Son dos terceras partes de la población activa
Reportero: Roberto González Amador corresponsales: Armando Torres, David Brondo, Luis Velázquez, Antonio Heras, Martín Sánchez, Jorge A. Cornejo, Luis Boffil, Manuel Enriquez, Jesús Moreno, Alejandro Romero, J. Manuel Carrillo, Gloria Pérez, David Carrizales y La Jornada de Oriente.
Cada día se dispersan por las calles y avenidas de prácticamente
todas las zonas urbanas del país. Su número ha crecido
geométricamente en la última década y constituyen la fuerza laboral
más nutrida del país. Es un ejército conformado por dos terceras
partes de los mexicanos que necesitan un ingreso para sobrevivir y
que no tienen acceso a un empleo remunerado fijo.
Son la expresión de un fenómeno que cada año se agudiza.
El aparato productivo, el sector de los servicios y las oficinas del gobierno emplean a 31.2 de cada 100 mexicanos en edad y condición de trabajar. El resto vive de las calles. La población sin un empleo fijo, arrojada a esa condición por la cancelación de plazas existentes o por la insuficiente generación de las mismas, totaliza 24 millones 893 mil personas, un número similar a los habitantes del Distrito Federal y los estados de México, Nuevo León y Nayarit.
De los 36 millones 500 mil mexicanos que en 1996 integran la Población Económicamente Activa (PEA) sólo nueve millones 378 mil de ellos, es decir, el 25.7 por ciento del total, cuentan con un empleo fijo y remunerado en el sector privado, de acuerdo con las estadísticas actualizadas a mayo sobre el número de asegurados permanentes en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
El sector público federal, que hasta antes de la ola privatizadora que inició la década pasada era el mayor empleador de la economía, tiene en sus nóminas a alrededor de un millón 500 mil trabajadores, que se suman a otros 500 mil que realizan algún trabajo por su cuenta o pertenecen al selecto grupo de ejecutivos del sector privado que no está inscrito en los organismos oficiales de asistencia.
Las cifras y la realidad
Las cifras permiten abrir una rendija desde donde es posible atisbar la realidad a que se enfrentan los mexicanos necesitados de un ingreso para sostener a sus familias: en números redondos, por cada tres personas en edad y condición de trabajar sólo uno cuenta con un empleo formal y las otras dos sobreviven en la permanente búsqueda de una plaza laboral, con ocupaciones temporales o en la economía informal, sin acceso a los servicios de seguridad social y con escasas posibilidades de desarrollo personal y profesional.
Pero las mismas cifras chocan y llegan a contradecirse entre sí. El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) afirma que la tasa de desempleo abierto en mayo -último dato reportado por el organismo- alcanzó al 5.4 por ciento de la PEA, lo que implica que un millón 971 mil personas en edad y condición de trabajar se encontraban sin un empleo fijo y permanente. A muchos representantes del sector patronal y dirigentes sindicales no convence totalmente la medición del INEGI.
``La tasa de desempleo abierto general sólo toma en cuenta a la población que posee una necesidad objetiva y no puede suspender la búsqueda de trabajo'', explica el economista Sergio Ramos, especialista de Consultores Internacionales.
El indicador elaborado por el INEGI, uno de los 10 sobre el tema que genera mensualmente, alude a las personas que, aun con integrar la PEA, no trabajaron en la semana de referencia que se realiza la encuesta nacional de empleo urbano, aunque tenían disponibilidad para desempeñar alguna actividad económica y al intentar incorporarse al sector productivo, en los dos meses previos a la semana de referencia, no lograron su objetivo.
``Las cifras del INEGI no son reales. La percepción del organismo sobre el problema del desempleo es demasiado oficialista'', apunta José Luis Santiago López, presidente de la Cámara de Comercio en Xalapa, Veracruz.
Los indicadores sobre el empleo generados por el INEGI ``son muy relativos'', dice Víctor Arjona Barbosa, director del Centro Empresarial de Mérida en Yucatán. En algunos puntos, añade, esas cifras pueden estar bien, pero serían más confiables si los organismos productivos y las dependencias públicas hicieran público cuando dan de baja a algún trabajador.
Luis Carlos Treviño, director del Consejo Cívico de las Instituciones, el selecto organismo que aglutina a la iniciativa privada de Nuevo León, no duda en afirmar que los indicadores del INEGI se encuentran ``fuera de la realidad''.
La cuestión parece ser de método. ``Si nos atenemos a la información que genera el INEGI, el desempleo en México es menor que en Estados Unidos, lo que supondría que somos un país del primer mundo'', afirma la oficina en Tamaulipas de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex). En ese país, el desempleo afecta al 7 por ciento de la población.
``El INEGI considera que una persona que trabaja una hora a la semana ya está empleada. Por eso tenemos un desempleo oficial tan bajo'', agrega. Recuerda que en España, país con un desarrollo económico superior al de México, el desempleo es de 28.9 por ciento de la PEA, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).
Estabilización,pero sin empleos
En 1995, como resultado del cierre de empresas derivada de la crisis que golpeó a la economía mexicana, fueron canceladas 850 mil plazas laborales, de acuerdo con los indicadores de empleo del IMSS. Ese mismo año, 1.2 millones de personas que se integraron al mercado de trabajo no pudo hallar un empleo fijo. En 1996, si se cumple la proyección oficial de que el Producto Interno Bruto (PIB) crezca en 3 por ciento, serán generados alrededor de 600 mil empleos, según cálculos oficiales.
De acuerdo con el Consejo Coordinador Empresarial, 15 mil 600 empresas mexicanas cerraron en 1995 como consecuencia de la caída en el consumo interno en México y por el incremento en sus costos de operación.
``La experiencia histórica de muchos países, incluído México, demuestra que es prácticamente imposible proteger el empleo cuando se han adoptado programas de estabilización como el que ahora se aplica en México'', indica un estudio sobre el tema elaborado por el Grupo Financiero Inverméxico.
De acuerdo con información del IMSS y del INEGI, entre 1988 y 1994 fueron creados en México 1.6 millones de puestos de trabajo remunerados, mientras que en ese periodo la población económicamente activa creció en alrededor de 5.5 millones de personas.
En los seis años de la administración del expresidente Salinas, como indican los informes de ambos organismos, el sector formal de la economía creó menos de un tercio (el 29 por ciento) de los puestos de trabajo que demandó la población en edad de trabajar durante ese periodo.
Pero en el primer año del sexenio del presidente Ernesto Zedillo, la crisis devino en la pérdida del 53 por ciento del total de los empleos generados durante el gobierno de su antecesor en el cargo, a lo que se sumó la incorporación, sin encontrar un puesto de trabajo, de un millón 200 mil mexicanos al mercado laboral.
La caída de la producción -que fue de 6.9 por ciento en 1995- elimina puestos de trabajo, lo que incrementa el número de personas desocupadas además de las que se incorporan por primera vez en el mercado laboral, señala por su parte un estudio sobre desempleo del Grupo Financiero Banamex-Accival.
``El problema de que la economía crezca a un ritmo menor que el necesario no consiste sólo en el desempleo abierto, es decir, en que las personas busquen trabajar pero no tomen parte en actividades productivas al menos una hora a la semana, independientemente de que reciban o no un ingrso monerario o en especie. El problema radica en el subempleo: más personas trabajan involuntariamente menos de una jornada normal y participan en actividades de precaria productividad'', agrega.
Los economistas de Banamex que participaron en la elaboración del estudio aseguran que la experiencia señala que cuando alguien no encuentra un trabajo de jornada regular y remuneración mínima, busca cualquier otra actividad por unas cuantas horas a la semana o se dedica a actividades familiares sin retribución.
Por ello, añaden, la tasa de desempleados abiertos como proporción de la PEA fue muy baja en los últimos 15 años (de menos de 3.7 por ciento, con excepción de 1995 en que promedió 6.3 por ciento), pese a que la población económicamente activa avanzó muy por encima de lo que lo hizo la producción y las plazas retribuidas. Mientras que el número de mexicanos en edad y condición de trabajar creció en 15 millones, durante los tres lustros fueron creados 3.4 millones de empleos remunerados.
Economía informal,válvula de escape y jugoso negocio
Para los especialistas que participaron en la elaboración del estudio de Inverméxico -Algunos indicadores de empleo en México-, el problema del desempleo supera la coyuntura de la crisis postdevaluatoria. ``La economía mexicana -dice el documento- enfrenta un enorme reto para generar, a mediano y largo plazos, los numerosos empleos que se requieren''.
Explican: Con una población de 91.12 millones de habitantes, de acuerdo con el conteo de población elaborado por el INEGI en 1995, el número de mexicanos crece a una tasa media anual de 1.9 por ciento y su estructura es eminentemente joven: alrededor del 50 por ciento de la población tiene menos de 20 años.
Esto implica uno de los ritmos de crecimiento (3.6 por ciento anual) de la población económicamente activa más altos a nivel mundial.
De acuerdo con estudios demográficos especializados, añade Inverméxico, para el quinquenio 1996-2000 se espera el ingreso más alto de población en edad de trabajar al mercado laboral. Su dinamismo, estima, no logrará estabilizarse hasta el año 2020.
Aumentar el crecimiento económico a un ritmo promedio de 5 por ciento anual, como podría suceder en México a partir de 1997, según las previsiones oficiales, apenas permitiría absober el incrremento esperado de la fuerza laboral, señala.
Si la población que requiere trabajar no encuentra en la economía formal una fuente permanente de ingresos, la actividad informal se ha convertido en una suerte de válvula que alivia la presión social generada por la falta de oportunidades de empleo. También un jugoso negocio, cuyos dividendos superan, en ocasiones, los pagados por un puesto de trabajo en el sector productivo o de los servicios.
``La escasez de fuentes de trabajo y la falta de capacitación entre la población desocupada abierta contribuyen a la proliferación de las actividades informales, como resultado de la necesidad de espacios para que la población pueda desarrollarse y proveerse de los medios necesarios de subsistencia'', apunta un amplio estudio sobre el comercio informal elaborado por el Despacho Arenas y Medrano Asociados por encargo de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (Concanaco).
En la economía informal, o al menos la tolerada que no incluye las ganancias generadas por el tráfico de drogas, se ha gestado una fuerza económica de impacto creciente.
La actividad desarrollada por los mexicanos que no han encontrado ocupación remunerada fija, o por aquellos que nunca han podido ingresar al mercado de trabajo, genera ventas por un monto que cada año ronda el 4 por ciento del Producto Interno Bruto -unos 90 mil 400 millones de pesos a precios actuales-, de acuerdo con las conclusiones a que llegó el estudio de la Concanaco.
Tan sólo el comercio ambulante, la principal actividad dentro de la economía informal, produce utilidades anuales por alrededor de 1.6 por ciento del PIB, alrededor de 36 mil 160 millones de pesos, apunta.
Con base en los datos del último censo general de población y vivienda, la Concanaco encontró que en 45 ciudades en donde levantó una encuesta sobre la actividad informal los desempleados que se incorporaron al comercio informal representaron el 3.4 por ciento de la PEA de esas entidades y el 1.10 por ciento del total de sus habitantes.
La cancelación de las oportunidades de empleo fijo y remunerado deja pocas opciones a los mexicanos que cada año salen por primera vez a buscar una plaza laboral. La Concanaco logró documentar que la tendencia del crecimiento del ambulantaje en ciudades donde levantó la encuestra sigue un ritmo similar a los índices de incremento de su población económicamente activa.
``Pese al porcentaje de la PEA que representan, oficialmente esas personas no estan incorporadas a la economía formal, pero todos sabemos que son una realidad cotidiana'', concluye el organismo privado.