma 164, segundo piso.
En el caso de Pacific Woten y de Behring National figura como presidente de la compañía un ciudadano mexicano de nombre Jorge Eduardo Pascual López. Prime International Analyst es una sociedad presidida por Elia Rodríguez, también mexicana.
Como consta en actas constitutivas del Registro Público de la Propiedad, los demás accionistas de esas sociedades mercantiles son asiáticos, con nombres como Hin Keung Tang y Wong Kwok, en el caso de Pacific Woten y Behring National, y Ruen Yang, en Prime International Analyst. Esto es lo que está documentado por las autoridades mexicanas. A partir de este punto todo parece un cuento chino.
La forma en que operaban hasta ahora parece bastante sencilla. Los promotores se apersonaban con los potenciales clientes, a quienes ofrecían inversiones en moneda extranjera con el argumento de que a través de operaciones en los mercados cambiarios internacionales podían ofrecer rendimientos atractivos a los inversionistas que les confían sus recursos, según explican fuentes de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores.
Se promocionan como expertos cambiarios, piden al público dinero y lo invierten en los mercados internacionales en divisas ``exóticas'', explicó por su parte Jorge Nicolín, vicepresidente de Supervisión Especializada de la CNBV.
Una vez con el dinero de los ahorradores, las tres sociedades mercantiles convierten los pesos en dólares y los envían a mercados financieros del Oriente, en donde realizan inversiones en instrumentos sofisticados como opciones sobre una acción específica cotizada en una bolsa de valores de cualquier país de aquella región; o también lo invierten en forwards, uno de los llamados productos financieros derivados de poco uso en México.
Para dar una idea de lo volátil de esos instrumentos baste señalar que fue una inversión demasiado arriesgada con productos derivados, realizada por un operador en la Bolsa de Hong Kong, la que hizo quebrar al Banco Baring, el más antiguo de Inglaterra.
La coincidencia es evidente: las tres sociedades mercantiles mencionadas se ostentan en México como representantes de entidades financieras con sede en países orientales, principalmente en Hong Kong.
``No conozco la calidad de esas empresas extranjeras por los paraísos fiscales donde están ubicadas. Pero es un hecho que sí han operado en los últimos meses en México'', dijo ayer a La Jornada un alto funcionario de la CNBV.
Los ciudadanos mexicanos que figuran como presidentes de esas empresas solamente son contactos en el país de los verdaderos dueños asiáticos de esas compañías, señaló.
``Se trata de operaciones muy sofisticadas'', señaló Jorge Nicolín. El funcionario afirmó que de entrada esas transacciones son ilegales porque violan los artículos 46 de la Ley de Instituciones de Crédito y 81 A de la Ley General de Organizaciones y Actividades Auxiliares de Crédito, que establecen que sólo los bancos y las casas de cambio son las entidades facultadas para realizar cambios de moneda.
El vicepresidente de la CNBV explica que esas sociedades mercantiles recibían de sus clientes cantidades en pesos para ser convertidos en instrumentos financieros y ser invertidos en bolsas de valores del extranjero, pero nunca en países con reglas rígidas -como Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania o Japón- sino en Nueva Zelanda, Hong Kong y Tailandia, entre otros.
Las tres empresas recibían pesos y los cambiaban por dólares, aunque también hacían operaciones de cambio de una divisa por otra. Todo por la libre, indicó Nicolín. De suyo, estas transacciones ya son violatorias de las leyes citadas.
Por el momento, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores no ha presentado denuncia penal ante la Procuraduría General de la República contra estas tres empresas.
``No hemos presentado denuncia porque no hemos podido dar con ellos'', dijo el funcionario de la CNBV que pidió no ser citado por su nombre, pero que cuenta en su poder con un voluminoso expediente del caso.
Inspectores de la CNBV acudieron hace un mes a las oficinas de Behring National y de Pacific Woten, pero de manera violenta fueron impedidos para entrar.
``Son muy escurridizos. Es difícil encontrarlos. Sus oficinas cuentan para mover el dinero con sistemas de información muy sofisticados, pero son instalaciones que se pueden desmontar en 2 minutos'', señaló.
Hasta ahora las autoridades han logrado reunir pruebas como copias de los contratos, redactados en español, y en los que las empresas se promueven como agentes especializados en operaciones de cambio de moneda, mas no alertan al cliente sobre la posibilidad de perder su inversión.
Lo cierto es que las tres sociedades mercantiles señaladas manejaban cuentas con tres bancos mexicanos, cuyo nombre no fue revelado por la CNBV. Hay una cuarta empresa, Stanford Internacional Bank, con un modo de operar similar y que ya es investigada por las autoridades mexicanas