La Jornada 6 de julio de 1996

UNA SEÑAL DE PAZ

El presidente Ernesto Zedillo acaba de declarar que tiene ``una gran confianza en que habrá una solución'' (al problema planteado por Chiapas) y ha dicho: ``creo que hemos venido palpando esa solución'' pues ``es muy significativo y alentador... (que el EZLN) esté hablando de democracia, está hablando de negociación, está hablando de cambio político''. Paralelamente, las intervenciones de los dirigentes zapatistas reiterando que están dispuestos a actuar como grupo político legal dan sustento a las palabras del Presidente. Estas, entonces, constituyen una importante señal de paz que no puede pasar desapercibida.

En Chiapas, gracias entre otras cosas a la tenacidad y audacia de la Cocopa y de la Conai, el diálogo desde hace tiempo ha podido sustituir la voz de las armas. La situación está madura para una oferta gubernamental que recoja los frutos de la distensión y, al mismo tiempo, la extienda con este ejemplo a todo el país. Porque en Chiapas, más que en cualquier otra región donde empieza a aparecer el fantasma de la violencia e incluso de la lucha armada, es posible circunscribir y cuantificar los problemas y capitalizar los esfuerzos de entendimiento entre las partes en conflicto.Un paso decisivo hacia la paz tendría una repercusión extraordinaria en el país y en el exterior y le quitaría el espolón a otros conflictos similares en otros estados, que se están gestando desde hace años. Por el contrario, la búsqueda de una solución militar en Chiapas no haría sino sembrar las semillas de la violencia en otras zonas del país, al cerrar el camino a las soluciones políticas. Las elecciones de 1977 son una cita para la nación y la hora de un pacto decisivo entre los mexicanos hacia la democracia y la paz. No se debe llegar a ese año crucial sin lograr antes la paz en Chiapas.

Un triunfo político de quienes lleven a sus últimas consecuencias la negociación, por el contrario, reduciría fuertemente la creciente tensión política a escala nacional que tiende a desestabilizar la economía y al mismo gobierno. Sobre todo porque, frenada la reforma política en el terreno de las tratativas entre los partidos, entre otras cosas por los intereses de parte con vistas a las próximas elecciones de 1997, no queda otro camino para la distensión que el de una audaz iniciativa, como la que inmortalizó al general De Gaulle cuando puso fin a la imposible (para Francia) guerra de Argelia.

El hecho de que en estos momentos en Chiapas se esté hablando de negociación y de cambio político es, como reconoció el Presidente, mérito de ellos, pero también es mérito del gobierno, que siempre ha insistido en que ``la única salida a este conflicto estaba en el diálogo y en la vía política''.