En 1995 se perdieron 53% de las plazas creadas entre 1988 y 1994
Reportero: Roberto González Amador corresponsales: Armando Torres, David Brondo, Luis Velázquez, Antonio Heras, Martín Sánchez, Jorge A. Cornejo, Luis Boffil, Manuel Enriquez, Jesús Moreno, Alejandro Romero, J. Manuel Carrillo, Gloria Pérez, David Carrizales y La Jornada de Oriente.
La crisis ha convertido a Javier Contreras, un contador público de 36
años, en ``experto en sobrevivencia''. No es el único. A un costado de
donde Javier pretende empeñar una pluma fuente --``es la herencia,
pero ni modo'', dice--, Antonio Reséndiz está a punto de recuperar sus
herramientas de albañilería, sin necesidad de reembolsar los 400 pesos
que obtuvo del Monte de Piedad por sus útiles de trabajo.
Después de casi dos horas de espera, Javier recibió por la pluma --una Mont Blanc con punta de oro fabricada en 1960-- dos mil pesos. Con ese dinero cree que puede sobrevivir un mes, mientras encuentra empleo, pero su rostro no refleja gran optimismo. Es el caso contrario el de Antonio Reséndiz, poblano de 47 años.
El Monte de Piedad anunció que durante un mes, del 1 al 31 de julio, liberará los adeudos sobre todas las herramientas de tipo manual que sean utilizadas como instrumentos de trabajo. Antonio Reséndiz pudo recuperar sus útiles de albañilería, empeñados a mediados de junio, cuando después de tres semanas sin trabajar llegó el momento en que no tenía un centavo para comprar la comida del día siguiente. El, su esposa y cuatro hijos comparten una vivienda de dos piezas en Chimalhuacán, estado de México, al Oriente de la ciudad.
El tiempo apremia
El contador y el albañil tienen en común que ambos son desempleados. Javier prestaba sus servicios en una cadena de tiendas de alfombras y tapetes en Naucalpan, estado de México, que cerró sus puertas en mayo pasado agobiada por los préstamos bancarios. Desde esa fecha no ha podido conseguir un trabajo estable. ``En marzo y abril pude sacar algo de dinero con amigos y conocidos que hacían sus declaraciones fiscales''. Pero de fijo, dice, nada. ``Hice solicitudes en tres bancos. Espero que pronto me hablen porque de otra forma no se cuánto tiempo más pueda estar así''.
Antonio piensa, en cambio, que una vez que recuperó sus herramientos tiene más posibilidades de ocuparse. ``He estado haciendo algunas talachitas por aquí y por allá. Pero con eso no sale para el día'', comenta. Cuánto tiempo puede sobrevivir una persona sin empleo fijo?
Ernesto González hernández no lo tiene desde hace seis meses. Esta desempleado desde diciembre pasado. Ernesto trabajó por más de un año para una tienda de la cadena Oxxo en Saltillo, Coahuila, cuya franquicia era propiedad de un pariente suyo. Pero a fines de 1995 resultó incosteable mantener el negocio y cerraron el local.
``El negocio se manejaba con puros familiares, de tal suerte que cuándo mi cuñado dejó de trabajar en la tienda como comisionista, todos nos retiramos del negocio''. Como encargado de la tienda, Ernesto, de 34 años, ganaba 200 pesos a la semana, con los que mantenía a su esposa y dos hijos.
Ahora sobrevive como ayudante de un grupo musical que ameniza fiestas familiares cada fin de semana o a veces se emplea como chofer.
Promesas y desconfianzas
En 1995 la crisis provocó la pérdida de 850 mil empleos formales y, de acuerdo con el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), el cierre de 15 mil 600 empresas en todo el país. El gobierno y los empresarios aseguran que la recesión en que cayó la economía el año pasado comienza a ser superada y que a partir del segundo trimestre de 1996 tendrá tasas positivas de crecimiento.
Pero José Manuel Olvera Sustaita cree poco en los dichos del gobierno y de la iniciativa privada. El se remite a los hechos: hace apenas una semana tuvo que cerrar sus negocio particular de herrería por incosteable. José Manuel, quien viven en Saltillo, Coahuila, señala que después de 10 años de mantener en sociedad con su hermano esa pequeña fabrica, que producía por pedido puertas, protecciones, marcos de ventana, canceles, etcétera.
Ahora, a sus 30 años, está pensando seriamiente cómo sobrevivir en adelante.
Los retratos se repiten por todo el país. Cambian los nombres, pero la constante es que la crisis y la pérdida del empleo han provocado una suspensión, así sea temporal, de las aspiraciones de desarrollo personal, han causado una caída en el nivel de bienestar y aumentado la angustia e incertidumbre de quien no tiene un ingreso fijo para mantener a su familia.
La lista de los elegidos
En la zona portuaria de Veracruz, uno de los principales puertos industriales del país, los estibadores, mecánicos y choferes deben esperar hasta una semana para que sus nombres aparezcan en una lista de los elegidos para trabajar uno o dos turnos. Aquí la cuestión es que las cuatro empresas que administran las instalaciones han decidido contratar gente del campo para pagarles menos.
Sentado fuera de la sala de nombramientos de la terminal portuaria de Veracruz, José Padilla Martínez cuenta que en la última semana sólo trabajo un turno. Obtuvo un ingreso de 30 pesos, pero el resto de los días pasaron sin que lo volvieran a contratar. ``Cada mañana vengo con la esperanza de que ahora sí me toque trabajar, pero mi nombre no aparece y tengo que regresar a la casa con las manos vacías'', relata.
Hay de todo. Desde quien perdió su trabajo en un modesto taller, en una empresa comercial o en fabricas de mayor tamaño.
Por más de cinco años, Alfredo Lira trabajó como obrero calificado en Keenworth Mexicana, una de las principales empresas armadoras de tractores en México. Alfredo, de 38 años, sinaloense de origen pero con su vida hecha en Mexicali, Baja California, trabajaba en el departamento de esmeriles, donde se realiza el acabado fino de materiales.
La crisis desapareció durante el año pasado el mercado de tractores. Alfredo fue uno de esos trabajadores que fueron ``suspendidos temporalmente'' por las empresas hasta que se recuperaran las ventas. Junto con sus 25 compañeros de área, Alfredo, casado y padre de dos hijos, fue uno de los mil trabajadores que la planta de Keenworth en esa ciudad fronteriza dejó de contratar hasta que se recuperara la producción de camiones.
Su experiencia refleja la situación a que se enfrenta quien pierde su empleo. Alfredo Lira ha buscado trabajo en 25 empresas, principalmente de la industria maquiladora. Su empeño no ha rendido frutos.
Con seis semanas sin empleo, Francisco Herrera, ingeniero mecanico electricista, trabajó por dos años en el Grupo Industrial Vitro, en Monterrey, Nuevo León, como gerente de servicios. ``Vitro hizo un fuerte reajuste de personal ejecutivo, porque la crisis hizo insostenible la plantilla de personal'', señala.
Cuando lo despidieron --``me reajustaron'', dice él-- Vitro, uno de los tres principales consorcios industriales de México, dijo que los ajustes de personal eran parte de las acciones que realizaría la empresa para ser más competitiva.
Francisco corrió con más suerte que la mayoría de los desempleados en el país. Vitro envió a sus ejecutivos despedidos a una agencia de ``colocación de recursos humanos'' llamada Coxmes Internacional, la que durante 12 meses se encargará de entrar para él una alternativa de empleo. El costo del servicio es pagado por Vitro.
La fila de la esperanza
La necesidad crece y las opciones de encontrar un empleo se reducen, a pesar del optimismo de los círculos oficiales. Cada mañana, en la junta local de conciliación y arbitraje en Toluca, Estado de México, se forman largas filas de trabajadores que acuden a buscar asesoría para obtener la liquidación en su anterior empleo y para buscar en los avisos pegados en un gran pizarrón que funciona a modo de bolsa de trabajo.
Es el caso de Dionicio Gómez, de oficio mesero y quien junto con 10 de sus compañeros quedó sin trabajo luego de que el dueñó un pequeño restaurante, ``La Rosita'', en Toluca, se declaró en quiebra. No sólo quedaron sin empleo, sino que no recibieron su último sueldo ni indemnización alguna.
Dionicio, casado y padre de cinco hijos, espera poder obtener unos cinco mil pesos de liquidación, en caso de que ganen la querella legal contra su expatrón. Con ese dinero espera poder montar ``un negocito'' en el mercado local para poder subsistir. Por ahora ha tenido que recurrir a sus vecinos. ``He pedido prestado para poder ir comiendo'', comenta. La única fuente de sus magros ingresos actuales son algunos trabajos esporádicos de albañilería.
El Monte de Piedad va a perdonar durante un mes los adeudos derivados del empeño de herramientas de tipo manual utilizadas como instrumento de trabajo. Y si un mes no es suficiente para encontrar un trabajo fijo?