Marta Lamas
Con Amalia, por un verdadero partido

De las tres personas que contienden por la presidencia del PRD Amalia García es, sin duda alguna, la que mejor garantiza el desarrollo político y cultural de ese partido. Creo que casi todas las personas que, siguiendo a Bobbio, insistimos en posicionarnos a la izquierda sabemos que un partido electoral ya no le sirve a nadie en el país. Sobre todo ahora, frente al fundamentalismo del Partido Acción Nacional que, bajita la mano, se dedica a cerrar pequeños pero simbólicosespacios de libertades ciudadanas.

La trayectoria de Amalia, su congruencia, su honestidad y su sólido compromiso con la construcción de una nueva forma de hacer política representan la mejor alternativa para quienes, desde diversos espacios y sectores sociales, construyen opciones políticas vinculadas a los temas de la vida cotidiana. México requiere un partido que verdaderamente haga política, y no sólo que reaccione coyunturalmente o que se mueva electoralmente.

El PRD debería jugar un papel relevante en la integración de una nueva cultura política y un discurso crítico cultural. Amalia García ha demostrado ser sensible a esta necesidad. Con Amalia el PRD podría tal vez ganar un lugar distinto en el escenario político nacional: convertirse en una verdadera presencia crítica, poniendo el dedo en la llaga de los temas que ningún partido ha querido abordar en serio, y que cruzan las vidas de millones de ciudadanos, por ejemplo, los derechos sexuales y reproductivos. No hay que olvidar que, a pesar de la opresión cultural de las minorías (donde incluyo a las mujeres, mitad de la población), éstas empiezan a expresarse y buscar alternativas.

El proyecto político-cultural del PRD debería incluir el reclamo democrático de miles de militantes y simpatizantes perredistas que sostienen la importancia de definir qué tipo de vida se quiere para así plantear qué tipo de política se debe hacer para llevar la vida que se quiere. Lamentablemente, la vida cotidiana de los posibles votantes del PRD no se ha vuelto un terreno fértil para la construcción de una agenda distinta.

Pero la apuesta por Amalia requiere una actitud autocrítica y no complaciente. Refundar un PRD verdaderamente político y democrático necesita condiciones de madurez política que hoy brillan por su ausencia. Quienes deseamos que el PRD represente el fortalecimiento de una cultura política opositora, de una real apertura de espacios democráticos y de una mayor conciencia de respeto por la diversidad, aceptamos que el proceso de construcción no se dará sin crisis o sin conflictos.

Para que el PRD alcance un verdadero liderazgo político, que responda a los problemas que surgen sobre aspectos concretos de la vida cotidiana, debe promover una transformación de los valores. Y debe empezar barriendo su propia casa. Buscar la coherencia política requiere un cambio profundo, y lento. Lo que se vote este domingo será el cimiento del tipo de partido que elegimos construir.

A lo largo de su campaña Amalia ha planteado la necesidad de un partido lo más incluyente posible, flexible, dispuesto a ser gobierno, interesado en construir alianzas; un partido que promueva otra subjetividad, que renuncie al caudillismo, que reconozca sus limitaciones, que cuestione y que razone, alejándose de la credulidad dogmática. Para que el PRD se transforme en una fuerza política susceptible de alterar la balanza del poder político institucional se requiere la voluntad de recoger los fragmentos de nuestra vida cotidiana y desde ahí recomponer un proyecto político. Sólo de un partido así, comprometido con la sociedad, podrán surgir las nuevas propuestas para transformar la forma en que nos reproducimos, material e ideológicamente. Amalia García ha reiterado, con hechos, esa voluntad. Ahora es el momento de acompañarla en esa difícil y ardua tarea.