Pablo Gómez
Elecciones

La votación que tendrá lugar el próximo domingo en el PRD no es cualquier evento, por más que los círculos políticos disimulen su importancia. Cuando un partido ejerce el sufragio universal en sus propias filas, ha ocurrido un gran acontecimiento.

Los politólogos suelen decir que los partidos tienen que ser mucho menos democráticos que el Estado, pues la disciplina férrea de éstos le otorga seguridad y estabilidad a los órganos del Estado. Pero existe ya, como fenómeno del mundo occidental, el uso del voto universal y directo en la elección de candidatos y dirigentes partidistas.

El PRD no es el primer partido que realiza comicios generales para elegir candidatos, pero nunca antes un partido mexicano había convocado a una votación universal para integrar su máxima dirección nacional permanente, la cual, además, se conformará con la aplicación del principio de representación proporcional.

El PAN nombra presidente y demás dirigentes en claustro secreto, integrado por unos 200 consejeros con voto discrecional, es decir, sin mandato de base. El PRI elige a una especie de regente en convención nacional, aunque la mayoría de los llamados presidentes del partido han sido nombrados en consejo, pero siempre hay candidato único, postulado por el verdadero presidente, el del Estado, pues el PRI no es más un virtual organismo estatal.La elección del domingo 14 de julio tendrá seguramente muchos defectos, derivados en su mayoría de falta de preparación y, también, de alguna ineptitud de órganos electorales. En algunos lugares probablemente habrá gritos y algunos sombrerazos, pero eso no será la tónica general, aunque la prensa le otorgue la mayor importancia: ``si no hay malas noticias no hay noticia''.

La campaña de las tres planillas contendientes ha sido constructiva, organizadora y con muy pocos incidentes. La elección será más o menos de ese mismo carácter, a pesar de esa torpeza del órgano electoral al crear centros de votación que se ubicarán en las cabeceras municipales, lo cual viola el reglamento de elecciones internas del PRD y lesiona el derecho a votar de muchos miles de perredistas que residen en poblaciones alejadas y en las grandes ciudades. Este ha sido, hasta ahora, el mayor incidente preelectoral y ni siquiera se convirtió en controversia, gracias a la serenidad de los contendientes o de una parte de ellos.

En otras partes del mundo, la concurrencia a las urnas en elecciones internas suele alcanzar un 15 por ciento de los inscritos, si tomamos como referencia algunos de los principales partidos que utilizan este método. En comicios locales, el PRD ha logrado superar el 50 por ciento en estados como Michoacán y porcentajes menores en otros lugares, pero siempre por arriba del 20. A pesar de la creación de centros de votación en las cabeceras municipales, lo cual reducirá el potencial electoral interno del PRD, se espera que la incidencia alcance el 30 por ciento, es decir unos 350 mil votantes, pero algunos hablan de más de 400 mil.

Más allá del número de votantes, lo cual tiene su importancia, lo más significativo es la elección misma y, naturalmente, sus resultados. Mas cuando se tengan que analizar estos últimos, habría que ver no solamente qué planilla ha obtenido la mayoría, sino la relación de fuerzas internas, así como los planteamientos y características personales de quienes encabezan las tres listas contendientes. La democracia no es sólo un método de representación, concesión de mandatos y toma de decisiones, sino también un medio de conocimiento de la realidad social y política de un país o de una organización.Hoy, antes de los comicios, con apenas una campaña electoral nacional interna, el PRD se conoce más a sí mismo y otras fuerzas conocen mejor a este partido. Las cosas nunca pueden ir demasiado bien en la primera vez, pero sin ésta no puede haber otras más, y de lo que se trata es de construir un partido democrático, lo cual parecería un propósito de locos para cualquier analista frío que tuviera el conocimiento de la realidad política, si no fuera porque ser militante de un partido de oposición en México ha sido durante años también una locura.

De paso en paso se hacen los largos caminares. Un partido que no es capaz de realizar las tareas de cada momento no podrá nunca realizar los grandes cambios. La elección del PRD no es un pequeño paso; la lucha contra el método del sufragio directo ha sido tenaz y lo seguirá siendo. La idea de que un partido debe ser cerrado para obtener éxito continuará expresándose, pues refleja viejas ideas y viejos partidos. Lo nuevo y mejor es mucho más difícil, pero también niega antiguos espíritus y añejos intereses.

Extirpar el miedo a la innovación y a la democracia no sólo es fascinante sino transformador. En ésas anda al menos por ahora el PRD.