Julio Hernández López
Ganancia individual, conciencia social

Durante los años dorados del salinismo, y todavía ahora, en estos tambaleantes tiempos zedillistas, han florecido los hombres de empresa que acumulan ganancias extraordinarias y demuestran lo mucho que a pesar del difícil entorno social pueden conseguir los valores individualistas aplicados al mercado.

Nada irregular o censurable podría encontrarse en las historias de éxito de estos personajes, pues a fin de cuentas sus ganancias se producen en el cuadro natural de la lucha capitalista, que se rige por el sentido del lucro. Ganar dinero es el objetivo fundamental de la actividad capitalista, y admiración más que extrañeza debería producir el notable triunfo de estos hombres de empresa que amasan fortunas y las multiplican de una manera prodigiosa. Valga recordar con justicia que muchas secciones especializadas en asuntos económicos han hecho elogio preciso de esos exitosos personajes que han sabido manejar con sabiduría los recursos adecuados en las batallas del dinero para salir airosos y con sus carteras ensanchadas.

Frente a esa concepción gélida del éxito económico individual se levanta una realidad terriblemente dolorosa, la de un pueblo, el mexicano, sumido en una miseria creciente, que le lleva a niveles extremos de desesperación, expresados en la violencia callejera, en el incremento delincuencial, en el abatimiento social, en la dolorosa verdad de los millones de niños con hambre, de mexicanos sin asistencia social verdadera, de desempleados, de abatimiento de los niveles de vida.

Puede haber tal éxito económico individual mientras hay tan terrible fracaso social? Es válido, legítimo, aceptable, que unos cuantos se especialicen en la ganancia personal o familiar mientras el país se hunde? Bueno, seguramente sobrarán los alegatos de empresarios que se parapeten tras los alegatos de la libre empresa y aludan al legítimo derecho de cualquier ciudadano de hacer negocios mediante los cuales obtenga ganancias.

Pero, qué pasa cuando persistentemente nos damos cuenta de que muchos de los tales negocios lícitos han sido en realidad trampas organizadas desde el poder para arrancar al pueblo mexicano lo que luego es entregado mediante artificios financieros y empresariales a unos cuantos barones del dinero? Qué sucede cuando nos damos cuenta de que las supuestas habilidades extraordinarias de los empresarios no han sido sino simples defraudaciones y robos disfrazados de maniobras empresariales? Qué acaso no salta a la vista que la abundancia desproporcionada de unos cuantos se da mientras los muchos, los casi todos se hunden y se ahogan? No vemos que las ganancias individuales se multiplican mientras las obras y los servicios colectivos se reducen, mientras las arcas públicas se achican, mientras el endeudamiento con el extranjero aumenta?En ese marco se da la exigencia nacional de que se revisen los procesos de privatización de las empresas públicas durante el salinato, y la operación de empresas e instituciones que siguen siendo públicas pero cuyos fondos parecieran haber sido puestos al servicio de la mafia saqueadora encabezada por Raúl Salinas de Gortari. No se trata de pretensiones caprichosas o de una búsqueda intrascendente de venganzas transexenales. La miseria de cada mexicano está fundada en ese robo de la riqueza pública. La falta de medicamentos, la falta de dinero para pagar bien a los maestros, la falta de recursos para programas de atención y beneficio social, provienen de ese saqueo inmisericorde organizado desde el poder y para el cual hoy se pretende la impunidad y el olvido.

Hoy, por eso, los focos de tensión aumentan: no sólo en Chiapas, en Guerrero o en Tabasco: en el país todo hay irritación, enojo y desesperación. La gente no encuentra salida a sus problemas, y se da cuenta de que conforme pasa el tiempo más el agua le llega al cuello.

Por eso, hoy hace falta privilegiar la conciencia social por encima de la ganancia individual. De otra manera, la verdadera subversión social, el elemento auténticamente promotor de las rebeliones será ese ofensivo enriquecimiento privado a costa de los dineros públicos.