A principios de este siglo el cantaor español Joseillo de Murcia viajó a Marruecos para efectuar dos presentaciones en el modesto foro de un bar, de costumbres nada modestas, en la ciudad de Tánger. La dos actuaciones fueron un éxito, tanto que Joseillo se entregó, con la misma pasión que requería su cante, a festejar por la vía del Majoun sus éxitos incuestionables. El Majoun que conoció el cantante, venía en una mermelada que se untaba en panecillos. Antes de que la fiesta alcanzara la cumbre, el murciano fue advertido de que los efectos del Majoun tardaban en manifestarse, así que le recomendaban que se fuera con precaución y dejara de consumir los panecillos alucinógenos, como si se tratara de simples panecillos. Unas horas más tarde Joseillo, el grande de Murcia, se arrodillaba ante la figura alucinada de Isabel la Católica, que le exigía pruebas de fidelidad fuera de su alcance, a juzgar por la ``impotencia pintada de terror'' (dicen las crónicas de la época) que gobernaba su cara. Después, el murciano moría sobredosificado en la cama de su habitación que tenía tres patas de león y una de gallina. El cuerpo fue enviado a España con todos los honores y la casa que contenía la habitación mortuoria fue demolida por razones exclusivamente urbanísticas. De Joseillo, el grande de Murcia, quedó una canción perdida que compuso años más tarde el célebre Camarón de la Isla, cuyos estribillos facilones acabaron desterrándola del repertorio, de los discos y de la historia: ``Joseillo, ese pillo, muerto por lo' panecillo''. También quedó la cama, que fuera su última morada, en un bazar de muebles antiguos que poseía el comerciante turco Abdul-Aha-Khan. Con el tiempo, la pieza viajó a una tienda de muebles en Londres, que tenía dos vidrieras enormes con vistas al Hyde Park. La cama de Joseillo fue comprada 16 años después de su muerte, por el dueño de un edificio que alquilaba habitaciones de lujo en Park Street, y fue colocada en la Grand Suite para hacer juego con el mobilario que era antiguo, y con el precio del alquiler que era estratosférico.
La cantante de la banda The Mamas and the Papas, Cass Elliot, mejor conocida como Mama Cass, gozaba de fama suficiente para darse el gusto de ciertos caprichitos: el segundo álbum de la banda, que en noviembre de 1966 se llamaba sencillamente The Mamas and the Papas, para febrero de 1967, ya había sido rebautizado, sin observar aquella máxima sobre el buen gusto y la modestia que dice ``el burro por delante'', como: Cass, John, Michelle and Denny. En 1968 canceló dos meses de shows en Las Vegas por un ataque de malas vibras y en 1971 juntaba sus mamotretos solistas en un álbum de nombre Mama's Big Ones.
Ella misma era la Big One, pues había llevado su cuerpo de ex mesera robusta, hasta los extremos de cantante deformada por el sobrepeso, o bien, de vocalista inmunda. Por esa época Michelle Gilliam, la otra cantante de la banda, se casó con el actor Dennis Hopper; como estaban hechos el uno para el otro, el compromiso tuvo una duración de ocho días exactos. The Mamas and the Papas acabaron desintegrándose; más vale no consignar su reaparición en 1986, con nuevos integrantes, en Destin, Florida, fungiendo de evento-anzuelo para que los clientes de Panhandle Real State, adquirieran un ``departamento de tiempo compartido'', animados por la banda que interpretaba California Dreamin' en el Lobby.
El 29 de julio de 1974, Mama Cass moría en la Grand Suite de Park Street, víctima de una crisis alcohólica que terminaba con el ingrato trámite de ahogarla en su propio vómito. La historia parece simple, si no tomamos en cuenta que la cama que la sintió morir, tenía tres patas de león y una de gallina, y era exactamente la misma que había servido de última morada a Joseillo, el grande de Murcia.
La muerte de Mama Cass no fue dato suficiente para ahuyentar a los inquilinos de la Grand Suite de Park Street. En septiembre de 1978 fue alquilada por Keith Moon, el baterista de los Who. Su conocido gusto por destruir habitaciones de hotel, había sido exorcizado años antes por Frank Zappa, cuando lo incluyó en su filme 200 Motels, en el papel de monja; de manera que el maestro vivía pacíficamente en la suite, tratando de controlar el alcoholismo que destruía su carrera. El día 8 de ese mismo mes, el baterista murió de sobredosis en la misma cama que ya habían estrenado Joseillo y Mama Cass. El dueño del edificio consideró que dos muertes en la misma cama (ignoraba que eran tres, contando la del murciano) eran motivo suficiente para revenderla a la tienda de Hyde Park. Quince años después, la cama con tres patas de león y una de gallina, fue comprada por Elías Khan, un empresario español que, además de ignorar la trayectoria del mueble, era nieto legítimo de Abdul-Aha-Khan, el comerciante turco que había comprado originalmente la cama. Hace unos días, según una pequeña nota aparecida en los diarios, el empresario Elías Khan amaneció muerto en su finca de Marbella, víctima de una sobredosis, encima de una cama que tenía tres patas de león y una de gallina.