Enrique Calderón A.
Crónica de un viaje a Chiapas

El vuelo a Tuxtla Gutiérrez, programado para las 7:00 am saldrá con un retraso de dos horas, tiempo que aprovecho para acabar de enterarme de los contubernios y complicidades de los señores de la Televisión y de las cúpulas empresariales con la familia del ex presidente, la corrupción que intuíamos salta a la vista, las relaciones del pequeño grupo mafioso que operaba y opera desde el poder se ha manifestado con todo su egoísmo y pequeñez; la necesidad de cambio de rumbos y mandos domina mi pensamiento, cuando el alta voz anuncia el descenso hacia el aeropuerto de Tuxtla. Es el viernes 6 de julio; viajo para participar como parte de la representación de Alianza Cívica, en el Foro Zapatista sobre la Reforma del Estado.

El viaje a San Cristóbal es el cuarto que realizó desde el levantamiento en enero del 94; la mañana es fresca y agradable, mientras el taxi sube por la montaña, me llama la atención el crecimiento de las patrullas militares que cruzamos en el camino, cuento más de 40 vehículos, incluyendo tres tanquetas y cinco vehículos artillados, los saludos de algunos soldados sonrientes hacen más amable su presencia. Al llegar a San Cristóbal llueve; el convento del Carmen, sede del Foro, está rodeado por un cinturón de hombres y mujeres de la sociedad civil con sus impermeables brillantes. Después de verificar mi nombre, me permiten cruzar la barrera y me dirijo a la mesa de discusión de temas económicos en el que se debate la elaboración de un proyecto de desarrollo económico alternativo (al impuesto por el gobierno) que recoge esencia y contenido del proyecto económico sometido a la sociedad a través del Referéndum de la Libertad.

La pluralidad de participantes en la mesa resulta impactante; reconozco, a economistas distinguidos enfrascados en las discusiones, a las que se suman empresarios industriales, e indígenas chontales de Tabasco, que necesitan ver reflejadas sus demandas de restitución de daños a su territorio, discretas señoras de las Lomas comprometidas con la defensa del salario, maestros y maestras rurales, líderes campesinos y diputados de la república, comerciantes y representantes de empresas turísticas. La discusión y el trato es respetuoso, de altura, y a veces con fino sentido del humor.

A la riqueza del documento que se prepara, se añade el ambiente de entusiasmo de la mesa precedida por tres comandantes indígenas; la sola presencia de todos representa la capacidad de respuesta que los zapatistas poseen hoy entre la sociedad mexicana; el desarrollo de las otras siete mesas ocupadas en la discusión de sus propios temas sigue caminos parecidos. La opinión generalizada es que el Foro terminará generando un nuevo proyecto de país.

Por la tarde me invitan a participar en la mesa de Transición a la Democracia, con Miguel Angel Granados Chapa. Los temas ahí abordados, la han convertido en el centro de las discusiones, pues para todos es claro que la grave crisis económica, política y ética por la que atraviesa el país, se enraiza en la ausencia de democracia, y en el autoritarismo de quienes se han apoderado del país para imponernos los intereses que representan, pasando por encima de la Constitución. La demanda de una profunda reforma política, que nos conduzca eventualmente a la democracia es general. Los mejores hombres y mujeres que tiene el país han estado presentes en esta mesa los días anteriores.

Como parte de la comandancia zapatista que preside la mesa, se encuentra el subcomandante Marcos, quien nos invita a conversar. La improvisada reunión se realiza en un hermoso jardín y bajo una leve llovizna que aparece de tiempo en tiempo. Lo primero de lo que me percato es que la imagen física que tengo del subcomandante no corresponde a la realidad, su estatura es más reducida, y su cercanía a la caballería andante muy estrecha; su palabra es todo lo lúcida que esperaba, su compromiso con la nación y con su propia gente me lleva de inmediato a recordar y evaluar en toda su magnitud, la arrogancia de los líderes panistas, que sin entender, ni querer hacerlo, se han negado a ``hablar con encapuchados'', como si eso les contaminara sus intachables trayectorias políticas.

Para la comandancia zapatista, nos dice Marcos, la fase armada de su movimiento ha cubierto sus objetivos, para ellos es necesario pasar ahora, a una nueva fase, que los lleve a convertirse en un movimiento político, tal como se los indicó la sociedad civil, a través de la amplia consulta que ellos mismos convocaron. Pero esto no será posible si el gobierno no lo permite, o si existen intereses oscuros que sigan creando problemas para dificultar el diálogo de paz. La necesidad de convencer al gobierno y en particular al Presidente de la República de que con la paz, todos o, mejor dicho, casi todos saldremos ganando, es la solicitud de la comandancia zapatista a la sociedad. Dos días después vendrá la respuesta positiva del Presidente, que será bien recibida, pero no exenta de dudas, que surgen de las experiencias del pasado reciente.

Del final del Foro que marca ya el inicio del nuevo milenio, otros han hablado; regreso a México con un sentimiento de esperanza, que se ha abierto allá en cuatro municipios de Chiapas, y ha tomado forma en aquella ciudad de San Cristóbal, que por días ha parecido convertirse en el corazón de la nación.