La reforma electoral es necesaria, porque:1. Contribuiría a acabar de asentar la imparcialidad de autoridades y procedimientos.
2. Construiría condiciones más equitativas para la competencia.
3. Crearía mecanismos para revisar la constitucionalidad de las normas en la materia y establecería mejores conductos para procesar el contencioso electoral.
4. Coadyuvaría a fortalecer el sistema de partidos y reincorporaría figuras prematuramente desterradas como las de las agrupaciones políticas.
5. Eventualmente revisaría la conformación del Congreso.
6. Ajustaría un número muy elevado de eslabones electorales (ver documentos firmados), multiplicando la confianza en el proceso.
7. Tendería a normalizar las relaciones políticas en el país.
8. Mostraría que las operaciones reformistas incluyentes son posibles.
9. Se convertiría en la puerta de entrada para emprender metas más ambiciosas como la denominada reforma política del Estado.
10. Sería un eslabón inicial que inyectaría confianza y tranquilidad de cara a las elecciones de 1997.
11. Reforzaría el campo institucional para que se siga desplegando lo que ya se encuentra en curso y nadie en su sano juicio debería intentar obstruir; la construcción de un sistema de partidos digno de ese nombre y elecciones cada vez más competidas.
12. Requerimos que el método electivo inyecte en todo momento legitimidad a nuestros gobernantes y legisladores.
13. Las elecciones llegaron para quedarse y con el escenario para que la pluralidad política que se encuentra en acción pueda competir y convivir de manera civilizada.
14. Ayudaría a disminuir la posibilidad de conflictos postelectorales y su cauda de desgaste, y construiría vías legales e institucionales para procesarlos.
Pero además la reforma electoral es posible, y es algo más que un buen deseo, porque:1. Se ha discutido hasta el cansancio.
2. El PRI, el PRD y el PT llegaron a acuerdos fundamentales que son algo de mucho mayor alcance que un mero prontuario.
3. Las iniciativas presentadas por el PAN tienen un buen número de puntos de contacto fundamentales con los pactos del resto de los partidos.
4. No parecen existir puntos de desacuerdo mayúsculos o insalvables (aunque la ``declaracionitis'' desmedida de repente dé esa impresión).
5. Conviene a todos.
6. Al gobierno, para distender sus relaciones con la oposición y para darle la vuelta a la página de procesos comiciales desgastantes.
7. Al PRI, para ganar sin duda lo que deba y pueda ganar.
8. A los partidos opositores, para ir a la contienda en mejores condiciones y con la suficiente confianza en los órganos y procedimientos electorales.
9. Al resto de los mortales, para vivir la política como contienda y no como guerra.
10. Se cae de madura y se pudre en las ramas.
Claro, puede no darse, congelarse, interrumpirse; los actores se pueden levantar de la mesa, culparse mutuamente del desaguisado, y ya se sabe que en ese caso la legislación vigente sería vigente, pero alguién nos tendría que explicar la conveniencia de esa opción y la ruta barroca a través de la cual los partidos y el gobierno construyeron un laberinto sin salida teniéndolo todo a la mano para reforzar la normalización de las relaciones políticas en términos democráticos.