Luis Javier Garrido
El cambalache

El gobierno ``de Ernesto Zedillo'' se halla por completo a la defensiva: dedicado a encubrir la corrupción del sexenio de Carlos Salinas, cree que con sólo aplicar los programas neoliberales se van a resolver las cosas, pero la realidad le sigue contradiciendo.

1. La situación nacional no ha dejado de deteriorarse en todos estos meses, pues el actual grupo gobernante, carente de principios y de propuestas, se halla por completo a la deriva: no tiene la capacidad de entender los problemas de los mexicanos, pero carece además de la más remota idea del Estado y, por lo mismo, no sabe qué hacer ante la gravedad de la crisis.

2. En todos los sectores del país se ha ido fortaleciendo de tal manera la convicción de que el gobierno ``de Ernesto Zedillo'' es el factor principal de que no haya credibilidad en el país, pero el único que no parece darse cuenta de ello es el propio gobierno.

3. El origen de la falta de autoridad moral de quienes gobiernan está desde luego en las relaciones de Zedillo con su predecesor. El encarcelamiento de Raúl es visto ya abiertamente por muchos como un engaño, pues para Ernesto Zedillo fue una oportunidad para aparentar una ruptura con Carlos Salinas (que no existe), y para éste el pretexto para culpar a su hermano de los crímenes que ambos cometieron.

4. El dinero ``de Raúl'' (que todo el mundo sabe que es ``el dinero de Carlos''), de acuerdo con las evidencias que se han publicado, entró a todas partes: a Telmex, a Maseca, a los bancos ``privatizados'', a Televisión Azteca y a Televisa, a Adrián Sada (Grupo Vitro) y a las empresas de los otrora ``independientes'' empresarios de Monterrey, sirvió para la campaña de Madrazo en Tabasco en 1994 y para la presidencial de Zedillo. El mecanismo fue muy sencillo y lo denunciaron en 1993 el empresario anglo-iraní Moussavi y en 1996 los dueños de Multivisión. Si Joaquín Vargas quería ganar ``el paquete de medios'', le dijeron, lo único que necesitaba era aliarse con Raúl (es decir con Carlos) y todo estaba arreglado (El Financiero, 11 de julio). Carlos, a través de Raúl, no exigía ``una comisión'', sino un porcentaje en las nuevas empresas y bancos privatizados a fin de consolidar su poder empresarial y financiero.

5. El marco de corrupción del sexenio salinista no es de tal suerte un episodio del pasado, sino que constituye el fundamento de las actuales políticas económicas. De ahí el reclamo de diversos sectores porque se investigue a los políticos y empresarios involucrados en los negocios del salinismo, se revisen las licitaciones y se aplique la ley.

6. Qué credibilidad pueden tener, por ejemplo, las informaciones que ofrece Televisión Azteca, cuyo principal propietario es Ricardo Salinas, o las de Abraham Zabludovsky en Televisa, amigos ambos de Raúl y de Carlos Salinas y, según han confesado, asociados con ellos en negocios que presumiblemente fueron hechos por el tráfico de influencias y el lavado de dinero?

7. La crueldad de Carlos Salinas con su sucesor en el escenario del acuerdo entre ambos no tiene por lo mismo límites, pues conserva un poder político y económico determinante y Zedillo sólo tiene la tarea de hacerle el trabajo sucio para mantenerse en el cargo: y esto muchos no quieren ya aceptarlo.

8. Los centros de poder financiero que desde Washington impulsan la privatización y la transnacionalización de las riquezas del país, no objetan la anómala situación mexicana porque esta situación les permite alcanzar un objetivo: la privatización de Pemex. La línea que viene de Washington es muy clara: ante la corrupción que prevalece en el aparato de Estado y las grandes empresas, hay que proceder de manera prudente y gradual: advertir a los involucrados pero no intentar una depuración de fondo, por la sencilla razón de que Carlos Salinas y sus amigos son los mejores respaldos del proyecto neoliberal. La información que han dado a la luz la CBS, la NBC, The New York Times o The Miami Herald es ``manejable'' y debe en esa lógica tener un carácter preventivo propiciando que la situación no se deteriore más.

9. El gobierno está, en consecuencia, de manera casi permanente a la defensiva y transgrede de continuo el orden legal con un pretexto que no deja de reiterar: hay que cuidar el manejo de ``la economía''. Es por ello que antes de que se haga cualquier investigación, una y otra vez anuncia que no hay nada contra los empresarios sospechosos de haberse asociado con los recursos del narco, declara que las licitaciones del salinismo fueron ``legales'' o pide tregua a la prensa extranjera y a los concesionarios de los medios.

10. La situación nacional es sin embargo de extrema gravedad, pues México está a la deriva y no podrá rencauzar su camino si no transita hacia un Estado de derecho. En los años de desarrollo estabilizador (1952-1970), en los que el Estado era el motor del desarrollo, se acusaba a las autoridades de corrupción, pero en los años del Estado neoliberal (1982-1996), con las empresas públicas en manos de los particulares, la corrupción pública y privada es mucho mayor, y un reducido grupo de funcionarios y de empresarios vinculados al dinero del narco se ha adueñado de buena parte de la riqueza del país.

La sociedad no puede tener confianza en el gobierno, y es por eso que empieza a voltearse hacia ella misma.