En los últimos años, la Reserva Federal de Estados Unidos ha mostrado una actitud extremadamente cautelosa, sosteniendo que si la economía creciera en más de 2.5 por ciento anual, ello derivaría, inevitablemente, en presiones inflacioniarias. Para sustentar esta opinión se señala el hecho de que la tasa de desempleo es baja, lo que indicaría que la economía está operando al límite de su capacidad productiva, por lo que si se adoptara una política monetaria más expansiva, inevitablemente traería un aumento en los precios y no en el de la producción.
Este cuadro conformista de crecimiento, desempleo e inflación bajos es reforzado por el hecho de que, en comparación con las otras economías de la OCDE, la de Estados Unidos enfrenta problemas menos agudos; en los países europeos el nivel de desempleo es crítico mientras que Japón ha dejado de crecer y, aunque los problemas de desempleo que enfrenta son mínimos en comparación con los de otros países, han comenzado a manifestarse.
Sin embargo, si la comparación se hace en términos del comportamiento pasado de la economía de Estados Unidos, el cuadro actual no parece favorable. A partir de mediados de la década de los sesenta, la economía ha mostrado una tendencia de largo plazo a ir creciendo en forma cada vez más lenta: si en el primer lustro de esos años la tasa de expansión media anual del producto era de casi 5 por ciento, en los ochenta no superó el 3 por ciento anual, y en lo que va de los noventa se ha puesto por debajo del 2 por ciento.
Uno de los determinantes reales de las posibilidades de crecimiento de la economía lo constituye la inversión en capital fijo. En los últimos años, el coeficiente de inversión neto de las empresas como proporción del producto se ha mantenido por abajo del 2 por ciento, lo que significa que la acumulación de capital de este sector apenas supera el desgaste de la maquinaria y equipo.
Pero si la expansión del capital fuese más acelerada, no existirán límites de crecimiento por el lado de la disponibilidad de trabajadores? Este es el argumento de la Reserva Federal, dado que el desempleo abierto de Estados Unidos es bajo. Sin embargo, las reservas de horas de trabajo de que puede disponer una economía no sólo están dadas por la cantidad de trabajadores disponibles. La sociedad industrial no se ha enfrentado a barreras a la expansión por el crecimiento poblacional, dado que el mayor crecimiento de la oferta de trabajo ha sido explicado por el crecimiento de su productividad.
A la vez, existe una estrecha asociación entre la inversión y la productividad del trabajo, dado que la mayor dotación de capital por trabajador impacta directamente sobre la productividad de éstos. En este sentido es el mismo proceso de inversión el que resuelve el problema de la escasez de fuerza de trabajo.
Por otra parte, aunque la tasa global de desempleo de Estados Unidos es baja, en sí mismo no es un indicador de escasez de fuerza de trabajo dados los importantes cambios que en los últimos años han tenido lugar en el mercado laboral de ese país. Uno de ellos ha sido que la creación de empleos ha tenido lugar un grado importante en el sector de servicios de baja productividad. Un mayor crecimiento de la economía significará incrementar la demanda de empleo, y parte de ésta puede ser cubierta a través del desplazamiento de trabajadores desde los sectores de baja productividad. O sea, parece que una parte del sector de servicios pasa a ocupar ahora el lugar que en el pasado desempeñaba la agricultura como la rama en la cual se acumulaban las reservas de fuerza de trabajo necesarias para la expansión de la industria. Este excedente de trabajadores fue uno de los factores decisivos que explicó la disponibilidad de fuerza de trabajo que hizo posible la expansión de las economías de Europa y Japón en los años posteriores al término de la Segunda Guerra Mundial. Lo nuevo con respecto a aquellos años es que esta fuerza de trabajo excedentario no se localiza en el campo, sino en los servicios de baja productividad.
En conclusión, es bastante discutible la opinión de que la economía de Estados Unidos está enfrentada a límites en su crecimiento y que políticas más expansivas sólo derivarían en presiones inflacionarias.