La Jornada 8 de julio de 1996

Sumisión al neoliberalismo, el mayor peligro para AL: Petras

Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 7 de julio Una serie de dudas y dificultades para la integración real de los países latinoamericanos, así como vaticinios desalentadores para el futuro de la región si las naciones permanecen atrapadas, sin alternativas propias, en los imprecisos límites del sistema neoliberal, planteó el sociólogo estadunidense James Petras, catedrático de la Universidad de Binghantom, en Nueva York, en entrevista con La Jornada.

Señaló también los peligros de sostener políticas débiles y sumisas frente a los centros del poder. Petras recorre actualmente varios países de América Latina mientras prepara un nuevo libro sobre los efectos del neoliberalismo y la dramática situación social.

Su paso por Argentina coincidió con el final de las últimas reuniones del Mercado Común del Sur (Mercosur), una integración que Petras observa con dudas, como "un hecho que transcurre entre élites y deja fuera a los pueblos". Advierte que sólo una integración con otras características sería capaz de organizar un frente para competir en un mercado internacional dominado por los ricos.

"Los países débiles terminan entregando todo al capital extranjero, y cada vez se aleja más la autonomía, mientras avanza la dominación política, económica y cultural. Todos muy influidos por ese huracán, pero es una influencia muy unidimensional, porque cuando hay intercambios culturales, comerciales entre dos países iguales, los flujos van en ambas direcciones. En caso de países desiguales, como por ejemplo Argentina y Estados Unidos, vemos el contraste que producen las relaciones unidireccionales.

"No hay intercambio de influencias, de políticas, intercambio cultural. Yo digo que un tango en París no es lo mismo que la inundación masiva de la música que llega de Estados Unidos, que predomina en todas las radios, la televisión aquí. Eso no es intercambio, es invasión. Un país débil no influye sobre el otro para nada."

--En este caso estamos mencionando una muy publicitada apertura de Argentina. ¿Cómo lo analiza usted?

--El problema actual de la apertura en Argentina es que no aparece como un país que maneja su apertura, sino como una forma de subordinación, donde vemos a funcionarios que tratan siempre de agradar a sus superiores, en este caso a Washington. Es lamentable, las conductas, por ejemplo, de algunos ministros, que parecen estar buscando hacer méritos, tomando líneas en algunos aspectos que son más duras o distantes del resto de América Latina, para agradar a quien manda evidentemente, no actuando como políticos de un país, sino como personas que tratan de agradar al amo. Entonces todo este proceso de hacer buena nota, como un alumno favorecido por el maestro debido a la sumisión, termina creando desprecio en los propios centros de poder y hace que desde este poder se intervenga permanentemente en la política interna argentina como un hecho normal.

--¿Cómo se analiza el movimiento de capitales hacia este país?

--Muchos grandes empresarios o empresas llegan con la idea del cohecho, de la coima, y se sienten con todos los derechos para hacer el tipo de negocios que no podrían hacer fácilmente en otro país, con impunidad. La debilidad o sumisión ayudan a esa idea de la impunidad de la facilidad de corrupción. En estos términos vienen capitales a ganar rápidamente y salir. Así no puede haber posibilidad de que Argentina, que podría ser país de gran peso, despegue, porque aunque se manipule la información, hay empresas que ven a este país, lamentablemente, como un lugar de explotación, entrada fácil, salida rápida.

--¿Esto sucede en todos los países? ¿Hay posibilidad de actitudes más independientes en lo que se ha dado en llamar una dictadura global? ¿Son los países prisioneros de los centros financieros, del poder?

--Sí, hay normas generales en este aspecto, pero yo señalo el caso argentino porque el nivel de especulación a partir del capital extranjero va mucho más lejos del liberalismo típico. Por ejemplo, Chile pone algunas restricciones. El capital entra por un periodo de tiempo, no lo hace por días, es un plazo distinto. Existen controles en algunas partes y el proceso es entonces distinto. En Brasil está también mal visto que entren capitales con esa mentalidad de especulación. Tratan de lograr financiamientos de más largo plazo. Se prefieren capitales que lleguen para invertir y no sólo para aprovechar las facilidades e intereses diferenciales. En esta situación, creo que Argentina gana por puntos arriba en las normas neoliberales y por eso su economía es tan frágil, desde el ángulo de la capacidad de sostener un desarrollo de bienes y mercancías y no una simple infusión de capitales, cada vez que empieza a caer la economía, cuando se buscan préstamos deseperadamente. Esta es la economía menos capaz de sostener un proceso de autocrecimiento.

--Aquí se habla de desindustrialización, y se entrecruzan una serie de problemas que parecen desmentir ciertos optimismos. ¿Esto es así? Argentina ¿es realmente cada vez más un exportador de materias primas?

--Bueno, aunque es así este perfil no es novedoso si tomamos en perspectiva el siglo pasado. Lo que ha hecho Argentina es un círculo que comenzó con aquel periodo de exportador de materias primas, luego el proceso de industrialización a comienzos de este siglo, profundizado a partir de los años 30 y 40 hasta los 50. Allí aparecen los gobiernos militares y con ello el regreso hacia el modelo del siglo pasado. Si analizamos el perfil de los sectores dinámicos, aún con diferentes actores en un nuevo mundo, con fuerte influencia del capital extranjero, en líneas generales han dado una vuelta hacia el siglo XIX en vez de mirar hacia el XXI. Es un espejo malo del pasado histórico.

Diferencias con Brasil

--En este aspecto, ¿cuáles son las diferencias más notables con Brasil?

--Brasil sigue siendo el lugar de mayores inversiones industriales tanto de capital extranjero como doméstico. También funciona como una plataforma de exportaciones baratas para los países del Mercosur, exportando a los mercados vecinos. Tiene una burguesía con vocación industrial a pesar de que hay otros sectores especulativos, pero por lo menos hay una predominio en este momento del sector industrial, que también tiene sus conflictos con la política neoliberal sustentada por el presidente Fernando Henrique Cardoso, quien para mantener la convertibilidad del real (uno a uno con el dólar más o menos) está perjudicando a sectores empresariales que deben exportar con un real sobrevalorizado, provocando estancamientos y en gran parte el apoyo que la prensa está dando a sectores opositores actualmente. Hay que ser claros. Los empresarios no quieren romper con el esquema de aperturas, pero piden mayor prudencia en la forma de insertarse el capital. Es otro punto de vista y otra metodología. El dogmatismo neoliberal de algunos funcionarios del gobierno perjudicó los balances provinciales, la entrega de la industria informática está chocando con sectores diversos, que ven el peligro de un fundamentalismo neoliberal. Pero también cuidan a Cardoso porque tienen miedo de que caiga y ascienda la izquierda. Por una parte critican, por la otra apoyan la política laboral de cortar salarios y otros. Es una actitud ambivalente. No se podría hablar de burguesía progresista en esos términos, pero sí crítica. He visto allí delegaciones industriales, de empresarios ir a visitar a los líderes o a los campesinos del Movimiento de los Sin Tierra, a dar su apoyo por la reforma agraria, en parte pienso que les interesa mejorar el mercado interno y también es interesante ver a los Sin Tierra en acciones muy inteligentes, para colocarse en un buen lugar para las negociaciones con el gobierno. El apoyo del sector empresarial es importante.

--Existen juegos políticos distintos.

--Sí, y son muy importantes en la política, porque ahora todos pueden insertar ciertas políticas alternativas. En esta coyuntura, cuando la política económica monetarista de Cardoso está provocando una caída en el crecimiento industrial de los sectores nacionales, hay diversos movimientos y acciones para apretarlo y defender cada uno lo que cree más justo. He visto que en Argentina, los capitalistas o se van a la bancarrota o se van de la industria al comercio, de la producción al comercio. Una buena parte del capital argentino está en el comercio, en sociedad en supermercados, en importaciones, tratan de adaptarse al modelo en vez de enfrentarlo. Convierten sus ganancias en bonos del Estado, pasan a ser más rentistas y eso da muy poco resultado hacia el futuro.

--¿Cómo se refleja todo esto en política?

--Yo creo que lo grave en la oposición en estas circunstancias es que hay muchos que asimilan de alguna manera el modelo neoliberal, pasan a ser críticos permanentes de los efectos y no de las causas. Y no dan salidas alternativas, que las hay. En Brasil puede decirse que hay una oposición más conformada, más estructurada. Tiene sus matices políticos, económicos. En el caso de los empresarios, ellos actúan más desde sus propias organizaciones que desde partidos. Influyen mucho en éstos y en el Congreso, y pueden modificar ciertos elementos de esta política. Es interesante.

En Chile, la estafa del siglo

--¿Y el problema de la corrupción tan en boga en la región? Por ejemplo, se habla del modelo chileno, pero sin mencionar costos o si hubo o no corrupción como se ha extendido en otros países.

--En realidad la corrupción en Chile no se ve porque lo más grave sucedió durante la dictadura de Augusto Pinochet. Allí pasaron las grandes empresas a precios de remate a los amigos del dictador. Yo creo que esa fue la estafa del siglo y la estafa anterior en toda América Latina cuando el Estado socializó la deuda externa en Chile, son sumas astronómicas que se movieron entre el 8485, cuando el sector financiero se fue a la tumba y Pinochet interviene todos los bancos importantes, subió la deuda y después estos bancos se fracturaron. Fue la corrupción oficializada, a partir de un decreto por el que se hizo una enorme transferencia de recursos estatales a la bolsa de los amigos, que después se llamaron empresarios. Entonces cuando adentro el mercado interno no funcionaba con desempleo, salarios bajísimos, se abrió Chile a buscar otros mercados hacia Bolivia, Brasil, Argentina, para tener ganancias. El resultado del boom chileno era el subimperialismo y no la mejor distribución de ingresos. La concentración arriba tenía su desplazamiento hacia otras regiones y creo que ese es el secreto del Mercosur. Todos los países han empobrecido sus mercados internos y el capital concentrado sale a buscar negocios. De allí viene la dinámica del Mercosur, de cómo extender la acumulación de capitales, cuando hay depresión y restricción sobre salarios y caída en los mercados internos. En función de eso cada país siente que puede extender el mercado a partir de la integración con otros países. Eso es un modelo de las élites para las élites y no para la población. Es un vuelo corto hacia el futuro imposible de sostener en estos términos y lamentablemente hay demasiados sectores dormidos, que no pueden responder a esta situación. Sólo una solidaridad estructurada y seria podría revertir esta forma de integración, con programas y agendas sociales, lo que sí es futuro y desarrollo cierto. El Mercosur dejó a los sectores populares básicos sin respuesta por ahora. Sería difícil que, por ejemplo, la Confederación del Trabajo en Argentina, progubernamental, asumiera un papel. Los campesinos sin tierras han elaborado muchos documentos y propuesto alternativas que profundicen la integración y para hacerla real.